POSADAS. La festividad de San José, patrono de Posadas, y el recordatorio de los 400 años de la primera fundación de esta ciudad fueron celebrados ayer durante una santa misa celebrada en un colmado anfiteatro Manuel Antonio Ramírez bajo el lema “Con memoria agradecida compartimos la alegría de evangelizar”. El oficio religioso comenzó tras la llegada de los peregrinos que salieron desde la plaza 9 de Julio, frente a la Catedral céntrica, y recorrieron las calles con cánticos y oraciones hasta llegar a las inmediaciones del Parque Paraguayo, un lugar emblemático de la capital de Misiones.Familias enteras, comunidades parroquiales, estudiantes de instituciones católicas, religiosas y sacerdotes engrosaron la caravana que, de manera ordenada y lenta, se extendió por varias cuadras, escoltando a las figuras de San José, San Roque González, los Santos Mártires, la Santa Cruz, la Virgen de Itatí, la Virgen de Loreto y el corazón incorrupto de San Roque, mientras en el aire se percibía un intenso aroma a incienso. En tanto, sobre las gradas del anfiteatro, y disfrutando de un clima sumamente agradable, una multitud aguardaba con alabanzas el inicio de la ceremonia, que fue presidida por el obispo de la Diócesis de Posadas, Juan Rubén Martínez, acompañado de numerosos sacerdotes. Tras la lectura de la Carta de San Pablo a los cristianos de Roma, el prelado explicó que decidieron fusionar ambas celebraciones en una y que “hoy, en el Día de San José, nos unimos al 25, que es el día de la Anunciación, donde se cumplen los 400 años de la llegada de San Roque González a estas tierras”.Indicó que “queremos tener presente tanto a San José como a Roque González porque son dos figuras que para nosotros son claves por el ejemplo de vida que nos brindaron. A ambos queremos decir que acá está la fe viva de nuestro pueblo y que seguimos caminando con la consigna de evangelizar, en este inicio del siglo XXI”.Durante esta acción de gracias, donde se vivió una verdadera fiesta, se refirió “al don de la fe, que nos remite a San José, un hombre trabajador que acompañó el proyecto de Dios y se destaca por su pequeñez, su sencillez y su fe, comprometida en la cotidianidad, en los momentos claves”.Manifestó que “la fe sigue y tiene que encarnarse en valores. Cuando queremos apartar la fe de la historia, silenciar a Dios es como que nos mimetizamos en una forma de mercantilismo, materialismo, que nos daña. Una sociedad sin valores se va destruyendo a sí misma, suicidando de alguna manera, porque no tiene presente a Dios, porque no tiene presente valores claves como el don de la vida, la justicia, la solidaridad, honestidad y el respeto, que van armando una sociedad sana”.Una vez finalizada la liturgia, en el mismo anfiteatro se desarrolló un festival de música cristiana, con la presentación del Padre César, finalizando así un extenso programa de actividades que tuvieron lugar en honor a San José y a San Roque González.





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