POSADAS. Silvia Andrea Núñez, Teresa del Carmen Romero y Graciela Dos Santos, se inscribieron en el programa “Ellas hacen” que les permitió realizar la terminalidad educativa. Hoy son las flamantes abanderada y escoltas de la Escuela de Adultos 527 “El Cabildo” y mañana comenzarán la secundaria.Son mujeres de historias de vida duras. Caminan la misma zona, barrios San Jorge y San Lorenzo. Y hasta hace dos años, tenían un mismo denominador común: no habían terminado la primaria.Habitan la franja etaria que va de los 30 a los 40 y pese a las dificultades, siempre intentan superarse. “¿Y si terminamos nuestros estudios básicos?”, coincidieron hace unos años. Y esa meta ha sido traspuesta en una primera etapa con gran éxito: Silvia Andrea Núñez (33), Teresa del Carmen Romero (40) y Graciela Dos Santos (40) no sólo ya terminaron la primaria, sino que son las abanderadas y escoltas, respectivamente, en la Escuela de Adultos 527 “El Cabildo”, de Campo Las Dolores. Tras portar ese logro en todos los actos de la 527, en este ciclo lectivo 2015 iniciarán el camino de la secundaria.Historias de vida Inscriptas en el programa “Ellas hacen”, que articulan las carteras de Desarrollo Social de la Nación y la Provincia, cada una dejó su testimonio de vida. Silvia Andrea Núñez es la abanderada, vive en el barrio San Jorge y tiene cinco integrantes en su familia. No pudo estudiar en tiempo y forma al ser la hermana mayor en una familia numerosa ya que debía quedarse a cuidar a sus hermanos, mientras su madre salía a trabajar. Es posadeña y tiene 33 años.“Mi idea siempre fue tratar de hacer mis estudios, pero por el qué dirán, que soy mayor y demás, no me animaba. Cuando se presentó este programa me animé, porque vi que había muchas mujeres de mi edad. Hice muchas amigas y me siento muy bien aquí. El estudio te despierta más la mente”, dijo Núñez.Teresa del Carmen Romero tiene 40 años y cría sola a sus seis hijas. Abandonó en quinto grado porque vivía con su abuela y no le quedó otra alternativa que salir a trabajar. El año pasado fue su último año como escolta. “Es impresionante el apoyo que tuvimos, hoy tenemos más seguridad en nosotras, más libertad y ahora empiezo la secundaria”, manifestó orgullosa.Graciela Dos Santos vive junto a su familia en el barrio San Jorge. “Antes era muy difícil estudiar, alcancé a empezar y llegué hasta el quinto grado en San Vicente. Nos cuesta un montón, pero le ponemos muchas ganas porque tenemos que hacer nuestras obligaciones en nuestros hogares y luego concurrir a la escuela. Nos animamos mucho más cuando llegamos y vimos que había mucha gente que era más grande que nosotros”, sostuvo.“Tenemos apoyo y seguridad”Al analizar la heterogeneidad de edades en el aula, coincidieron que “los chicos te respetan mucho y nosotros los alentamos a que tengan ganas de terminar la primaria. No existe la diferencia de edad, son aulas con 22 alumnos”. Contaron que les costó mucho matemática, aunque a Teresa Romero le fascina y le resultó más fácil. Otra materia que las tuvo a maltraer fue Lengua.Las tres coinciden que cerrar la etapa de sus estudios básicos les brindó mayor seguridad. “Desde que salió este programa, tenemos mucho más apoyo y seguridad porque todo depende de nosotras”, remarcaron.Destacan el compañerismo de los profesores que “nos apoyan mucho y no sólo en los estudios, sino que si venimos mal de nuestras casas o estamos medio caídas, ellos nos llevan aparte y nos preguntan qué nos pasa y tratan de darnos aliento y solución”, contó Teresa Romero.Mejor preparadas Otro aspecto que ven como positivo es que ahora se les abren puertas que antes estaban cerradas por la falta de estudios. “Hay gente que tiene más experiencia que nosotros sólo por tener la escuela, capaz que nosotros éramos mejores, pero al no tener los estudios terminados, nos decían que no a nosotros”, reflexionaron.Según recordó Silvia, la única posibilidad que le quedó fue la de asumir que el único camino que le quedaba era la explotación laboral. “Sufrí mucho como empleada cama adentro, trabajaba de las 6 a las 22, comía sólo al mediodía”, rememoró de aquella época.Además de estudiar, las tres mujeres cursan talleres en el Mercado Concentrador, compartiendo también el arte, la gimnasia y el reciclaje, con cursos de aeróbic, danzas y recuperación y transformación de materiales. Terminalidad y talleres de oficioLa directora de la escuela, Vicky Aponte, explicó que la institución no sólo ofrece terminalidad primaria y secundaria para los jóvenes y adultos, sino también talleres de oficio para todos los gustos y demandas. “En la 527 estamos construyendo un aula para brindar un taller de electricidad y otra para panadería y pastelería, con los recursos humanos y materiales del programa Argentina Trabaja”, señaló. Hay mucha demanda en la población que rodea a esta comunidad educativa en una zona muy amplia de la periferia de Posadas, un radio que va desde Cabo de Hornos y Cocomarola hasta la avenida Quaranta (ruta nacional 12), acaparando barrios San Lorenzo, San Jorge, San Marcos, San Lucas y Campo Dolores, entre otros de los 17 asentamientos de la zona, con familias humildes que necesitan de estos talleres que proporcionan rápida salida laboral.Los adolescentes, jóvenes y adultos que están terminando la primaria y que cursan un taller de oficios, en muchas oportunidades se complementan con el trabajo de sus padres. “Por ejemplo: padre albañil, cuyo hijo concluye el taller de electricidad, pueden trabajar juntos en el rubro construcción, y ya son dos los ingresos en esa familia”, describió el profesor Nelson Arzamendia.





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