POSADAS. Cinco niños en situación de calle de entre ocho y doce años ingresaron alborotados a la Biblioteca Popular Posadas (BPP). Buscaban las computadoras. Al principio, las bibliotecarias a cargo de este espacio ubicado en calle Córdoba casi Ayacucho de Posadas, se sorprendieron pero poco a poco pudieron ordenar la situación, permitieron a los niños acceder a estas pantallas y jugar algunos juegos. Era noviembre de 2014. Día tras día la visita se hizo habitual. No fue fácil lograr que los niños respetaran las reglas de mantener el silencio, que rige para todos los usuarios de este espacio público. Y poco a poco, las bibliotecarias les fueron proponiendo otras actividades con juegos de mesa y les acercaron libros con ilustraciones. Pero una gran paradoja se abrió entonces: ellos no saben leer por lo cual el gran mundo de las letras y esos universos a los que cada libro de cuento o ciencias les puede llevar, les está vedado.“Que tengan ganas de venir a un lugar así, un lugar de libros, y no puedan acceder porque no saben leer, es injusto, es muy cruel”,dijo a PRIMERA EDICIÓN Perla Dubovitski, presidenta de la Comisión directiva de la BPP. Espacio de inclusiónEn otras instituciones, la respuesta inmediata hubiese sido solicitar un policía en el acceso a la institución para evitar el ingreso de estos niños. Pero desde la biblioteca, con grandeza hicieron honor a su nombre “Popular” y prefirieron mantener las puertas abiertas a estos niños, con el desafío que ello acarrea.“Comenzaron a venir en noviembre del año pasado. Y este año, ni bien retomamos las actividades ellos volvieron. Eso habla de que buscan este espacio, se sienten bien”, recordó Dubovitski.El hecho de que no sepan leer indica que no están escolarizados y da cuenta de “una situación de abandono de mucho tiempo”, agregó. (En alguna ocasión uno de los niños indicó que concurren al Hogar de Día, pero desde la BPP no conocen precisiones al respecto. Tampoco tienen datos acerca de las familias de los pequeños).Dubovitski destacó reiteradamente que si bien desde la biblioteca pueden brindarles atención desde el respeto y realizar actividades con ellos “los niños deben recibir ayuda especializada, porque nosotros no estamos capacitados ni contamos con personal especializado para tratar a esos chicos, que requieren un profundo seguimiento”. Espacio abierto al afectoSandra Arce, socia de la biblioteca es narradora. La tarde del martes hizo un parate en sus actividades de estudio en este espacio y se sentó en la alfombra a leerles un cuento. “Tenemos una actitud de respeto, de cariño, sabemos que eso, como sea, es un granito de arena que a ellos les hace bien, porque encuentran que hay un adulto que les da una respuesta a una cosa que ellos quieren saber, acceder a un libro, escuchar un cuento”, dijo Dubovitski, señalando que el espacio de la biblioteca están a disposición para toda la comunidad y si alguna persona tiene ganas de acercarse a jugar con los niños o leerles un cuento puede hacerlo. “Si alguien se acerca y nos pide en préstamo un espacio para hacer alguna actividad con ellos, las puertas están abiertas”, destacó.





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