POSADAS. En un comunicado de prensa confuso y contradictorio, elaborado por el departamento Prensa de Jefatura, por orden del ministro de Gobierno, Jorge Franco, la Policía informó a tempranas horas de ayer que el “supuesto caso de rapto y abuso sexual de una adolescente no está confirmado”, en alusión a la nota de tapa que este diario publicó ayer, en alusión a una joven oriunda de Campo Grande.PRIMERA EDICIÓN indicó que la adolescente, de quince años, fue raptada por al menos dos hombres en un coche negro, de vidrios polarizados, y que estuvo desaparecida durante doce horas.Según la denuncia que la menor efectuó el miércoles, a ella la raptaron en Campo Grande y después de liberarse de sus captores, salió a la ruta y pidió ayuda. Un micro de pasajeros la auxilió y dejó en Jardín América.Hasta allí la versión que dio la muchacha. A ella se sumó el informe brindado por la misma Policía, que el jueves habló de un examen médico que estableció “signos de abuso sexual, con desgarro y leve hemorragia” y ayer cambió a “signos de actividad sexual”.Más allá de esta circunstancia, no queda claro qué desmintió la Policía: si el rapto o la violación. O las dos cosas.Nobleza obliga, la adolescente se desdijo de la versión del secuestro, incluso ante sus familiares, y confesó que había convenido un encuentro con un joven, con el que viajó a Puerto Rico.Esa circunstancia es el dato menor en toda esta historia, porque queda de lado ante la posible existencia de un delito grave: el de violación.Incluso los tratados internacionales, a los que el Estado argentino adhirió, hablan de preservar la integridad de los menores de edad. Por eso, tratándose de una adolescente de quince años, las leyes que hacen a la minoridad no toman en cuenta si hubo consentimiento o no; porque se supone que no han alcanzado el grado de madurez o discernimiento que hacen a la salud psicofísica en su futuro.La víctima -porque para la Justicia lo es- reconoció ante su familia y delante de los investigadores que conoció al muchacho a través de las redes sociales; la modalidad más típica de reclutar víctimas de abuso sexual e incluso, de trata de personas. No en Misiones, sino en el mundo.En lugar de investigar hasta las últimas consecuencias quién es el muchacho -del que ni siquiera se dio a conocer su edad y que incluso debería estar demorado en averiguación del hecho-, la Policía se encargó de desacreditar la versión de la víctima. Algo así como “¿vieron que mentía?”.A confesión de partes, relevo de pruebas, reza un viejo adagio jurídico. La joven confesó que mintió por temor a sus padres, pero hay un sinfín de aristas por investigar, porque es probable que también haya faltado a la verdad en aspectos estrechamente vinculados con lo que ocurrió en Puerto Rico.Un alto mando policial consignó ayer a un medio digital, reproduciendo el testimonio que habría dado la madre, que la menor había sido sometida incluso a un tratamiento psicológico. Una arista más del estado de vulnerabilidad en que se encuentra esta menor.Llaman la atención también las dos versiones dadas respecto al examen médico realizado a la adolescente. No es un dato menor. En no pocos casos, terminan condenando a un acusado a largos años de prisión.





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