BUENOS AIRES. Los problemas de aprendizaje de un niño en clase pueden asociarse a trastornos del desarrollo o de atención, pero casi nunca se considera que pueda deberse a un problema auditivo. Paradójicamente, se trata de un factor muy frecuente en el aula, pero poco tenido en cuenta por docentes, padres o familiares. Aproximadamente entre uno y tres niños por cada mil tienen algún tipo de pérdida auditiva, y aunque muchas veces se desconocen las causas, existen diferentes tratamientos dependiendo del tipo de pérdida. Detectarla a tiempo y encontrar la solución adecuada es fundamental para asegurar que el niño desarrolle el lenguaje correctamente y se adapte al ritmo de enseñanza con mayor facilidad. La capacidad del cerebro para desarrollar y comprender el lenguaje, va disminuyendo gradualmente en el niño con pérdida auditiva que no recibe ningún tratamiento. Esto significa que cada vez será más difícil aprender a hablar después de este período.Para evitar esto, es fundamental que los padres en casa y las maestras en la escuela sepan reconocer los indicios de un niño con dificultades para escuchar correctamente.Para detectar posibles dificultades auditivas en la edad temprana existen chequeos audiológicos, como las otoemisiones acústicas, que forman parte de los exámenes neonatales. En la edad escolar, es muy importante la visita al otorrinolaringólogo, al menos una vez al año. Las maestras pueden detectar si un alumno tiene dificultades de escucha cuando: no responde cuando se lo llama, tiene problemas para distinguir de dónde viene el sonido, requiere que se le repitan las consignas, no cumple órdenes o malinterpreta las instrucciones, pregunta ¿qué? con frecuencia y habitualmente actúa imitando a sus compañeros.




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