CORRIENTES. En su sexta noche, la Fiesta Nacional del Chamamé desplegó una grilla de artistas que se destacó principalmente por la cadencia armoniosa del ritmo y los homenajes. El misionero Fabián Meza, los Hermanos Barrios, Fernando “Chingoli” Bofill, Los Sheridan, Tony Rojas y Daniel Cardozo y el Mago de la Nueva Luna con Cristian Leguiza fueron algunos de los artistas que con temas clásicos nutrieron de melodías el anfiteatro Cocomarola. Mientras que la presencia del padre Julián Zini reflejó uno de los momentos más emotivos, al igual que el narrador Luis Landriscina, quien subió al escenario mayor del anfiteatro Mario del Tránsito Cocomarola para, entre cuento y cuento, con el arte que lo caracteriza, cautivar al auditorio, que le demostró, primero con el silencio respetuoso y luego con el aplauso encendido, todo el cariño que supo ganarse a lo largo de su carrera artística.En varios fragmentos de la noche, la soberana de la fiesta Florencia de Pompert, junto a su compañero el Jeroky Yára Cayo Fernández, supieron dar rienda suelta al baile en el escenario o incluso entre el público. El Ballet Oficial de la fiesta, como en cada jornada, volvió a desplegar un destacado espectáculo de brillo, luces y coreografía.Mientras que hoy continúa la fiesta. “Yeroqyyára”Por Alcides Martín PelozoPeriodistaSencillez, humildad, campechanía y una religiosidad presente en cada uno de sus actos, caracterizaban a aquel músico genial que allá ité conocí en Corrientes, hacia fines de los 70. Su voz reposada, calma, apenas un poco más audible a un susurro y una cordialidad sin fisuras daban la impresión de una timidez irreductible, pero que, sin embargo, ocultaban la tenacidad y la genialidad de un compositor exquisito y prolífico que era resistido y poco considerado por sus pares chamameceros de entonces.Pertenecía a un selecto grupo de músicos y poetas correntinos que pretendían innovar el chamamé, en lo que se conoció como la Nueva Canción Correntina. Y muy resistidos por los tradicionalistas de entonces que descreían en la posibilidad de que el chamamé ganara los ámbitos citadinos e invadiera espacios más allá de las fiestas y bailantas pueblerinas.Para muchos de ellos ese ímpetu juvenil era inaceptable. Más aún este enorme compositor itateño que además de renovar la música dándole otra sonoridad y contenido, cometía la herejía de introducir instrumentos electrónicos para su interpretación y era escuchado en los ámbitos universitarios de esa Corrientes revoltosa de aquellos lejanos años.Él, junto a otros de sus pares como Cacho González Vedoya, Mario Bofill o Antonio Tarragó Ros, estaba logrando que el chamamé “subiera al asfalto”, como bien lo definió en esta XXV Fiesta Nacional del Chamamé, “la de Plata”, otra de las artífices de aquella revolución popular de la cultura correntina, Marily Morales Segovia.Aunque es aventurado afirmar que hayamos sido amigos -sería una exageración e irrespetuosidad- hubo una relación cordial y afectuosa, siempre abierta y bien dispuesta. Éramos partícipes de los mismos encuentros y los mismos lugares, y fueron decenas las notas y entrevistas que sobre él redacté entonces, en mis épocas de periodista en Corrientes y heredero de una página semanal especial “De nuestra tierra”, dedicada al chamamé y al folklore nacional.Después vinieron otros caminos, otras épocas y otros escenarios, y dejé de verlo. Pero para mí, Gonzalo del Corazón de Jesús Roch, Pocho Roch, fue uno de quienes me hizo amar el chamamé, verlo en su dimensión tan particular, asumirlo como una música propia y sentir orgulloso una correntinidad que jamás perdí.Ahora después de más de cuarenta años de producción y presencia incansable, acaba de anunciar su retiro de los escenarios chamameceros, aunque continuará en la tarea docente. Quedan tras él más de un millar de canciones producto de su guitarra y su pluma, donde se recuerdan algunas tan presentes como “Pueblero de allá ité”, “Por Santa Rosa me voy al río”, “Palabras a Itatí”, “ Jeroky yára”, “Taipero poriajú”, “De cunumí” o “Valdez, carpinchero” que supieron retratar su paisaje pueblerino y muchos de esos personajes cotidianos que el tiempo fue olvidando.





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