MONTECARLO. El Alto Paraná misionero volvió a transformarse en “zona caliente” en las últimas horas, después de que se registrara en Montecarlo un nuevo homicidio. Sin embargo, esta vez no se trató de una víctima común: de seis balazos fue asesinado a última hora del lunes Guillermo Daniel Ramírez (46), quien había trascendido a la opinión pública en 2011, cuando se comprobó que había formado parte de la gavilla armada que robó una avioneta del Aeroclub de Eldorado.Su presencia en aquel asalto resultó polémica. Es que para tal fin había escapado de la cárcel federal de Candelaria, donde cumplía una condena en prisión por “almacenamiento de estupefacientes con fines de comercialización”. Desde entonces pasó a ser más conocido como el “narcopiloto”.Por esos antecedentes ligados al narcotráfico y por la saña de los criminales es que la principal teoría alrededor del crimen hablaba de un “ajuste de cuentas”. No obstante, PRIMERA EDICIÓN pudo saber que los investigadores detuvieron a un sospechoso ayer a la tarde, lo que fortaleció otra de las líneas que estudiaban como móvil del hecho y que apunta a que en realidad Ramírez fue víctima de un feroz asalto.Esa última hipótesis se basa en que Ramírez habría alcanzado a forcejear con sus verdugos, quienes minutos después del homicidio “coparon” una carnicería de la zona y gatillaron en la cabeza al comerciante para robarle el dinero de la recaudación diaria.Aquel segundo golpe, en el que los homicidas demostraron tener acento lugareño y hasta llamaron por el nombre de pila al carnicero, desconcertaba a los detectives. Pero ahora todo indica que aquella noche hubo un violento “raid” delictivo en la modalidad motochorros. Más teniendo en cuenta que el detenido, conocido con el alias de “Maicol” (23), registraría antecedentes por delitos contra la propiedad. Noche sangrienta Todo comenzó alrededor de las 21 del último lunes a la altura del kilómetro 1.521 de la ruta nacional 12, a escasos 200 metros del acceso sur de Montecarlo, arteria también conocida como avenida Daru.Como casi todas las tardes, Ramírez regresaba a su casa después de cumplir con varios minutos de caminata en compañía de un conocido al que despidió unos 70 metros antes. La víctima caminaba por la colectora, cerca de una conocida parrilla, a metros del cruce con la calle Guabirá, cuando en la escena irrumpió una motocicleta azul y negra de 110 centímetros cúbicos en la que se desplazaban dos jóvenes.La lluvia de balas no tardó en producirse. Según testigos, los “motoqueros” abrieron fuego al menos siete veces. Seis de esos balazos impactaron de lleno en distintas partes del cuerpo de Ramírez, quien cayó gravemente herido y murió unos pocos segundos después.Efectivos de la comisaría local, con el comisario Héctor Araujo a la cabeza, y de la Unidad Regional III, a cargo del mayor Raúl Rolón, arribaron entonces a la escena en compañía de hombres de Criminalística.Las autoridades verificaron la identidad del fallecido y confirmaron que se trataba de Ramírez. Desde entonces, se hizo fuerte la teoría de un “ajuste de cuentas” vinculado a su pasado en prisión por narcotráfico. Sin embargo, en el lugar los uniformados cosecharon una primera duda: el reloj de la víctima apareció allí totalmente destrozado, lo que indicaría un forcejeo entre el también abogado y sus asesinos.El trabajo policial continuó sin sobresaltos hasta cerca de las 22, cuando un llamado de alerta volvió a sacudir la red policial. Se trataba del dueño de una carnicería emplazada sobre avenida Daru, a unos 800 metros de la escena del crimen.El carnicero relató que segundos antes habían irrumpido dos delincuentes armados en su negocio. Los forajidos le apoyaron un revólver en la cabeza y gatillaron dos veces. “Diego, quedate piola que queremos la plata”, le dijo uno de ellos con marcado acento lugareño. Después lo encerraron junto a su mujer y sus dos hijos en el baño del local. Escaparon con la caja registradora, donde se encontraba la recaudación del día.Pese al shock, el carnicero logró salir del baño, tomó su vehículo particular y comenzó a seguir a los ladrones. La persecución se extendió durante unas diez cuadras, desde Daru, por calle San Marcos, hasta la intersección con avenida Fechter. Al notar que tenían “compañía”, los maleantes se metieron en un malezal, cayeron de la moto, abandonaron la misma y escaparon a la carrera con la caja registradora.Un importante número de policías rodeó la zona pero fue imposible dar con los malvivientes. Se procedió entonces al secuestro de la motocicleta Cerro, que minutos más tarde fue reconocida por uno de los testigos del homicidio como la utilizada por los autores del crimen de Ramírez.El hallazgo de la mitad de una chomba de color blanco amarronado y gastado -o beige- en la baulera de esa moto, sería clave horas después. Sospechoso estaba durmiendo Cuando los datos de la moto llevaron a la Policía hasta su propietario, el conocido con el apodo de “Maicol”, se procedió a allanar su domicilio, ubicado en el barrio Vista Alegre de Montecarlo. Cuando los efectivos rodearon la casa no les fue muy difícil ponerle las esposas al acusado, quien dormía como si nada hubiera ocurrido. Durante la requisa en el interior del inmueble del presunto asaltante los pesquisas encontraron la mitad de una prenda de vestir que coincide 100% con la encontrada en la baulera de la moto de “Maicol”. De esta manera el círculo se fue cerrando sobre el sospechoso, en tanto que su presunto cómplice hasta anoche era intensamente buscado (se encuentra identificado y sería quien apretó el gatillo). Por estas horas, con los elementos con los cuales contaban los investigadores, la hipótesis más firme es la del raid delictivo, donde el “narcopiloto” se habría resistido a los exaltados motochorros. Por si fuera poco, tras asesinar a sangre fría a la víctima, intentaron un segundo golpe en una carnicería. En la escena no se hallaron casquillos, lo que confirmaría que los homicidas utilizaron un revólver de alta potencia. Un apodo que se hizo públicoEn las próximas semanas, Ramírez se disponía a firmar la libertad definitiva, después de cumplir con la condena completa por la que había recibido una pena de siete años
de prisión en 2008. En enero de ese año había sido descubierto con 4.124 kilogramos de marihuana que escondía en un hangar del aeroclub de Colonia Laharrague, un paraje emplazado sobre la ruta provincial 16, a unos 25 kilómetros de Montecarlo.Condenado por “almacenamiento de estupefacientes con fines de comercialización”, cumplía la pena en la Unidad Penal 17 del Servicio Penitenciario Federal, en Candelaria, cuando su nombre comenzó a sonar fuerte en la investigación por el robo de una avioneta en el aeroclub de Eldorado, en la madrugada del viernes 28 de octubre de 2011.Huellas dactilares halladas en una botella secuestrada en el aeroclub confirmaron que Ramírez formó parte del robo, pese a que nadie pudo explicar cómo el interno logró salir de la cárcel y posteriormente regresar, como si nada hubiese sucedido. Por el hecho una veintena de penitenciarios fue pasada a disponibilidad.Aquella avioneta apareció totalmente “repintada” y con otra matrícula en Santiago del Estero, repleta de marihuana, a mediados del año pasado. Para ese entonces Ramírez ya había recuperado la libertad y se había afincado en Montecarlo, donde vivía hasta el lunes.





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