POSADAS. Aquella madrugada, el trío finalmente decidió hacer realidad las amenazas. Los jóvenes, uno de ellos aún menor de edad, llegaron a la humilde vivienda del barrio San Marcos con un bidón y cuatro litros de nafta. Rociaron el combustible y prendieron fuego las maderas detrás de las cuales Pamela Anahí Seoane (12) descansaba. La pequeña pudo ser rescatada por una abuela, que vivía al lado, pero el fuego se llevó su vida unos pocos días después.¿Sabían que la menor descansaba en ese lugar? ¿O la venganza consistía solamente en reducir la casa a cenizas? La respuesta quizás ya no importe. Es que César Osvaldo “Polaco” Guzmán (20), Jonathan Gerardo “Dopi” Schmit (22) y Guillermo Gustavo “Chueco” Valenzuela (23) deberán sentarse en el banquillo próximamente acusados de “incendio seguido de muerte” por el hecho perpetrado el jueves 14 de junio de 2012 en el sur de Posadas.El panorama que enfrentan es complicado. Guzmán es requerido como autor de ese delito, mientras que Schmit y Valenzuela, como partícipes primarios. Sobre los tres podría recaer una pena de entre ocho a 20 años de prisión, si es que el Tribunal Penal 1 los encuentra culpables.PRIMERA EDICIÓN pudo saber que durante la semana pasada quedó cerrada la etapa de admisión de pruebas, por lo que en los próximos días el alto órgano judicial fijará fecha para el debate oral y público, que se llevará a cabo en los próximos meses. Allí finalmente se conocerá la verdad.Habla el expedienteLa causa fue elevada a juicio el 30 de septiembre del año pasado, después de que el magistrado Marcelo Cardozo, al frente del Juzgado de Instrucción 1 de Posadas, considerara agotada la investigación.Según consta en el expediente, al menos en primera instancia la Justicia no tiene dudas de que el trío arribó a la vivienda de avenida Pueyrredón y calle 67 cerca de las 4 de aquel día de junio de 2012.Mediante el testimonio de testigos se supo que los jóvenes habían jurado venganza a la propietaria del inmueble, madre de Pamela, en virtud de que los había denunciado en reiteradas oportunidades por consumir estupefacientes y generar desórdenes en la zona.Los testigos y las pericias indican que Guzmán, Schmit y Valenzuela irrumpieron en la escena “armados” con un bidón que contenía unos cuatro litros de combustible. Al parecer habrían notado que la vecina salió del inmueble -al parecer, debido a una emergencia médica de otra de sus hijas- y decidieron llevar adelante la amenaza que tantas veces habían mencionado.La casa, humilde, de paredes de madera y techos de chapas, ardió en pocos segundos y se transformó en una trampa mortal para la pequeña, ya que su madre había cerrado la puerta con candado desde afuera para evitar, justamente, que el problemático trío tuviera acceso. Jamás imaginó que el desenlace sería otro.La escena es desgarradora e indescriptible en palabras. En medio del fuego que lo consumía todo, la abuela -que vivía al lado- escuchó los gritos y la desesperación de su nieta, que luchaba por escapar del infierno. Entonces la mujer se armó de coraje, tomó un hierro y logró abrir la puerta. Rescató a la niña, pero las llamas ya habían hecho estragos en su cuerpito: los médicos le diagnosticaron el 40 por ciento de la superficie lesionada con quemaduras tipo A y B, principalmente en el rostro, el cuello, piernas y brazos. El fuego también le generó compromiso en las vías respiratorias.Pamela murió una noche. Su corazón dejó de latir cerca de las 22 del viernes 22 de junio de 2012. Había soportado con esfuerzo ocho días en la terapia intensiva del Hospital de Pediatría de Posadas. Fue un golpe para su familia y, en general, para todos los que día a día seguían su evolución por los medios.Antes de irse, la pequeña había escrito una carta conmovedora a su madre, que la mujer compartió en su momento con PRIMERA EDICIÓN: “Ma, quiero decirte que contás conmigo para lo que quieras, yo siempre voy a estar para vos”, se lee en la misiva. Pamela perseguía el sueño de la casa propia junto a su madre, quien debió mudarse de San Marcos por miedo a lo que podía llegar a pasar.Bomberos de la Policía provincial concluyeron que el hecho había sido intencional y la investigación no tardó en apuntar a Guzmán, Schmit y Valenzuela, quienes fueron detenidos en la noche del jueves 28 de junio de 2012 por efectivos de la Dirección de Investigaciones. “Polaco” en ese entonces aún era “Polaquito”. Tenía apenas 17 años. Los tres acusados aguardan tras las rejasGuzmán, Schmit y Valenzuela esperan tras las rejas el inicio del debate oral y público. El primero permanece alojado en la Unidad Penal IV del Servicio Penitenciario Provincial, la Alcaidía de Menores de Miguel Lanús, mientras que “Dopi” y “Chueco” aguardan por el juicio en la UP-VI, el Instituto de Procesados y Encausados, a pocos metros entre sí.Ninguno regresó a la calle desde que fueron detenidos, en la noche del jueves 28 de junio de 2012. Efectivos de Investigaciones de la Policía provincial los apresaron en el propio barrio San Marcos, después de un trabajo de varios días que incluyó vigilancia encubierta.Habían cumplido con las amenazas que lanzaron sobre la madre de la pequeña. Sin embargo, también para ellos ese fue el inicio de un calvario tras las rejas. Encuadre legalAunque no es muy conocido debido a que la instrucción de este tipo de casos no es común, el Código Penal Argentino cuenta con un artículo en el que se establecen las penas previstas ante un hecho de incendio que haya terminado en un homicidio. Dicho delito aparece penado en el inciso 5 del artículo 186. Allí, bajo el título “Incendios y otros estragos” de la sección “Delitos contra la Seguridad Pública”, se establece que “el que causare incendio, explosión o inundación, será reprimido (…) con reclusión o prisión de ocho a veinte años, si el hecho fuere causa inmediata de la muerte de alguna persona”. La carátula de la causa es “incendio seguido de muerte”.





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