PUERTO ESPERANZA (Enviado especial). Desesperadas por no tener donde vivir y luego de años de esperar una solución por parte de los funcionarios de turno, alrededor de cien familias decidieron ocupar un terreno de unas diez hectáreas, abandonado desde hace unos 20 años. En forma ordenada y prolija desmalezaron el predio, lo dividieron, montaron carpas y de a poco empiezan a construir sus viviendas de madera y cartón. Quienes conocen la situación aseguran que es un acontecimiento inédito para la localidad.La generación renovadoraEl 80% de las familias que ocupan el predio son jóvenes, que a lo largo de la última década no consiguieron trabajos estables ni posibilidades de acceder a una vivienda. Se trata de matrimonios de entre 25 y 35 años de edad con tres, cuatro o cinco hijos viviendo en casa de sus padres o, en muchos casos, sobreviviendo en precarias casas en zonas de bañados e inundables. Jóvenes que creyeron en la promesa de los gobernantes acerca de trabajo, vivienda y un futuro prometedor, hoy totalmente desengañados, decidieron tomar la iniciativa y pelear por un derecho fundamental: una vivienda digna, su lugar. “Queremos un terrenito acá, un lugar donde criar a nuestros hijos. Yo vivo en el bañado, y así muchos. Este lote está abandonado desde hace 15 o 20 años”, afirmó Marcelo Olivera. Y agregó: “Queremos pagar por el lugar, dentro de nuestras posibilidades. Ninguno de nosotros puede cumplir las terribles exigencias de Iprodha. Acá somos todas familias, acá no hay solteros ni nada, acá no hay política ni nada, es sólo la necesidad ya insostenible de la gente”.Elizabeth (25) está con sus hijos y sus padres cocinando junto a la carpa que montaron en el predio. Contó que “nos vinimos porque hace años que vivimos junto a mi suegra, su casa es muy chiquita y no entramos. Tenemos dos hijos y uno en camino, y hace años que solicitamos una vivienda pero el intendente le da a quien quiere, a sus amigos, a sus punteros, pero a los que más necesitamos no”.Manifestó que su marido trabaja “pero no sobra para comprar un terreno, o una casa, ni siquiera para alquilar. Durante años creímos que iba a llegar la solución pero ya no podemos más”.Blanca, su madre, adosó: “Vine a acompañar a mi hija porque entiendo su situación, siempre fuimos una familia humilde y trabajadora, todos los que están acá es por necesidad. Si nosotros pudiéramos le daríamos un terreno o una casa, pero no podemos. Vinimos para que ella no esté sola porque el marido está trabajando”.“Si nos echan, volveremos”“Las más de 100 familias que estamos acá somos argentinos y todos de Puerto Esperanza, y si nos echan, volveremos. No tenemos opción, no queremos mercadería ni nada sólo nuestro lugar”, aseguró Carlos, otro de los vecinos presentes.Dora es madre de ocho hijos. Si bien ella tiene su casa, dos de sus hijos poseen ya su propia familia conformada (dos y tres hijos respectivamente) y hasta el momento viven todos en su pequeña morada. Como es insostenible la situación de hacinamiento, decidieron también acompañar la ocupación del lote. “Ya no entramos en nuestra casa, hace años que pedimos vivienda y no nos dan. Nos quisimos anotar en el Iprodha y no nos dan los requisitos, y para pagar un alquiler de 1.000 pesos no nos sobra. Este problema viene de hace tiempo pero ya no se aguanta más, estamos desesperados, acá hay más de 300 criaturas”, dijo, y acotó que “una vez que tenemos nuestro lugar, ya podemos encarar con dignidad nuestras vidas”. Marquitos, a la esperaAndrea junto a Carlos y Marquitos también fueron a ocupar un terreno. Por primera vez en su vida vislumbran la posibilidad de tener un lugar propio. Marquitos sufre de parálisis facial desde su nacimiento y a pesar de su discapacidad y contra lo que marca la ley, jamás pudo acceder a una vivienda. “Estamos acá porque vivíamos en el bañado, tenemos dos hijos, uno de ellos con discapacidad desde el nacimiento. Marquitos tiene parálisis facial, todo lo que gana mi marido trabajando apenas si alcanza para comer y los gastos que tenemos con los traslados del chico”, explicó Andrea. Con respecto al pedido de una vivienda al ente habitacional, dadas las capacidades diferentes de su hijo, respondió que “me cansé de solicitar pero el intendente (Alfredo Gruber) no se ocupa de nada. Les dan casas a los acomodados. Nosotros somos pobres, no tenemos un lugar en este mundo, no servimos, no le interesamos a nadie, sólo sabemos trabajar”.





Discussion about this post