POSADAS. Ganó la carrera de su vida. El obereño Gastón Vancsik tiene sólo 21 años y es un apasionado del deporte motor, por eso reconoce y cuenta que vencer a la enfermedad de leucemia, fue su victoria más grande. Gastón en poco menos de tres años, pasó de ser una promesa del karting a luchar contra esa enfermedad. Estuvo ocho meses internado en una sala de un hospital de Buenos Aires y durante todo ese tiempo sus familiares y amigos realizaron cadenas de oraciones, hicieron campaña de donación de sangre en Oberá. Y así, Gastón, sin conocerlos a todos se ganó el cariño de la sociedad misionera y de otros lugares también, no sólo del país sino del exterior: “En una jornada de donación de sangre, una señora llamó a mi papá desde España. Era una señora que no conocíamos, pero que quería participar de la campaña y no sabía cómo. Mi padre le contestó, muy sorprendido, que podía hacerlo en España, pero primero tuvo que buscar los lugares dónde podía donar allá”, contó Gastón, quien visitó por primera vez la redacción de PRIMERA EDICIÓN y con su naturalidad se ganó el cariño de todos. Un cambio de vida“En el 2012 me detectaron un Linfoma de Burkitt e hice un tratamiento con quimioterapia en Buenos Aires. Estuve siete meses, pero tras curarme de esta enfermedad que, por suerte no me dejó secuelas, apareció la otra. A los seis meses, en un control de rutina por el linfoma, los médicos me detectaron leucemia, ellos me dijeron que no es una continuación de la enfermedad anterior, y tuve que empezar de nuevo con los tratamientos”, comenzó a desandar Gastón. Añadió: “volví a hacer quimioterapia con el fin de conseguir una médula para trasplantar. Gracias al Señor pude conseguir, tras siete meses, un donante alemán y en el octavo mes me hicieron el trasplante. Tuve muchos vaivenes hasta que pude salir adelante y evolucionar bien”. Esa vez, contó el joven, fue una de las etapas más difíciles del tratamiento, aseguró. Sin embargo, atravesó otro momento más complicado: “Luego del trasplante, estábamos esperando que se cumpla el plazo estipulado para el alta, para que mi cuerpo no rechazara el trasplante. A menos de cinco días de finalizar ese período sufrí una descompensación y otra vez a internarme. Eso fue muy difícil, faltaban pocos días para las fiestas de fin de año y me hizo muy mal anímicamente, estaba destruido, adelgacé 16 kilos y no hablaba con nadie. Me aferré al Señor y a mi familia. Luego de todo un período de re-adaptación de la médula a mi cuerpo, me dieron el alta. Sin lugar a dudas fue mi peor momento, fue como dar dos pasos para atrás”, dijo. Por su fortaleza pasó, y hoy Gastón ya está en la última etapa de rehabilitación. “Gracias al Señor voy a volver a pasar las fiestas con mi familia”, cerró.





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