POSADAS. “Un día nos cansamos del abandono y empezamos a juntarnos para ver qué podíamos hacer para cambiar las cosas que más nos molestaban. Primero fue necesario conformar una comisión, que es parte de la burocracia obligada; tras esto tomamos la primera plazoleta, empezamos a arreglar los juegos, a pintarlos y así la idea ‘La chacra 149 vive’, empezó a prender”. Esto lo cuenta Aldo Villán, miembro de la comisión vecinal y una de las personas que dona horas de su tiempo libre para hacer posible el sueño de un “mejor barrio”. Villán cuenta que de a poco empiezan a movilizarse algunas de las familias de este sector, el más antiguo de ese núcleo habitacional, fundado hace 35 años, donde se estima que viven unas 800 familias.“Comenzamos por juntarnos para luchar por mejorar lo que no nos gustaba. Cada uno empezó por su cuadra, a mirar los focos que le faltan al alumbrado público, la mugre y las malezas de las esquinas y luego fue poner manos a la obra”, dijo el hombre. Es que, prácticamente desde su creación, la chacra 149 nunca no se pudo organizar por falta de entendimiento entre vecinos y, con los años, las problemáticas fueron tomando dimensiones de “bola de nieve”, hasta que, hartos de la inseguridad y de la mugre, un equipo de trabajo se organizó para pintar las plazas internas, hacer desmalezamiento y mejorar el alumbrado público.A través de la venta popular de pollos quieren ir juntando los recursos necesarios como para costear los gastos, en vista de que tienen las cinco plazoletas en muy mal estado y sectores donde las esquinas quedan a oscuras y son las “predilectas” para los ataques a los desprevenidos. Por ahora, uno de los objetivos es rescatar espacios abiertos, ya que esperan que una vez que las placitas estén nuevamente pintadas e iluminadas la gente volverá a apropiarse de estos lugares donde “lamentablemente es frecuente ver a pequeñas pandillas consumiendo alcohol u otras sustancias adictivas (ver recuadro).En general, cuando se habla con los pobladores de la zona, todos piden contención para sus hijos y que no queden olvidados en las calles, expuestos a la violencia, la droga y tantos otros problemas de fondo que tiene Villa Cabello.“Queremos hacer algo para alejar a los chicos de la calle y que no queden metidos en problemas, por eso no bajamos los brazos ni aunque nos sintamos cansados”, subrayó Villán, en su función de revisor de cuentas de la nueva comisión barrial.El vecino, quien ayer aprovecho el feriado para seguir pintando una plazoleta, contó a PRIMERA EDICIÓN cuáles son los proyectos de estas familias para cambiar un poco el paisaje y ofrecerles más oportunidades a sus hijos. “Desde que comenzó el trabajo, hace tan solo tres meses, sólo queda un 30% del complejo de departamentos sin alumbrado en las esquinas”, asegura bastante satisfecho, pese a que es consciente de que queda muchísimo por hacer.Entre jornadas de limpieza de microbasurales, la gente también comenzó a reunirse por medio de las redes sociales y -señaló Aldo con entusiasmo- “mucha gente joven de Villa Cabello se sumó. Acá somos unas 800 familias y en menos de tres meses ya se sumaron al menos 100 para colaborar. Entre todos ya costeamos la instalación de luminarias y ahora apuntamos a mejorar los espacios públicos internos”.“Postergados hace décadas”La amarga queja vecinal da cuenta de que la mayoría del barrio está postergada hace décadas, no existen plazas o espacios públicos, en condiciones razonables para el descanso y las reuniones sociales, o bien que esos sitios padecen los mismos descuidos y desidias que el resto de la infraestructura de la chacra. “Es muy bueno que todos nos hayamos juntado para trabajar por defender lo nuestro”, dijo y luego agregó: “No queremos cortar puentes para pedir que nos ayuden, ya es hora de que hagamos algo nosotros”. Por lo pronto, realizarán ventas de pollos para juntar recursos para la pintura y los focos.“Estamos en permanente contacto con los foros de seguridad, con la delegación municipal y otros organismos públicos, pero somos plenamente conscientes de que hay una parte del trabajo que lo tenemos que hacer nosotros, porque si no es así, nadie lo hace. Buscamos recuperar el rol de los vecinos, comprometernos entre todos y lo que es mejor: hacer las cosas y que el resto se dé cuenta de que también se puede involucrar”, argumentó. “Estamos atrasados 30 años”Por ahora, un pequeño grupo de vecinos se junta los domingos para resolver las necesidades del barrio por sus propios medios, a pulmón y con la certeza de que no queda otra que sumar funciones y resolver problemáticas de inseguridad e infraestructura.“Queremos recuperar baldíos y convertirlos en espacios públicos. También ver limpios algunos lotes para evitar que los delincuentes se escondan allí, ya que estamos con un gran problema de inseguridad”, cuenta Aldo.“Estamos 30 años atrasados. Buscamos recuperar el rol de los vecinos, aunque no sobran los recursos, se buscan donaciones y entre todos aportamos la mano de obra. Los pobladores de estos viejos edificios, mayormente ocupados por vecinos de condiciones sociales humildes, cuentan asimismo que todo se hace “a pasito de hormiga, porque hay que generar recursos y después contar con el tiempo para hacer el trabajo. Vamos despacito, pero vamos”, afirman.





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