OBERÁ. Se trata de una prueba orientativa y no de certeza. Sin embargo, para los investigadores policiales y judiciales es un indicio de peso y que aporta a la hora de reconstruir un episodio delictivo. El examen de parafina -que puede determinar si una persona manipuló un arma de fuego a través de un reactivo químico- en este caso habría dado resultado positivo para el único detenido en la causa que investiga la muerte de Gabriel Ferreyra (24). Este joven fue asesinado el pasado domingo en Oberá de al menos dos balazos. Poco después del crimen fue capturado el sospechoso, de 18 años, quien supuestamente era “amigo” de la víctima. Un dato llamativo del hecho es que el arma que se cree que fue utilizada para perpetrar el homicidio es propiedad del padre del detenido, un suboficial con prestación de servicios en el Escuadrón IX “Oberá”. El presunto autor sigue por estas horas hospitalizado y bajo custodia, mientras se recupera favorablemente de las lesiones que sufrió en el altercado que habría mantenido con la víctima el día en que todo sucedió. Fue en la madrugada del pasado domingo, alrededor de las 2.30. Ambos involucrados circulaban en una moto de 110cc, aparentemente propiedad de Ferreyra. Cuando llegaron a la altura de la calle Laguna del Iberá, en el barrio Villa Martos, se presume que los dos “amigos” mantuvieron una discusión que terminó en agresión física. Aún es materia de investigación porqué se inició el violento entredicho entre los protagonistas del lamentable hecho.Lo cierto es que, en base a los datos preliminares que manejan los uniformados, Ferreyra habría sacado un cuchillo y asestado varios puntazos a su “compinche” de andanzas, quien reaccionó y abrió fuego con una pistola nueve milímetros, marca Beretta. Al rastrear la procedencia de dicha arma fue que los efectivos determinaron que se trataba de la reglamentaria de un gendarme, padre del joven acusado. Todo indicaría que se la habría robado a su progenitor, aunque se desconoce oficialmente con qué objetivo. En ese sentido se sabe que los pesquisas tienen una línea investigativa casi confirmada, aunque por el momento se manejan con cautela a la hora de brindar mayores datos. Hasta anoche el sospechoso se encontraba internado en una habitación común del Samic Oberá y se aguardaba que tras su recuperación sea alojado en una dependencia policial. Actitud por lo menos sospechosaAún resultan confusas algunas actitudes del acusado y que seguramente se irán esclareciendo con el avance de la investigación. Por ejemplo, pese a estar herido tras la mortal discusión -por motivos aún desconocidos con su “amigo”-, caminó unos 400 metros hasta detrás de un salón pastoral y enterró el arma de fuego y el cuchillo con el que habría sido agredido. Después de eso, se presentó ante un sereno del lugar y aseguró haber sido víctima de un violento robo callejero (habría referido que le sustrajeron 300 pesos y el teléfono celular). Mientras tanto, la Policía siguió el rastro de sangre que dejó el joven desde la escena del crimen y lo ubicaron. Presentaba lesiones en la zona abdominal y en el brazo izquierdo, por lo que fue derivado de inmediato al hospital Samic, donde quedó internado bajo custodia.No obstante, el arma de fuego, el cuchillo y dos vainas servidas que el autor había intentado enterrar al costado de un árbol fueron incautados por los peritos. Ahora resultará interesante saber el motivo de la intención que tuvo el acusado de enterrar estos elementos. Algo que seguramente podrá decir si es que decide declarar ante la magistrada Alba Kunzmann de Gauchat, al frente del Juzgado de Instrucción 1 de Oberá y que sigue la investigación del hecho.





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