OBERÁ. El joven de 18 años acusado de matar al menos de dos balazos a Gabriel Ferreyra, en un violento episodio registrado en la madrugada del último domingo, salió de terapia intensiva y fue derivado a una habitación común en el hospital Samic de esta ciudad, indicaron fuentes de la investigación.Por el momento, está sospechado del delito de homicidio. Según pudo averiguar este diario, Ferreyra y su verdugo se conocían. Es más, la madrugada en que ocurrió el hecho ambos circulaban en una moto de 110cc, aparentemente propiedad de Ferreyra.En un momento determinado, por motivos que aún se desconocen, mantuvieron una discusión y de las palabras pasaron a la agresión física en cuestión de minutos.Todo ocurrió el domingo, alrededor de las 2.30 sobre la calle Laguna del Iberá, en jurisdicción del barrio Villa Martos. Tras la discusión, siempre al decir de los primeros datos de la pesquisa, Ferreyra habría sacado un cuchillo y asestado varios puntazos a su “compinche” de andanzas, quien reaccionó y abrió fuego con una pistola nueve milímetros, marca Beretta.El dato curioso de esta historia es, justamente, la procedencia del arma de fuego. Como publicó PRIMERA EDICIÓN en exclusiva, el mismo día del hecho, se trata de la pistola reglamentaria del padre del joven internado bajo custodia policial en el hospital Samic, un suboficial de Gendarmería Nacional con prestación de servicios en el Escuadrón IX “Oberá”. Al parecer, se la habría robado, aunque se desconoce oficialmente con qué objetivo. En realidad, los investigadores tienen casi confirmada esa arista de la historia, sólo que optaron por no decirla. Al menos por ahora. En el escenario del hecho, la Policía Científica encontró dos vainas servidas en el suelo y una tercera, en la nueve milímetros. Esto indica que el joven de 18 años efectuó al menos tres disparos, aunque no todos habrían dado en el cuerpo de la víctima.Ferreyra se desplomó y para cuando tocó el suelo, estaba sin vida.El pistolero entonces comenzó a correr y lo hizo a lo largo de unos cuatrocientos metros. Allí se detuvo a los pies de un árbol para revisar sus heridas y enterrar el arma.Apenas tuvo fuerzas para pedir auxilio al cuidador del Instituto Hermann Gmeine, un lugar utilizado por lo general para retiros espirituales. Entonces habría sido el sereno quien llamó a la Policía para que auxiliaran al herido.Fuentes de la investigación indicaron que el muchacho presentaba heridas de arma blanca en el estómago y en el brazo derecho.Fue internado en el sector de cuidados intensivos del hospital Samic de Oberá, donde el martes fue llevado a una sala común. Muchas hipótesis se tejieron desde entonces alrededor del violento episodio, pero hasta aquí la más fuerte habla de que ambos se conocían y andaban armados. La Policía primero se topó con e cadáver de Ferreyra y luego siguió el hilo de sangre que los condujo al hijo del gendarme, que continuará detenido en averiguación del caso. La versión del robo del celular y $300Los investigadores indicaron que cuando encontraron al muchacho de 18 años, con lesiones de arma blanca en el estómago y en el brazo derecho, éste les habría dicho que fue víctima del robo de su celular y la suma de 300 pesos.Casi en simultáneo, encontraban la pistola de su padre, gendarme que presta servicios en el Escuadrón IX de Oberá, enterrada a los pies de un árbol. El muchacho está imputado de homicidio y, ni bien reciba al alta médica, será conducido a los calabozos de la comisaría Segunda de Oberá, donde permanecerá hasta que la jueza Alba Kunzmann de Gauchat le tome declaración indagatoria. Más allá de lo que habría dicho, los detectives manejan otras aristas del hecho que los conducen a otras circunstancias. Pero habrá que esperar para saber la decisión que vayan a tomar la jueza y el Ministerio Público Fiscal.





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