OBERÁ. La conmoción se apoderó en las últimas horas de esta ciudad, nuevamente por un caso de violencia juvenil, aunque ahora con una arista particular. En la Capital del Monte, un joven ejecutó a otro de un disparo en la cabeza con el arma de fuego que le había robado a su padre, suboficial de Gendarmería Nacional.La víctima fue identificada como Gabriel Ferreyra (24), quien recibió al menos dos impactos de bala. Antes de perder la vida en medio de una acalorada discusión con quien sería su conocido, alcanzó a apuñalar al joven de 18 años que le había disparado, quien anoche permanecía internado en estado crítico.El presunto homicida, gravemente herido, intentó enterrar el arma reglamentaria de su padre para ocultarlo. Logró hacerlo, pero de todas maneras los detectives lograron dar con ella.Según pudo saber PRIMERA EDICIÓN, el drama se desató alrededor de las 2.40 de ayer en la calle Laguna del Iberá del barrio Villa Martos, unas 16 cuadras al sur del centro de Oberá y a no más de 500 metros de la ruta nacional 14.Siempre en base a la principal hipótesis que se maneja en el seno de la investigación de la Unidad Regional II, Ferreyra guiaba una motocicleta de 110 centímetros cúbicos aparentemente acompañado por el joven de 18 años. El conductor portaba un arma blanca y su presunto acompañante, una pistola nueve milímetros marca “Beretta”, que todo indica que sería propiedad de su padre, un suboficial de Gendarmería Nacional con prestación de servicios en el Escuadrón IX de Oberá.Los detectives intentaban establecer anoche los motivos de la presencia de los jóvenes en el lugar y el porqué de la tenencia de las armas. Ambos vestían además ropas oscuras, según se pudo saber.Lo cierto es que, al parecer, en determinado momento se inició una acalorada discusión entre ambos que no tardó en pasar de las palabras a la acción. Entonces Ferreyra habría extraído un cuchillo de importantes dimensiones y apuñaló al menos tres veces a su contrincante.El herido no tardó en reaccionar y de entre sus ropas sacó el arma de fuego. Sin contemplaciones, siempre al decir de la reconstrucción policial, gatilló tres veces. Dos de esos proyectiles dieron en Ferreyra, uno de ellos en la cabeza. El mayor de los involucrados cayó al suelo ya sin vida.Gravemente lesionado, y pese a la importante pérdida de sangre, el autor de los disparos se alejó de la escena en busca de ayuda. Caminó unos 400 metros hasta detrás del salón pastoral del Instituto Hermann Gmeiner, donde tuvo fuerzas para enterrar el arma de fuego y el cuchillo con el que habría sido agredido.Después de eso, se presentó ante un sereno del lugar de retiros espirituales y aseguró haber sido víctima de un violento robo callejero.La Policía no tardó en llegar. Y no hizo falta que ese guardia diera aviso. Es que los uniformados llegaron hasta la escena del crimen y siguieron los rastros de sangre que los llevaron hasta el principal sospechoso.El joven tenía lesiones en la zona abdominal y en el brazo izquierdo, por lo que fue derivado de inmediato al hospital Samic, donde quedó internado en terapia intensiva, bajo custodia policial.De regreso a Villa Martos, efectivos de la comisaría seccional Segunda y de Criminalística de la UR-II llevaron adelante las pericias correspondientes y dieron con el arma de fuego, el cuchillo y dos vainas servidas que el autor había intentado enterrar al costado de un árbol.La magistrada Alba Kunzmann de Gauchat, al frente del Juzgado de Instrucción 1 de Oberá, llegó hasta el lugar de los hechos y ordenó el secuestro de dichos elementos, de la motocicleta que guiaba Ferreyra y de un automóvil Dodge 1.500. Todo será examinado en busca de pruebas.La Justicia ordenó también una autopsia sobre el cuerpo de Ferreyra con el objetivo de buscar más detalles sobre el hecho.





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