SAN VICENTE. “En abril pasado cumplí 91 años y me siento tan joven como una chica de quince”, aseguró Modesta Rivero a PRIMERA EDICIÓN en un portugués bien definido. Doña “Leka”, como la conocen en Fracrán, volvía a la tardecita del rozado de su chacra y la esperaba un grupo de mujeres para que las venza. Siempre de buen humor, hace pasar a sus circunstanciales visitas en su humilde casa de madera y no las deja irse. Busca conversación y comenta algunas frases que hacen levantar el ánimo a las mujeres convalecientes que se acercan en busca de un alivio.Con una contextura baja y un cuerpo menudo, sale por una puerta lateral de la casa de atrás, levanta la mano y dice con voz fuerte “entren, pasen” y vuelve a meterse en su hogar. Adentro hay una señora con una nena en los brazos, que muestra un cierto malestar, y espera que la “vencedora se decida y haga la oración para que alivie el dolor de estómago de su hijita”.Los nuevos invitados de la anciana entran con cuidado por los perros que cuidan la vivienda. “Si Doña Leka dijo que entren, los perros no hacen nada”, dijo una de las mujeres que se mete abriendo camino en el portón. Entran a la casa y la mujer comienza a hablar y a contar que acababa de regresar de sus trabajos en la chacra: “Recién llego del rozado, el calor me hace un poco mal, pero estoy un poco atrasada con las plantaciones. Hoy me fui a la 1 de la tarde y el sol estaba fuerte”.Mientras cuenta esto, carga sillas de madera de las distintas habitaciones de la casa e invita a sentarse a todos los que llegaron. Sin apuro, comenta ante una pregunta por la edad y dice “el pasado abril cumplí 91 años y me siento tan joven como una chica de quince. Creo que me van a tener que aguantar unos cuantos años más”, se ríe a carcajadas.Le piden un poco de agua y ella enciende una bomba que saca el vital líquido de un pozo. “Está fresca agua, pero hace mucho calor, voy a traer un poco de hielo para darle agua fresca”, dice. Sin apuro, hace lo mejor para agasajar a los invitados.Luego, la mujer vencedora cuenta -mientras le sacan fotos- que “yo soy famosa, mis fotos están por todo el mundo gracias a Internet. Acá viene gente enferma a la que el médico no le puede curar y él mismo manda que vengan conmigo. Yo les curo y luego vienen y me sacan fotos y ponen en Internet. Yo soy famosa”, vuelve a reír a fuertes carcajadas.Doña Modesta Rivero se siente una mujer joven y tiene muchas ganas de seguir sirviendo a su comunidad. Ella nació en esa pequeña población al norte de San Vicente, Fracrán. Siempre vivió en la misma chacra donde crió a seis hijos y a uno que adoptó. Tiene muchos descendientes y todos se acercan a atenderla, al igual que los vecinos, aunque ella es autosuficiente y no quiere depender de los demás. Es más, siempre está dispuesta a darle una mano al que lo necesita.Es reconocida por su generosidad e incluso una calle lleva su nombre. Está jubilada y su sueldo no le alcanza para poner techo nuevo a su casa. Un plástico negro cubre las chapas de cartón que están agujereadas. Mucho menos le alcanza para hacer una casita nueva. La ayuda para mejorar sus condiciones de vida sería importante, ya que no tiene pisos y su techo está roto.





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