POSADAS (Por Gisela Fernández). La denuncia por supuesto abuso sexual contra un maestro de cuarto grado de la Escuela 43 alteró el clima de esta centenaria institución. Pese a que el docente denunciado está detenido y el Consejo General de Educación (CGE) separó en forma preventiva a los directivos y a la psicopedagoga, persiste la sensación de miedo en la comunidad educativa. Recelosos, muchos padres acompañan a sus hijos a la escuela y se quedan rondando en los pasillos de la institución o en la vereda mucho después de dar comienzo a la jornada de clases. No se habla ni se piensa en otra cosa que el horror de lo denunciado: niñas de 9 años que habrían sido manoseadas por un adulto al que se le confiaba su educación y el cuidado. La Justicia está en plena investigación de los hechos. Fue una de las alumnas afectadas la que rompió el silencio y, el 4 de julio de este año, acudió a una de sus maestras y le contó lo que estaba sucediendo. La maestra no dudó sobre la veracidad de lo que escuchó en boca de la niña y ese mismo día se reunió con la psicopedagoga y la directora para contarles el testimonio de su alumna. La camaradería entre colegas no nubló el criterio de esta maestra que hoy está teniendo serios problemas de salud porque el estrés le está pasando factura. Aún así, pidiendo el anonimato, la docente confió a PRIMERA EDICIÓN “no puedo tomarme la licencia porque después de todo lo que pasó, los chicos tienen miedo que vengan otros docentes, no le tienen confianza a nadie. Por eso, mi objetivo es venir todos los días con una sonrisa a enseñarles hasta que terminen las clases”. Algunos acusan a los alumnos de mentir Después de escuchar a su alumna, la maestra confió que “La directora subió al grado y habló con los alumnos. Pocos días después comenzó el receso de invierno y al regreso de las clases, el maestro que hoy está detenido, ya no estaba frente al grado porque la directora le pidió que se tome licencia. Eso fue todo. La directora ni siquiera me dejó hacer una reunión con los padres para contarles lo que había pasado”, recordó. Desde entonces, la maestra y sus alumnos aguantaron en silencio la inacción. Hace dos semanas, cuando la Justicia ordenó la detención del docente, el silencio se transformó en presión “hay maestros que los acusan de mentirosos… ya no sé quién los protege y quién no. No tengo miedo por mi trabajo, sino por los chicos porque no hay que sumarles más cosas de las que ya pasaron… yo voy a seguir siendo maestra aunque me lleven a La Plata”, aseveró esta docente que es mamá de un bebé de 11 meses.“La psicopedagoga me acompañó en todo”“Lo que me contó mi alumna sobrepasa los límites de las irregularidades, no puedo creer que un adulto toque a un niño de esa manera abusiva. En ningún momento dudé de lo que me decía porque un niño no puede mentir en este tipo de cosas y mucho menos en la forma en que describió todo. Fui directo a hablar con la psicopedagoga quien me dijo que era un tema muy grave y me sugirió que hablara con la alumna para pedirle su consentimiento para hablar con ella. La psicopedagoga me acompañó en todo el proceso, incluso fue conmigo cuando hice la denuncia penal. No sé cuáles fueron los criterios del CGE para separarla preventivamente de la escuela, junto al equipo directivo, pero espero que después que se investigue todo y averigüen quién hizo bien las cosas, pueda recuperar su cargo porque sería muy injusto que el que denuncie quede sin trabajo”. “Una abogada me dijo que podía y tenía que hacer la denuncia”Según confió la educadora a PRIMERA EDICIÓN, “no sabía cómo debía actuar ante lo que me confesó mi alumna. Hasta ese momento, ella no se había animado a hablar con su mamá, por lo que yo era la única adulta al tanto. Yo pensaba que no podía pasar por encima de mis superiores, por eso les informé de inmediato para que ellos denunciaran la situación, pero pasaban los días y no denunciaban nada. Durante agosto y septiembre empecé a tener gastritis y un problema intestinal serio… el médico me explicó que era consecuencia del estrés. Me estaba consumiendo la situación”, confesó angustiada. Fue entonces que la docente se encontró con una amiga abogada quien le explicó que la ley no sólo le autorizaba a denunciar ante la Justicia el abuso sexual sino que además estaba obligada a hacerlo. “Me explicó que al hacer la denuncia no pasaba por alto la jerarquía institucional porque antes informé a mis superiores. Sin dudar más, el 29 de septiembre hice la denuncia ante la fiscalía. Me acompañó la psicopedagoga que, incluso, anexó su testimonio”, recordó. A la primera niña que habló se sumaron otras alumnas de los tres cuartos grados del turno mañana de la Escuela 43. “A mí no se me permitió hablar con los padres, yo me acerqué a ellos por cuenta propia para avisarles que hice la denuncia junto a la psicopedagoga. Una vez que las niñas hablaron con sus padres, estos se fueron haciendo responsables y en este momento la mayoría cuenta con asistencia psicológica”, indicó la maestra que priorizó la defensa de sus alumnos.





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