PUERTO IGUAZÚ. Comenzó a sentirse el calor y no da tregua en esta ciudad, con 35 grados de promedio durante toda esta semana, pero lo peor es que el servicio de electricidad también hizo notar su deficiencia.Los cortes de energía se producen de manera diaria, se alternan según los barrios y suelen ser durante un promedio de una hora, aunque muchas veces se extienden.Aires acondicionados, ventiladores o un fresco tereré bajo un árbol: todos los recursos son buenos para aguantar el calor. Emsa no deja muchas opciones, hay que tomar algo fresco porque la energía eléctrica no está garantizada.El miércoles a la tarde, mientras se inauguraba un lujoso hotel en las 600 Hectáreas, con presencia del Gobernador y teleconferencia con la Presidenta de la nación, la Ciudad de las Cataratas, elegida como una de las Maravillas del Mundo, estaba sin luz.Las redes sociales explotaban con comentarios al respecto, ya que, a pesar de las inversiones en transformadores, aún no se resuelve la problemática, con tarifas exorbitantes y un pésimo servicio.Durante la noche del miércoles, el corte de energía en el centro fue un agregado que dio color a la caravana de los bomberos que de esa forma inauguraban sus vehículos nuevos y se “encargaron” de dar luz desde las autobombas.Días pasados fue el turno del barrio Ignacio Abiarú. El corte duró dos horas y media, mientras la temperatura alcanzaba los 30 grados. Al día siguiente le tocó al barrio Obrero y así se suceden los días con esta situación constante.Tener un grupo electrógeno es de extrema necesidad para los hoteles y locales gastronómicos más alejados del centro de la ciudad, mientras que los locales comerciales menores deben prevenir la situación.Desde la delegación local de Emsa no atienden los llamados telefónicos de los clientes que quieren obtener información sobre las causas del problema. El alumbrado público también es una falla constante: existen lugares muy oscuros ante la falta de luz en las calles y se vuelve peligroso para los vecinos. “Yo ando siempre con una linternita”, contó Analía, ya un poco acostumbrada a la falta de energía.





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