POSADAS. La autopsia reveló la saña con la que actuó el asesino. Después de ser degollado, Sixto Romero (62) recibió un puntazo en la cabeza que le provocó una grave fractura de cráneo. Murió segundos después frente a su casa, en el mismo lugar donde el cuerpo fue encontrado por la Policía.El crimen que conmocionó al complejo habitacional A-4 en plena mañana del último domingo aún está bajo la lupa de los detectives de Homicidios y de la Dirección de Investigaciones de la Unidad Regional X, quienes ayer continuaban con la búsqueda del arma homicida.Gracias a los resultados del examen forense, los investigadores creen que el exconvicto Luis Alberto Leonard (51) -las pruebas lo señalan directamente como autor del hecho- utilizó un arma blanca de dimensiones. Un machete o quizás un cuchillo de gran tamaño.Además de que continúa la búsqueda del arma blanca, PRIMERA EDICIÓN pudo saber también ayer en base a sus fuentes que aún no estaba claro el móvil del hecho. Aunque en principio se hablaba de una relación desgastada debido a que Leonard le pagaba el alquiler de una pieza a Romero y que éste lo había echado, en las últimas horas esa hipótesis fue descartada. En realidad, Romero y Leonard eran aparentes “compañeros de tragos”. Según testigos, era común que compartieran caña u otras bebidas alcohólicas en casa del primero. Por eso, también era una costumbre que luego de esas interminables rondas Leonard se quedara a dormir en el A-4.Sin embargo, algo se rompió en la relación entre ambos y terminó de estallar alrededor de las 8.30 del último domingo en la manzana 236 del mencionado complejo habitacional. Desde ese lugar, a unas tres cuadras de la comisaría Decimoprimera, los vecinos dieron aviso del hallazgo de un cadáver en la vía pública.La Policía llegó e identificó a la víctima fatal como Sixto Romero, quien vivía a pasos de la escena. Mediante testigos se pudo saber que Leonard no sería ajeno al hecho. Por eso miembros de Homicidios y de la Brigada de la UR-X montaron un operativo y apresaron al principal sospechoso cuando caminaba totalmente desalineado cerca del Mercado Central de Posadas.De la reconstrucción realizada por los investigadores se supo que Leonard se cruzó en el camino de Romero y le quitó la vida en cuestión de segundos con el arma blanca que era buscada hasta ayer. Los policías ya habían rastrillado casi 600 metros de monte sin obtener resultados.La causa está en manos del magistrado Fernando Verón, al frente del Juzgado de Instrucción 3 de Posadas, quien según las fuentes indagaría hoy a Leonard a los fines de conocer su versión de los hechos. Crónica de una muerte anunciadaTal como PRIMERA EDICIÓN publicó el último lunes, el principal sospechoso por el crimen de Romero es Luis Leonard (51), un expresidiario con numerosos antecedentes, múltiples sanciones tras los muros y hasta una fuga del penal de Loreto.Mediante sus fuentes, este diario pudo acceder al sumario del apresado, quien estuvo tres veces en prisión. Intento de homicidio, tenencia de armas y amenazas a sus propios familiares fueron el inicio de una carrera criminal que acabó el último domingo con una muerte. Leonard nació en Santa Ana, vivía en el barrio Laurel de Posadas y era empleado municipal cuando en el año 2000 fue condenado a ocho años de prisión por “homicidio simple en grado de tentativa”.En principio mostró buena conducta, por lo que salió en libertad condicional el 20 de noviembre de 2002. Sin embargo, al poco tiempo fue condenado por el delito de “amenazas y lesiones calificadas por el vínculo” en contra de un familiar. En 2003 se le impuso una pena de dos años de prisión efectiva y se lo declaró reincidente por primera vez.Como marca la ley, se le unificaron entonces esas dos primeras condenas, por las que purgó varios años tras las rejas, hasta que egresó de la Unidad Penal I del Servicio Penitenciario Provincial, en Loreto, el 21 de mayo de 2005. Hasta ese momento se había mostrado adaptado al tratamiento penitenciario.Sin embargo, la realidad indicó otra cosa. Leonard estuvo libre apenas cinco meses y el 3 de octubre de ese mismo año cayó por “portación de arma de fuego de uso civil”. En la Unidad Penal VI de Miguel Lanús terminó de estallar: por insultos y alteración del orden, fue sancionado y trasladado al menos seis veces al pabellón de Seguridad y Disciplina de Loreto, más conocido como “de inimputables”.Justamente cumplía una de esas sanciones en aquel lugar cuando el 13 de agosto de 2006 se fugó junto a otros tres presos. Ese escape le valió una nueva causa por “evasión”. Finalmente recibió una nueva libertad condicional el 22 de diciembre de 2008.No volvió a ser detenido hasta el último domingo. Más allá de que los informes previos a su última libertad no reflejaron signos de peligrosidad, las fuentes lo describen ahora como un hombre violento con varias denuncias radicadas por sus exmujeres. Esos episodios quizás fueron los primeros capítulos de la crónica de una muerte anunciada en el barrio A-4.





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