PUERTO RICO. Una serie de eventos desafortunados ha convertido el proyecto de una moderna terminal de ómnibus, en un monumento al gasto. La nueva terminal de la ciudad constaría con 16 andenes, boleterías, cuatro salas de espera totalmente cerradas y con butacas. Además habría locales comerciales para paliar la espera, sectores de estacionamientos de taxis, remises y autos particulares. Tendría espacios para juegos y recreación al aire libre, todo en un predio de 2,5 hectáreas totalmente parquizadas. Al menos así lo planteaba el proyecto que se presentó, fue aprobado y comenzó a construirse allá por el año 2010, bajo la intendencia de José Dieminger. Lo cierto es que el exintendente había planteado la necesidad de realizar una nueva terminal y para ello, ahorró durante los años de su gestión y llegó a la suma de ocho millones de pesos. Mientras guardaba el dinero, dejó de lado obra pública local cumplimentando con obras mínimas de suma urgencia. Cuando finalmente se comenzó con la construcción de la nueva terminal, sólo se llegó a un 75% de su realización. “La obra fue adjudicada y su plazo de construcción era de 180 días. En ese lapso de tiempo muere el contratista en un accidente de tránsito en el año 2011. Entonces la obra se dilata y se genera una prórroga de seis meses. Cuando nosotros llegamos al Gobierno en diciembre del 2011, la prórroga vencería el siguiente enero, entonces hicimos una nueva por otros 150 días, con la condición de que en ese tiempo se termine sí o sí la construcción. En ese momento le dimos a la empresa dos certificaciones de un 5% y realmente no pudieron terminar la obra. El avance era tan lento que cuando terminó la segunda prórroga, directamente tuvimos que terminar el contrato que nos unía porque la empresa estaba complicada en la Afip, tenía la cuenta cerrada en el banco. Una serie de cosas que determinaron la finalización del contrato. A partir de ese momento estamos reclamando cobrar el seguro de caución, que la empresa pagaba en caso de no poder terminar”, aseguró Federico Neis, actual intendente de la localidad, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.Entonces, la obra en sí, quedó a un 80% de su construcción. Al Municipio le quedaron de previsión 1.300.000 pesos que faltaban pagar y hoy están guardados en un plazo fijo. Lo cierto también es que con ese dinero mucho no se va a poder hacer, considerando que materiales, mano de obra y todo lo inherente a la construcción subió -y sube- de manera rápida y sin techo. Pero, además, no va a ser fácil encontrar una empresa que quiera hacerse cargo de todas las otras fallas que hay que atender. Porque no solamente la construcción quedó a medias, si no que fue realizada de manera deficiente y tiene muchas fallas técnicas, estructurales y de construcción cuya reparación deberá ser incluida en futuros presupuestos: tiene paredes rajadas, hubo problemas de nivelación al momento de construirla, tanto en andenes como en los locales comerciales, tiene rajaduras, filtraciones de agua en la losa, pisos sueltos, la playa de giro fue mal construida y cuando llueve toda la terminal se inunda. En la actualidad deberían sumar alrededor de cuatro millones de pesos a lo ya “invertido” para terminarla de manera eficiente. “Obviamente que con la plata que tenemos no la íbamos a terminar nunca”, indicó Neis, y agregó “estamos esperando cobrar el seguro de caución para terminarla”.Los problemas no terminan ahíSi se tiene en cuenta el estado en el que se encuentra, hay que poner mucho dinero para ponerla en condiciones, pero otro de los problemas -quizás el más importante – reside en su ubicación.Generalmente, las terminales de ómnibus de los distintos municipios se ubican en cercanías a la ruta, a escasas dos o tres cuadras, por la comodidad que esto significa, no sólo de pasajeros, si no también de los colectivos. En cambio, en Puerto Rico, esta terminal se encuentra ubicada a 1.600 metros de la cinta asfáltica principal “entonces es un contratiempo, porque por más de que se tenga un buen acceso, al entrar y salir de la terminal se van a perder más o menos veinte minutos y eso es algo que a los pasajeros no les gusta, eso lo sabe todo el mundo”, afirmó Neis.La terminal se encuentra sobre la avenida José Alejo Rauber, en la región nordeste del municipio. Allí se debió construir un nuevo acceso que conecte con la ruta nacional 12. Vialidad Provincial fue la encargada de realizar dicha obra. Al día de hoy está terminada: está el asfalto y la señalización pero falta lo más importante. Sucede que la jurisdicción de Vialidad Provincial sólo llega hasta un límite de la nueva entrada, el resto le corresponde a Vialidad Nacional. Entonces quedaron unos treinta metros de calle de tierra, en una pendiente, que termina siendo sumamente peligroso para el ingreso de los colectivos. Para solucionar ese inconveniente, Neis comenzó a gestionar a nivel nacional dos rotondas para Puerto Rico. Una ubicada en la unión de la ruta nacional 12 y la avenida 9 de Julio y la otra en ruta 12 y Presidente Alfonsín, que es el acceso a la terminal. Este pedido de construcción fue enviado a Vialidad Nacional, desde donde lo redireccionaron a la empresa encargada de la concesión del corredor Nº 6: el Órgano de Control de Concesiones Viales (OCCOVI), organismo encargado de supervisar y de la inspección, auditoría y seguimiento del cumplimiento de los contratos de los casi 10 mil kilómetros de rutas nacionales concesionadas del país. Consultados por este diario, la OCCOVI aseguró que “el proyecto de acceso a Puerto Rico prevé la ejecución de una rotonda en la intersección de ruta nacional N° 12 con la avenida 9 de Julio de esa localidad. (No en correspondencia con la nueva terminal de ómnibus). La concesionaria se encuentra elaborando el proyecto ejecutivo correspondiente, en base a una propuesta de anteproyecto analizada oportunamente por los especialistas en diseño del OCCOVI. Se estima la presentación del proyecto en diez días aproximadamente para su aprobación correspondiente, con comienzos de obras en el último trimestre del 2014”. Es decir que, a fines de este año estaría comenzando la obra de la primera rotonda, dejando para quién sabe cuándo la rotonda de ingreso a la terminal. Por ende, seguirá inutilizable. Son muchos los que piensan que mientras el acceso no esté, “no hay que invertir en algo que no se va a ocupar, porque mientras esa rotonda no exista, la terminal no es funcional”, como le confió a este d
iario una fuente consultada. Para peor, son varias las empresas que ya han avisado que no ingresarán a la terminal. Aquellas que tienen hasta seis frecuencias de ómnibus, por ejemplo, sólo permitirá el ingreso de una de ellas, el resto seguirá subiendo y bajando gente desde la ruta. “Realmente es una lástima que se haya hecho tan alejada”, se lamentó el jefe municipal. Como conclusión, el municipio de Puerto Rico invirtió un poco más de ocho millones de pesos y la Provincia gastó otros seis en el pavimento del nuevo acceso nordeste que se extiende por 1,6 kilómetros, a cargo de la Dirección Provincial de Vialidad. Una fuerte inversión de 14 millones de pesos que hoy no son más que un edificio con graves inconvenientes estructurales y olvidado en un acceso, paradójicamente, inaccesible. 14 millones de pesos para nada.




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