POSADAS. Una nueva declaración complicó aún más a algunos de los policías detenidos en averiguación de la muerte del albañil Carlos Raúl Guirula, de 33 años. Se trata del testimonio que brindó anoche ante el juez que sigue la causa, Marcelo Cardozo, de un hombre que se hallaba tras las rejas en la comisaría Decimotercera aquella madrugada en la que el trabajador de la construcción llegó sin vida a bordo de una patrulla. Fuentes del caso afirmaron que la frase que dijo el testigo ante el magistrado fue: “Escuché baldazos y manguerazos a los pocos minutos de llegar el móvil policial”. Una frase que no sería relevante en la causa salvo por un detalle que la vuelve terriblemente reveladora e impactante: existen sospechas de que la comisión policial que trasladó a Guirula hasta la citada seccional intentó alterar la escena de un presunto homicidio lavando el piso y la caja de la camioneta de la fuerza. La intención aparentemente fue no dejar rastros de huellas, algo que fue inútil porque el luminol luego estableció que existían manchas de sangre en distintas partes de la carrocería del vehículo. En declaración indagatoria, los policías dijeron que no lavaron la camioneta, sino que intentaron “despertar” a Guirula a los baldazos. Pero es allí donde la frase que dijo el preso ante el magistrado anoche vuelve a recobrar una fuerza enorme, ya que hace surgir un interrogante casi inevitable: ¿acaso alguien intenta “despertar” a una persona arrojándole tanta agua que justifique tanto “baldazo” y tanto “manguerazo”? No obstante, la investigación prosigue y la Justicia será la que tendrá la última palabra. En otro orden, y en cuanto a la ronda de testimonios (que el juez tenía previsto clausurar ayer en torno a la causa), trascendió que restaría otra declaración y también sería de uno de los presos que estaba esa noche alojado en uno de los calabozos de la comisaría Decimotercera (fue citado pero no se presentó ayer). Según pudo averiguar este diario, desde dichas celdas los dos presos convocados por la Justicia no tenían forma de observar lo que ocurría, pero sí de escuchar claramente. El momento exacto en que el testigo que prestó declaración anoche dijo oír los “ruidos de baldazos y manguerazos” está comprendido entre las 3.20 y las 4, aproximadamente, de aquel fatídico sábado 19 de julio, y provenían del playón de la mencionada seccional. “Fue momentos después de llegar el móvil policial”, aclaró el hombre que testificó ayer y que se hallaba alojado esa noche bajo sospecha de “hurto automotor”.





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