Ambulancias y camiones de bomberos de los servicios de emergencia de la Franja de Gaza se concentraron en la entrada del barrio de Shejaiya, a la espera de una tregua humanitaria entre Israel y el movimiento palestino Hamas.El anuncio llegó: doce horas de alto el fuego para retirar a los muertos y heridos y evacuar a los aterrorizados habitantes que permanecían en esta periferia de la ciudad de Gaza (norte de la Franja), tras una noche de incesantes ataques israelíes.Se formó un convoy de vehículos que avanzó lentamente dentro del distrito, con el ruido de los bombardeos todavía sonando en el aire.No estaba claro si el ataque tenía lugar en Shejaiya o en algún barrio vecino, así que siguieron circulando.Les esperaba un panorama de absoluta devastación: edificios enteros derruidos, un inmueble de varios pisos todavía en llamas, una sandalia violeta de niña y una zapatilla azul de niño que sobresalían entre los escombros.Había cadáveres esparcidos en las calles, algunos carbonizados, imposibles de identificar, otros sin extremidades.Los órganos internos de color amarillo contrastaban con el resto del cuerpo chamuscado de un hombre que yacía con una bata puesta.Los muertos eran jóvenes y viejos y entre ellos los cuerpos de varios niños eran recuperados por socorristas conmocionados.También hallaron los restos de una de sus ambulancias, con sus ventanas reventadas. Desconocían si se trataba del vehículo en el que viajaba su colega Fuad Jaber, fallecido horas antes junto al periodista palestino Jaled Hamad.Doctores y asistentes se desplazaban a pie por las calles, acompañados de fuerzas de la defensa civil. “Si sigue allí, salga, es seguro. Somos de la defensa civil”, gritó un oficial.Dos mujeres y un hombre, aterrorizados, emergieron entre los escombros. “¡Nuestro padre está muerto! ¡Todavía está en la casa, todavía está en la casa!”, gritó una mujer. Sus allegados trataron de calmarla al tiempo que huían de la zona.Pero no todos los que escapaban eran civiles. Un grupo de hombres cargados con armas automáticas salieron de un edificio, algunos de ellos cubriendo sus rostros con un pañuelo. Uno trató de esconder el arma con una bufanda y meterla en una bolsa de plástico.En un edificio, tres hombres observaban sospechosamente la llegada de los servicios de emergencia a través de un agujero en la pared.Uno a uno, salieron por el agujero, dirigiéndose a los socorristas: “¡Hay dentro cuatro personas muertas bajo una escalera que se derrumbó!”, dijo uno. Sólo uno era visible: un hombre cuyas piernas sobresalían de los escombros.Los médicos indicaron que no podían hacer nada por los cadáveres atrapados bajo las ruinas. “La defensa civil tratará de sacarlos, pero (…) sólo podemos llevarnos a los heridos y a los muertos que se pueden transportar”, dijo un médico. Aparecieron otros hombres, incluido un anciano con una herida en la mano, que avanzaba tembloroso junto a su hijo. “La salida militar no es la solución”En una carta publicada en el diario israelí Haaretz, el pianista y director de orquesta argentino Daniel Barenboim asegura que escribe con el “corazón encogido” por los eventos en Gaza.“Todos los intentos de negociar una solución fracasaron porque no tuvieron en cuenta que no se trata de un conflicto político sino humano, entre dos pueblos que comparten la convicción profunda y aparentemente irreconciliable de que tienen derecho a la misma pequeña porción de tierra”, expresó Barenboim. “En lugar de reconocer esta verdadera naturaleza del conflicto y tratar de resolverlo, las partes han estado buscando soluciones más fáciles y rápidas”, sostuvo el Mensajero de la Paz de las Naciones Unidas, quien cuenta con pasaporte israelí y palestino.Barenboim se solidarizó con los israelíes que viven con “los sonidos constantes de los cohetes”, aunque expresó que siente una “profunda compasión por la suerte de los palestinos en Gaza, que viven en el terror y lamentan trágicas pérdidas todos los días”.Y agregó que ante el alto nivel de “truculencia y desesperación”se hace necesario buscar una solución real y verdadera al problema. “Un alto el fuego es indispensable, pero no es suficiente. La única manera de salir de esta tragedia, la única manera de evitar más tragedia y horror es aprovechar la situación de desesperanza y obligar a todos a hablar unos con otros”, proclamó. “Sólo a través de tratar de comprender la difícil situación del otro lado podemos dar un paso hacia la otra”, expresó el director musical de La Scala. Asimismo y citando al filósofo alemán Arthur Schopenhauer, afirmó que “nada nos traerá de vuelta a la senda de la justicia con tanta facilidad como la imagen mental de la pena, el dolor y el lamento del perdedor”.“En este conflicto, todos somos perdedores. Sólo podemos superar este triste estado cuando finalmente comenzamos a aceptar el sufrimiento de la otra parte y sus derechos. Sólo a partir de este entendimiento podemos intentar construir un futuro juntos”, propuso en su carta el co-fundador de la Orquesta West-Eastern Divan, integrada por músicos árabes e israelíes.En 2008, después de un concierto en Ramallah con dicha orquesta, Barenboim aceptó la ciudadanía palestina honoraria, convirtiéndose en el primer ciudadano del mundo con ciudadanía israelí y palestina. Según dijo, la había aceptado con la esperanza de que sirva como señal de paz entre ambos pueblos.





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