POSADAS. En medio de una interminable ronda de indagatorias que duró casi 20 horas, ocho de los once policías detenidos por el crimen de Carlos Raúl Guirula (33) rompieron el silencio. Dos de ellos incriminaron directamente a la oficial de la Decimotercera detenida, mientras que otros tres confirmaron la feroz golpiza que sufrió el albañil. Todo rodeado de contradicciones y acusaciones cruzadas.Como PRIMERA EDICIÓN publicó ayer, los uniformados arrestados comenzaron a desfilar desde las 9 del último jueves hacia el Juzgado de Instrucción 1 de Posadas, a cargo del magistrado Marcelo Cardozo, en calle Santa Fe al 1.600. Los seis que cumplían funciones en el Comando Radioeléctrico de la Unidad Regional I y los cinco que trabajaban en la comisaría de la chacra 241.Tres de ellos -uno de esa última dependencia y dos de la sede operativa- decidieron abstenerse. Pero los otros ocho hablaron ante Cardozo y dieron distintas versiones en relación con el procedimiento que acabó con la vida de Guirula hace exactamente una semana.El relato de la oficialAl respecto, la mujer policía que se encontraba como oficial de servicio en la Decimotercera declaró que aquel operativo fue normal. Reconoció que se utilizó la fuerza para reducir al albañil, pero negó la feroz golpiza. Y al ser consultada sobre el por qué de las lesiones que tenía el cadáver, deslizó que podría haberlas sufrido al caer sobre unas piedras, fuera del motel.Otro punto comprometedor en contra de la oficial tiene que ver con el hallazgo entre sus prendas de vestir, en su armario de la comisaría, del teléfono celular de Guirula. Al respecto, argumentó que lo había guardado y que luego se olvidó de entregarlo.Apuntaron contra ellaSin embargo, una versión diametralmente opuesta fue la que plantearon dos de los efectivos del Comando, quienes aseguraron haber visto a la mujer policía mientras pateaba a Guirula.Además, uno de ellos dijo que vio a uno de sus colegas parado sobre la espalda de la víctima, aunque no pudo identificarlo a raíz de la densa niebla que cubría la zona en ese momento. Otros dos, en cambio, sostuvieron que jamás se bajaron de la patrulla y no vieron nada.No obstante, en contra de los efectivos que cumplían funciones en la dependencia operativa, uno de sus colegas que trabajaba en la Decimotercera afirmó haber visto a “uno del Comando” que le pegaba una patada en la cabeza a Guirula.Al contrario, otro de los detenidos que trabajaba en la comisaría aseguró que mientras estaba agachado intentando reducir a la víctima vio como sus colegas pateaban a Guirula, pero justamente por eso, porque estaba en cuclillas, es que no pudo divisar quiénes eran los que le propinaban esa paliza.De toda esa serie de contradicciones, la más llamativa tiene que ver con el momento en que el albañil fue esposado. Los hombres de la Decimotercera juran que esperaron hasta la llegada de sus colegas del Comando para esposar a Guirula. Sin embargo, desde el otro lado de la vereda, los policías del Comando sostienen que cuando llegaron a la escena el hombre ya estaba esposado. Saber quién dice la verdad y quién miente al respecto puede resultar clave en la investigación, ya que se está hablando de quienes fueron los que redujeron a la víctima.Y finalmente, fue un efectivo del Comando Radioeléctrico quien confesó que le arrojó gas pimienta al detenido, pero cuando ya estaba esposado. Según las fuentes, ante la pregunta del juez sobre el por qué de esa acción, habría respondido que fue para probar la eficacia del producto químico.La llegada a la comisaríaSobre la llegada de la camioneta Toyota Hilux al playón de la Decimotercera, los uniformados declararon que, al intentar bajar a Guirula de la “caja”, notaron que no reaccionaba. Allí le habrían sacado las esposas y, siempre según el relato de los detenidos, arrojado un balde con agua a la cara para intentar reanimarlo. Negaron haber lavado el patrullero y atribuyen a ese acto la ausencia de sangre en el rodado para cuando llegó el juez y los miembros de la Secretaría de Apoyo para Investigaciones Complejas (Saic) del Poder Judicial.Además, pese a que las pericias de luminol encontraron rastros de sangre “de arrastre”, desde donde quedó estacionada la camioneta hasta cerca del sector de celdas de la Decimotercera, los policías negaron haber arrastrado el cuerpo, como tienen por probado los peritos que trabajan en el caso.Y al respecto, el oficial y el suboficial que se encontraban en la guardia de la dependencia, también detenidos, aseguraron haber quedado en su puesto y no haber visto nada desde allí a raíz de la niebla.Detención y muerteEl hecho tuvo lugar cerca de las 3.30 del sábado 19 de julio en un motel de avenida Andresito y Santa Catalina, a unas cuatro cuadras de la Terminal de Ómnibus de la capital provincial.Hasta ese lugar llegó Guirula a bordo de un Renault 19 blanco, junto a dos amigos y en compañía de dos mujeres. Al parecer, la víctima ocupó una habitación junto a una de las acompañantes y sus amigos, otra con la segunda dama.Minutos después, cuando todo había terminado y los clientes se disponían a salir, se inició una discusión entre el albañil y el encargado del lugar. Al parecer, el hombre se resistía a pagar una deuda de 104 pesos por la consumición de una botella de whisky.El pleito se tornó álgido y el empleado decidió llamar a la Policía. Primero llegó una camioneta de la Decimotercera con una oficial de servicio y dos uniformados. Guirula, según la versión oficial, se atrincheró en el vehículo, por lo que no tardaron en llegar tres móviles del Comando Radioeléctrico.Quién redujo al albañil y cómo lo hizo es lo que intenta determinar ahora la Justicia. Lo único cierto es que minutos después, cuando llegaron a la comisaría, Guirula estaba muerto. Había sufrido hundimiento de tórax, lo que le provocó la explosión de un pulmón. La autopsia reveló que tenía marcas de borceguíes en todo el cuerpo.El luminol halló restos de sangre en la camioneta, por lo que todo apunta a un encubrimiento masivo. Esa teoría se sustenta también en el hallazgo del celular de Guirula entre las prendas de vestir de la oficial. Como la familia de la víctima, la sociedad misionera pide justicia. Y que un hecho de estas características no vuelva a suceder jamás. La declaraciónde los testigosEn las próximas horas, el magistrado Marcelo Cardozo recibirá en su despacho el informe final de la autopsia realizada a Guirula, junto con las pericias planimétricas y demás trabajos realizados por la Saic del Poder Judicial.Mientras tanto, en el inicio de la semana venidera serían llamado
s a declarar al menos cuatro testigos del hecho. Ante la serie de contradicciones registrada tras las indagatorias, es de suponer que el relato de esas personas resultará determinante.También clave serán los dichos que vertirán próximamente ante la Justicia las dos trabajadoras sexuales que compartieron la madrugada con la víctima y sus dos amigos. Los once policías fueron imputados por el delito de “tortura seguida de muerte”. Se investiga el grado de responsabilidad de cada uno.





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