POSADAS. La Justicia imputó ayer a los once policías implicados en la muerte del albañil Carlos Raúl Guirula (33) el supuesto delito de “tortura seguida de muerte”, aunque el desarrollo de la investigación determinará la responsabilidad de cada uno.Anoche, al cierre de esta edición, cinco de los once acusados habían pasado por los estrados del Juzgado de Instrucción 1 de Posadas, a cargo del magistrado Marcelo Cardozo.Sólo uno de ellos se abstuvo de prestar declaración indagatoria, por recomendación de su defensa.Fuentes vinculadas a la pesquisa indicaron que la idea era permanecer en el Juzgado hasta finalizar con la ronda de indagatorias, tarea que podría prolongarse hasta la madrugada de hoy.El delito que se les endilga a los once policías, cinco de ellos de la comisaría seccional Decimotercera y el resto del Comando Radioeléctrico I, está tipificado en el artículo 144 ter del Código Penal y establece una sola condena: prisión o reclusión perpetua.Según pudo averiguar PRIMERA EDICIÓN, dos de los uniformados que declararon ayer están imputados por encubrimiento. Son los que no formaron parte de la comitiva policial que acudió al motel ubicado en la intersección de las avenidas Santa Catalina y Andresito.Los otros nueve sí aparecen más comprometidos en la causa, vinculados con la autoría material del hecho. Sus dichos fueron bastante similares. Habrían aplicado la terminología de “técnicas de reducción” para explicar la fuerza empleada contra Guirula, de quien dijeron que “estaba muy alterado”.En el mismo sentido, no reconocieron haberse excedido en el empleo de esas “técnicas de reducción”. Tampoco haberlo golpeado sin piedad una vez que fue esposado. Es decir, todo lo contrario a lo que indicó el informe de la autopsia, que encontró una hemorragia pulmonar interna y las costillas fisuradas en la víctima, además de puntazos de borceguí y hematomas en todo el cuerpo.En su versión de los hechos, estos dos uniformados consignaron que llevaron al detenido hasta la comisaría y que, al llegar, se percataron que estaba inerte. Pensaron primero que se había desmayado y después, casi inocentemente, cayeron en la cuenta de que había fallecido. Uno de los declarantes afirmó que Guirula estaba tan fuera de sí que le aplicó un golpe en el rostro.La instrucción se mostró tranquila y casi no repreguntó, en gran parte porque el juez aún no recibió el informe oficial y definitivo de las pericias llevadas a cabo en la comisaría Decimotercera.Esas conclusiones serían claves para desmentir o al menos contradecir la versión que anoche brindaron cuatro de los cinco imputados que declararon en la sede judicial de calle Santa Fe.Acusado de encubrimientoTrascendieron algunos aspectos de la declaración indagatoria del oficial de servicio que, la noche del crimen, se encontraba en la comisaría seccional Decimotercera.Este hombre fue acusado de encubrimiento. Para la Justicia, debió haber visto lo que sucedió; sin embargo, optó por callar.No está acusado de participar en forma directa en el episodio, porque no integró la comitiva que acudió al motel donde se desarrolló el procedimiento que acabó en la muerte de Guirula.El uniformado aseguró ayer ante el juez de la causa que lo único que pudo observar esa noche fue el cuerpo de un hombre tendido al costado de la camioneta Toyota Hilux de la comisaría 13ª, sin signos vitales.La declaración del oficial pareciera ir en sentido contrario a la teoría que maneja la Justicia respecto de lo que habría ocurrido en la dependencia policial.El cuerpo del albañil fue arrastrado hasta cerca de los calabozos, con el supuesto objetivo de limpiar el móvil policial, y vuelto a llevar a su lugar original, al lado del vehículo.Esa maniobra habría quedado al descubierto con la prueba de luminol que efectuó el gabinete criminalístico de la Secretaría de Apoyo a Investigaciones Complejas (Saic). Sin embargo, nada de eso habría sido observado por el oficial. Guirula murió el sábado pasado, después de ser detenido en un operativo policial en el citado alojamiento. Once efectivos participaron en él y, según dos de ellos, todos debieron intervenir para reducirlo, una situación más asociada a una estrategia defensiva que a la realidad.





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