POSADAS. Los once policías incriminados en el homicidio del albañil Carlos Raúl Guirula (33), acaecido el sábado a la madrugada, fueron conducidos ayer al Juzgado de Instrucción 1, donde los aguardaba el juez Marcelo Cardozo para notificarlos de los cargos en su contra, después de que cada uno designara a sus respectivos abogados. En un principio, dada la cantidad de involucrados que tiene la causa, la ronda de indagatorias se pospuso para hoy, a partir de las 9.En paralelo, la investigación que lleva adelante el juez de Instrucción 1 de Posadas, Marcelo Cardozo, no deja de arrojar detalles de un accionar policial tenebroso, completamente ilegal.Está prácticamente confirmado que los uniformados habrían sustraído la billetera al trabajador de la construcción, aunque no haya aparecido. El celular, por ejemplo, se encontró entre los efectos personales de la oficial de calle que, la noche del homicidio, estaba de servicio en la comisaría seccional Decimotercera.En la reconstrucción judicial, todo indica que la detención de Guirula comenzó dentro del motel ubicado en la intersección de las avenidas Santa Catalina y Andresito.Allí lo habrían reducido y esposado. Pero, una vez afuera, se habría suscitado otro incidente, ya con el albañil inutilizado por las esposas. Esa circunstancia llevó a los investigadores a sostener que la brutal paliza sucedió arriba de la camioneta Toyota Hilux perteneciente a la comisaría seccional Decimotercera.Concretado y conocido el crimen, los investigadores realizaron un allanamiento en el motel alojamiento y recorrieron sus alrededores. Justo afuera del muro perimetral observaron pisadas y marcas en el pasto y un cantero, como de una pelea.Allí, en ese lugar, encontraron uno de los zapatos del trabajador de la construcción.En ese contexto, se cree que Guirula fue golpeado sin piedad por cuatro o cinco policías, sin chances de poder defenderse.Como publicara este diario en un comienzo, el cuerpo tenía marcas de borceguíes en distintas partes del cuerpo. Una fuente consultada indicó que eran como puntazos, producidos por la punta de acero de esos calzados especialmente preparados para las fuerzas de seguridad.Guirula acabó con hematomas en todo el cuerpo, el pulmón reventado a golpes y un par de costillas fisuradas. “Se trató de una muerte agónica, es decir, la víctima sufrió quince o veinte minutos antes de morir. No fue un deceso instantáneo, en el acto”, agregó el portavoz consultado.Y si terrible fue la muerte de este hombre, de 33 años, resultó para el espanto la cadena de encubrimientos que se produjo con posterioridad. Lo llamativo de todo esto, incomprensible a todas luces, es que de los once policías incriminados ninguno haya tratado de parar semejante locura.Alguien pudo haberlo hecho por humanidad, por misericordia, por lástima o sencillamente porque no estaba de acuerdo. Pero la que tenía la obligación de detener tamaña barbaridad era la oficial que comenzó el procedimiento; por valores humanitarios pero, sobre todo, por deber y honra al uniforme que tal vez nunca más vuelva a vestir.El cadáver fue movido de un lado a otro de la comisaría seccional Decimotercera, en medio de la desesperación de los involucrados por ocultar lo que había sucedido. Pero la suerte estaba echada.Estrategia del GobiernoMientras crecen las expectativas por las resoluciones de la Justicia y las indagatorias que comenzarán hoy contra los acusados, el Gobierno provincial planifica en silencio una estrategia mediática ante la opinión pública. De acuerdo a las fuentes, la intención es “encapsular” el escándalo dentro de lo institucional -es decir, que la Policía afronte plenamente su culpa- y que el caso no afecte la imagen política. En ese sentido, se cree que podría haber nuevos cambios en la cúpula policial, pero no serían significativos. También es posible que se anuncien cambios en el sistema de preparación de los efectivos. El defensor de los violentos“¿Estás contento? ¿Ahora estás contento?”, dijo el policía al ver que, pese a su tenaz resistencia, el fotógrafo de este diario logró un par de tomas, aunque desde lejos.Las palabras del hombre de Investigaciones parecieran hacer referencia a un episodio accidental, en el que once colegas cayeron en desgracia por obra de la diosa fortuna, sin responsabilidades o culpas. Pseudo moralismo, filosofía barata de un hombre que debería preocuparse más por que casos de brutalidad policial, como éste, no se repitan más en la provincia.Ni en la televisión nacional suele verse a policías corriendo a periodistas o fotógrafos, entorpeciendo su labor, como sí sucede en Misiones.Y no son órdenes que provienen de arriba, porque PRIMERA EDICIÓN consultó con autoridades judiciales para confirmar o descartar si hubo alguna indicación en ese sentido y la respuesta fue negativa.Estos “gorilas” actúan por cuenta propia, queriendo torcer el rumbo de los acontecimientos a través de la fuerza o la prepotencia. Ni el caso Guirula pareciera escarmentarlos. Quizás se aprovechen porque visten de civil y no están identificados, una modalidad común en Investigaciones, pero en la lucha contra el delito y no contra la libertad de expresión y de información.Es esperable que este hombre, que aparece en la foto de abajo en esta página, sea sancionado. Porque es hora, de una buena vez, que desde la Jefatura se termine con este tipo de actitudes altaneras y cargadas de una violencia inusitada. Lo más curioso es que los policías trasladados ayer al Juzgado, a los que este nefasto defendió a ultranza, lo hicieron con los rostros cubiertos.





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