BUENOS AIRES (NA). El 27,5% de la población consultada se encontraba en condición de pobreza en 2013, mientras que el 39,2% de los hogares no contaba con ingresos suficientes, según el Barómetro de la Deuda Social difundido recientemente por la Universidad Católica Argentina (UCA).Los datos reflejan una situación social mucho más complicada que la admitida por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), cuya última estadística ubicó el nivel de pobreza cerca del 5%. Con relación a 2012, los valores empeoraron 1,1% y 5,1%, respectivamente, de acuerdo con el análisis elaborado por esa institución.El informe arrojó que casi cuatro de cada diez hogares consideraban insuficientes sus ingresos para satisfacer sus necesidades habituales de consumo, mientras que sólo uno de cada diez aseguró haber tenido capacidad de ahorro. Es que tras un fortalecimiento durante 2011, la capacidad de ahorrar “se redujo durante el período 2011-2013”.A la hora de analizar si un hogar o una persona es pobre se tienen en cuenta sus ingresos con relación al valor de la canasta de bienes y servicios básicos, denominada canasta básica total. El estudio indicó que “las tasas de pobreza experimentaron una importante reducción entre 2010 y 2011, para crecer en 2012 y 2013”.Casi cuatro de cada diez personas viven en hogares donde hay niños que sufren pobreza, el problema es más marcado en aquellos lugares en los que hay niños pequeños o en edad escolar, puesto que la cantidad de dificultades se triplican en ese caso, según precisó el informe. En ese sentido, son tres de cada diez los que reciben ingresos insuficientes para los consumos más necesarios en los hogares con chicos. La brecha de desigualdad, no tuvo progresos significativos a la hora de “evaluar las deudas habitacionales todavía pendientes de resolución”.El estudio detalló que “todavía el 12% de los hogares urbanos habitan viviendas en situación de tenencia irregular, que el 11% lo hace en una vivienda sumamente precaria o que cerca del 20% de los hogares en villas o asentamientos precarios registran hacinamiento”.A su vez, aquellos que tuvieron un “mayor empeoramiento” de su situación en general fueron los sectores “más desfavorecidos de la sociedad, especialmente aquellos hogares ubicados en villas y asentamientos precarios”. Sin embargo, “al menos uno de cada diez hogares de los principales centros urbanos del país presenta déficits en alguno de los indicadores de pobreza estructural”, señaló el informe, que destacó que hubieron “dificultades para cubrir las necesidades básicas de alimentación y acceder a los recursos estructurales de bienestar”. SubsidiosEl informe de la UCA destacó en este sentido que en 2013 alrededor de dos de cada diez hogares de los principales centros urbanos eran receptores de “alguna política social de empleo o de transferencia de ingresos”. También confirmó que tener empleo ya no garantiza a los argentinos poder salir de la pobreza y evidenció un aumento de la informalidad e inestabilidad laboral.En este punto, el informe precisó que uno de cada cuatro personas entrevistadas experimentó al menos una situación de desempleo durante el último año y constató que aun con el desarrollo de campañas para promover la registración laboral, el porcentaje de ocupados sin aportes al sistema de seguridad social sigue en valores elevados.Dentro del grupo de asalariados, uno de cada tres está bajo contratación laboral no declarada, mientras las inserciones de baja calidad en actividades por cuenta propia determinaron que siete de cada diez no realizan sus aportes jubilatorios. “Pobreza estructural”La Universidad Católica Argentina (UCA) alertó que en el país existe un “núcleo de pobreza estructural que ni en la etapa de crecimiento se ha disuelto”.“Las condiciones de vida han experimentado un deterioro en término de ingresos de capitales, con tendencia a una mayor concentración de la exclusión social” durante los últimos cuatro años, sostuvo el coordinador del Programa del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, Agustín Salvia.En declaraciones a radio El Mundo, el académico reconoció que, a pesar de la situación social, “eventualmente existieron algunas mejoras asociadas al acceso de algunos servicios como agua o cloacas”.A su criterio, el crecimiento económico registrado en los últimos diez años “no estuvo acompañado de políticas de inclusión social, para lograr que los asentamientos dejen de crecer y se incluyan en las ciudades”.Según dijo, este panorama ha impulsado la delincuencia y el aumento de la economía informal “apoyada en las necesidades de subsistencia”.





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