POSADAS. El aire se torna insoportable, peor aún si no corre viento, y el panorama repugnante, no sólo al olfato; fundamentalmente a la vista. La causa es el colapso de la estación elevadora de residuos cloacales ubicada en el barrio Prosol de esta ciudad, que hace más de diez días expulsa líquido y materia fecal a la calle, dejando a los vecinos, niños y adultos, peligrosamente expuestos a contraer cualquier tipo de enfermedad.Una situación de esta naturaleza, transformada en un foco infeccioso que a las autoridades parece no importar, quizás porque ninguna vive allí, sólo puede ocurrir por el incumplimiento y falta de compromiso de Samsa y la ausencia total de control por parte del Estado, en este caso del Ente Provincial Regulador de Agua y Cloaca (Eprac).La estación elevadora de residuos cloacales se encuentra en la intersección de la calle 182a y avenida 131 (la que hacia el norte de la ruta nacional 12 adopta el nombre de Arturo Jauretche).PRIMERA EDICIÓN estuvo en el lugar, jurisdicción del barrio Prosol, y constató la contaminación ambiental que deben soportar los vecinos.Lo curioso, y por ello más lamentable aún, es que el personal de Samsa acudió y se retiró del lugar en dos oportunidades, sin brindar una solución definitiva al problema.Es decir, es consciente del perjuicio y las consecuencias que acarrea ese problema a la población pero no insiste en solucionarlo. Todo, como se dijo, con la anuencia del Eprac, que a la luz de los acontecimientos hace poco y nada para exigir soluciones a la prestataria.Ambas actitudes tienen, eso sí, un común denominador: son igualmente indefendibles.Vecinos consultados por PRIMERA EDICIÓN señalaron que el personal de Samsa concurrió a la estación dos veces, con el camión desobstructor. La segunda, incluso, en compañía del responsable del área Cloacas, pero sin brindar una solución radical a la problemática.El líquido y la “porquería” siguieron saliendo a la calle.Vecinos del barrio Prosol indicaron sus sospechas de que, probablemente, la cañería haya colapsado y por ende, los residuos cloacales no pueden seguir su curso subterráneo y salen a cielo abierto.Para colmo, en la esquina donde funciona la estación, hay una parada de colectivos en la que concurren asiduamente grandes y niños, quedando expuestos a contraer cualquier tipo de dolencia.Lo pudo comprobar este Diario y se expone en una de las fotografías, donde dos niños y su madre aguardan el ómnibus rodeados de líquido y materia fecal.La estación elevadora ocupa un predio de unos nueve metros de ancho por doce de largo, en la esquina de las citadas arterias. Está rodeado de muro y en el frente que da a la avenida 131, o Jauretche, se puede observar un portón como de cochera o garage. Vecinos consultados por este Diario indicaron que, puertas adentro, el terreno es literalmente “un lago de mierda”, que larga un olor pestilente e insoportable.Algunos de ellos hace siete años que viven en ese lugar, después de ser beneficiados con una vivienda del Iprodha.En ese lapso -aseguraron-, se produjeron entre seis y ocho episodios similares a lo que ocurre actualmente.El dato no es menor. Deja al desnudo la dejadez con la que actúa la prestataria del servicio de agua y cloacas, pese a los rimbombantes anuncios de inversiones para el populoso conglomerado de Itaembé Miní y alrededores.En la misma esquina puede observarse un profundo bache, lleno de líquido cloacal, secuela de una reparación anterior terminada a los “ponchazos”, como se dice popularmente. Ni los colectivos se animan a pasar por él. Los desvían, con el riesgo que implica pasarse al carril opuesto. Estrategia mundialistaConsciente de su accionar deficiente y engañoso, personal de Samsa acudió a la estación elevadora de residuos cloacales en dos oportunidades y se retiró sin brindar una solución definitiva al problema.En la segunda, incluso, lo hizo acompañado por el responsable del área Cloacas de la empresa prestataria del servicio.Sin embargo, el resultado fue el mismo. El líquido y la porquería continuó saliendo hacia la avenida Jauretche. Allí el aire se vuelve prácticamente irrespirable y la gente debe sortear como puede los restos de materia fecal que se desparraman por la vereda.PRIMERA EDICIÓN estuvo en el lugar y pudo constatar in situ esa situación, francamente insoportable para los transeúntes y ni hablar de los vecinos que viven en la zona.El colmo de la situación ocurrió con la primera visita que efectuó Samsa al lugar. Ocurrió el martes pasado, casualmente cuando la selección argentina salía a la cancha para enfrentar a Suiza por los octavos de final del Mundial.Claro, una ocasión única para “trabajar” sin moros en la costa y nadie que los pudiera cuestionar ante una situación tan reprochable como lamentable, que sólo puede ocurrir ante la inercia y la pasividad de las autoridades que debieran controlar el accionar de la prestataria. Si piensa en el Eprac, no se equivoca. El EpracSegún la Ley X – Nº 19 (antes Ley 3391) el Ente Provincial Regulador de Agua y Cloacas (Eprac) es el responsable de “dictar reglamentos a los cuales deberán ajustarse los Prestadores de Servicios y el Usuario de agua potable y cloacas, en materia de seguridad, normas y procedimientos técnicos, de medición y facturación de los consumos, de control y uso de medidores, de limitación, interrupción y reconexión de los suministros, de acceso a inmuebles de terceros y de calidad de los servicios prestados”; como también “ejercer las funciones de Inspección y Policía del Servicio Público de agua potable y cloacas de jurisdicción provincial, requiriendo al Imas toda la información relacionada con la cuencas superficiales y subterráneas, de cuencas de los cursos de agua que pasen a ser de interés para la aplicación de la presente, ya sean estas para captación de aguas crudas para los servicios de agua potable, como para el vertido de efluentes cloacales previo tratamiento”.La misma ley obliga explícitamente al ente regulador a “velar por la protección de la propiedad, el medio ambiente y la seguridad pública en la construcción y operación de los sistemas de agua potable, cloaca, incluyendo el derecho de acceso a las instalaciones de propiedad de prestadores y usuarios, a efectos de investigar cualquier amenaza real o potencial a la seguridad y conveniencia pública en la medida que no obste a la aplicación de normas específicas”. Y le brinda la posibilidad de “promover, ante los tribunales competentes, acciones civiles o penales, incluyendo medidas cautelares, para asegurar el cumplimiento de sus funciones y de los fines de esta Ley, su reglamentación y de los Cont
ratos de Concesión”.Curiosamente ninguno de los cuatro directores del Eprac recibió ni vio lo que ocurre en este barrio. Tal vez su remuneración mensual, igual a la fijada para el fiscal de Estado, no les alcance para darse una vuelta por el lugar.




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