Aunque el aumento del 4% en las naftas no parece un buen augurio, el Gobierno nacional anunció esta semana su voluntad de avanzar con mayor coherencia en la resolución de uno de los principales problemas de la economía, el déficit energético, que afecta tanto a la situación fiscal como a las perspectivas de crecimiento de las empresas.En una muestra del creciente fortalecimiento de la figura del ministro Axel Kicillof, hoy al frente de los principales frentes de tormenta del Gobierno -las negociaciones con los holdouts, la política de control de precios y la explotación de hidrocarburos no convencionales- la presidenta Cristina Kirchner despidió en un abrir y cerrar de ojos al secretario de Energía, Daniel Cámeron, que llevaba once años en el puesto, y nombró en su lugar a Mariana Matranga, una incondicional del ministro Kicillof.Matranga, ingeniera de 38 años graduada en la UBA y con experiencia internacional en explotación de hidrocarburos no convencionales, tendría la misión de dar un mayor dinamismo al proyecto petrolero, la apuesta estratégica de mayor peso del Gobierno, por la cual y según dijo la ministra Débora Giorgi esta semana, ingresarían al país 35.000 millones de dólares de aquí a 2017.Estas expectativas “a lo grande”, entre otras; contrastan con el panorama crítico de la economía doméstica, con un creciente número de provincias en recesión y más de un foco de incertidumbre. Además de la tendencia inflacionaria, que no se revierte pese a la desaceleración parcial de precios del último mes y la constante caída del consumo interno, proyecta incertidumbre la inseguridad respecto a la resolución de la pelea del Gobierno con los fondos buitres. El ministro Kicillof y el canciller Timerman pilotearon el jueves una reunión en la sede de la OEA en Nueva York en la que el Gobierno argentino obtuvo el apoyo de los cancilleres de la región, con la excepción de los representantes de Estados Unidos y Canadá que se abstuvieron. Previamente, el Gobierno chino manifestó su apoyo en una declaración en la que expresó su deseo de que las negociaciones lleguen a buen puerto, “sin afectar la situación social en Argentina”. No obstante, la estrategia discursiva del Gobierno de instalar el conflicto con los fondos buitres como una causa de interés global contra el predominio de los capitales especulativos no necesariamente modificará en su favor el núcleo del conflicto. Este debe ser resuelto contrarreloj, de aquí al 31 de julio próximo -plazo para resolver las negociaciones cara a cara entre las partes y evitar el ingreso a una más compleja etapa de la disputa.El sábado, el diario británico The Economist se ocupó del conflicto en una nota en que, si bien compartió la postura de considerar a los fondos buitres como distorsivos en el ámbito de las finanzas internacionales, criticó duramente la estrategia argentina. Comparándola con la “mordida” de Luis Suárez en el Mundial de Fútbol, el diario habló de “viveza criolla” para graficar la estrategia del Gobierno argentino: “La viveza criolla ha sido una característica de la política económica argentina tanto bajo la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner como bajo la de su marido y predecesor Néstor Kirchner. La creencia de que Argentina podía jugar bajo sus propias reglas en vez de seguir las reglas económicas del resto del mundo”. Fuera de estas cruciales negociaciones, que no necesariamente deben terminar mal, pero que sin dudas son causa de incertidumbre, la política interna giró en la semana sobre una conflictiva y altisonante sesión de la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados de la Nación, en la que el bloque kirchnerista rechazó “in límine” siete pedidos de enjuiciamiento del vicepresidente Amado Boudou. El kirchnerismo siguió, tras el procesamiento de Boudou, a fines de la semana pasada, aferrado a una interpretación política del caso, ignorando que la complicada situación procesal del vicepresidente, unida a la negativa a dar un paso al costado para facilitar las investigaciones, repercute en el plano institucional y potencia los ruidos sobre actos de corrupción que resuenan alrededor de la administración kirchnerista. Impasse tensionadoEn la provincia, el receso parlamentario, por una parte, y el drama de las inundaciones, y las consecuencias económicas y sociales que persisten tras la bajante de las aguas, decretaron una especie de impasse que puso paños fríos a la interna oficialista que ocupa hoy el centro de las especulaciones en los mentideros políticos. Esto no impidió que llamara la atención, por ejemplo, una reunión entre “Carlitos” Pereyra y Alex Ziegler, en Alem, donde el primero le habría levantado el brazo como “futuro gobernador” al segundo. También causó comentarios -nada favorables- la insólita ausencia de legisladores oficialistas en El Soberbio, en ocasión de la llegada del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich y el gobernador Closs. Dicho sea de paso, ambos funcionarios pasaron un mal momento cuando una mujer del pueblo, integrante del comité de crisis, les dijo a viva voz que mejor era que hablaran de los créditos blandos para la reconstrucción de sus viviendas, porque “la ayuda que anuncian ya se sabe que cuando la traen la distribuyen políticamente, como siempre hicieron”. Alta cocinaEl bloque de la UCR, en tanto, sí fue visto en El Soberbio, a excepción del diputado eldoradense Gustavo González, que a esa altura estaría negociando en Posadas el acuerdo por el cual se convirtió en el candidato a gobernador por uno de los dos sectores en que se divide hoy el radicalismo misionero. La decisión de Luis Pastori de bajarse de su insistida candidatura a gobernador en 2015, y acompañar a González “desde el llano”, también llamó la atención y – según comentarios- provocó más dudas que certezas en el propio sector interno que lidera Hernán Damiani; artífice del acuerdo en una reunión secreta con González y Pastori. El lado positivo del pacto, la definición de un menú fijo para pelear la interna partidaria el 24 de agosto contra el candidato de la línea Vanguardia, Osvaldo Navarro, se complicaría por el descontento de muchos por el reparto
de bancas que lo acompañó. Es que, al estar de comentarios oficiosos, los cocineros no se limitaron a definir el plato principal -la candidatura a gobernador- sino que se habrían repartido entre ellos, prácticamente, todo el menú.En la reunión tripartita se habrían llenado, de partida, los tres y más expectables lugares de la lista de diputados, que encabezaría el actual jefe del bloque ucerreísta “Chiquitín” Molina, mano derecha de Damiani; en segundo lugar iría la dirigente Lilia Torres, que también responde a Damiani y fue candidata en las últimas elecciones; luego vendría un dirigente de apellido Peterson, de San Vicente, cercano a Pastori, y el cuarto lugar lo rellenaría González con un hombre suyo, actual concejal de Eldorado. El primero de los “pichados” que deja este acuerdo sería el edil Pablo Velázquez, que aspiraba a una banca de la mano de su popularidad chamamesera; pero no sería el único disconforme. La definición de las candidaturas replanteó un ya viejo entripado del radicalismo misionero, la pregunta sobre la vocación de poder de su dirigencia, durante años acostumbrada a salir “segundo cómodo”. Con el esquema descripto, González se beneficiaría en lo personal al tener la oportunidad de ser conocido en toda la provincia, pero a costa de sacar de la cancha a Pastori; más conocido y presuntamente con mayor caudal propio. Así conformada, la lista que encabeza González, en la suposición de que se imponga sobre la de Navarro, en las internas a realizarse el próximo 24 de agosto; sería muy similar a la que fue derrotada en las últimas elecciones. Esta estrategia, cabe especular, sería funcional a la candidatura RR de Alex Ziegler, que necesitará más de un voto “extrapartidario”, en el caso de que se le cumpla el sueño. Los comentarios sobre afinidad del sector de Navarro con el rovirismo completan el agitado presente de la política misionera, a la espera de definiciones.





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