PANAMBÍ (Enviados especiales). Y una tarde volvió a Panambí. Al cariño de sus amigos, a la ternura de sus abuelos, al afecto de su hermano y al amor de su novia. Su cuerpo regresó para recorrer por última vez sus calles y picadas. Y para descansar, 38 días después, al lado de sus padres y de su hermana.El mismo templo donde el joven caminó sus primeros pasos fue el escenario de la despedida para Cristian Knack (25). Allí donde el pueblo había llorado las muertes de Oscar (43) y Graciela (42), sus padres, y de Bianca (12), su hermanita, hace poco más de un mes.Como en aquella oportunidad, ayer la Iglesia Evangélica Bautista Salem volvió a lucir repleta, como pudo atestiguarlo PRIMERA EDICIÓN. Todos quisieron estar presentes para despedir al último sobreviviente de la masacre. Y también para insistir en el pedido de justicia. Para que no vuelva a pasar nunca más.El último adiós comenzó cerca de las 15.25. A esa hora, Panambí interrumpió su siesta y se volcó de lleno al templo. Allí esperaban “Nano”, hermano de Cristian, sus abuelos y la novia del joven fallecido. También Néstor, tío de los jóvenes, quien tomó la palabra y recordó algunos de los últimos momentos de Cristian en el hospital.“Él nos decía que estaba todo bien y yo hasta le había prometido un asado para su cumpleaños. Antes de irse, sonrió y me dijo ‘Dios se va encargar de hacer justicia por mi familia’”, rememoró conmovido. Dijo que la muerte de su sobrino fue “fruto de la envidia” y aseguró que el milagroso testimonio del joven antes de morir fue posible “gracias a la fortaleza que le dio Dios”.Fueron varios los líderes religiosos que también tomaron la palabra. Todos subrayaron la dura pérdida, clamaron por justicia y pidieron el apoyo espiritual para “Nano” y el resto de sus seres queridos. “Esto acá también es un milagro, el milagro de saber que hay vida después de la muerte. Por eso es nuestro deber ahora sostener a los que han quedado”, sintetizó el pastor Sergio Valdez, líder de la Iglesia Salem.La caravana fúnebre partió rumbo al cementerio municipal a las 16.45. Poco más de 200 personas llegaron hasta el camposanto para la conmovedora despedida. Allí, a centímetros de donde descansan sus padres y su hermana, el cuerpo masacrado de Cristian finalmente encontró reposo. Hubo lágrimas, abrazos, silencio y hasta algunas gotas desde el cielo.Con el rostro desfigurado por el dolor, “Nano” apenas alcanzó a esbozar algunas palabras. “Hasta acá llegamos, Cristian era el último. Pero Dios se va a hacer cargo de los que hicieron esto y de los que dijeron cosas que no son”, lanzó emocionado, antes de volver a quebrarse.Después, Panambí abandonó el cementerio y regresó a casa sumido en una extraña mezcla de dolor, bronca y amargura, pero también de alivio. Es que después de tanto sufrimiento, una tarde Cristian volvió a casa para descansar con los suyos. Cuádruple homicidioLa masacre de Panambí se desató alrededor de las 19.30 del domingo 25 de mayo en casa de la familia Knack, en el kilómetro 7 de la ruta provincial 5, en jurisdicción de Panambí.Cristian (25) acababa de llegaron con 300 mil pesos que había cobrado por una carga de machimbre cuando, según su relato, irrumpieron cinco encapuchados, al menos uno de los cuales portaba un arma de fuego.Los delincuentes exigieron el dinero, maniataron a Cristian, su hermanita Bianca (12) y sus padres, Oscar (43) y Graciela (42), los rociaron con alcohol y les prendieron fuego.Antes de morir, Cristian alcanzó a reconocer a uno de los detenidos como una de las personas que les compraba madera.Oscar, Graciela y Bianca murieron en las horas siguientes, mientras que el joven agonizó durante 36 días hasta que finalmente falleció el último lunes. Pese a que “Nano”, su hermano, había autorizado la donación de sus órganos, la jueza Alba Kunzmann de Gauchat lo impidió sin mayores fundamentos y pese a que la ablación podía hacerse en conjunto con la autopsia.





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