PANAMBÍ (Enviados especiales). Se vive como en penumbra. Las nubes no dan lugar al sol, que se resiste a salir en esta localidad, una de las tantas afectadas por la crecida del río Uruguay, hace más de una semana. En este panorama gris, las aguas comenzaron a bajar, sólo para dejar al descubierto el desolador paisaje que tendrán que enfrentar los vecinos, que miran a su alrededor sólo para encontrar desconsuelo.El barro lo tiñe todo y el verde de las copas de los árboles dejó su lugar al rojo de la tierra que vino con el agua. Los vecinos la recuerdan como la peor inundación que han vivido, si incluso supera la sufrida en el año 1983, lo que asegura Angélica Krattz, que la vivió. Ella y su hijo, Ariel Llamosas, sufrieron la inundación por partida doble. Son dueños de un comercio de venta de mercaderías, local que pudieron vaciar cuando vieron que el agua venía, pero la noche los agarró y la casa de Angélica se sumergía. “Yo no pensé que el agua iba a venir tan rápido, sólo llegamos a juntar ropa y algunas otras cosas para irnos, pero perdimos tres roperos y muebles de cocina”, le contó Angélica a PRIMERA EDICIÓN. Durante la visita de este diario, se encontraban a la espera de los Bomberos, quienes se encargarían de quitar el barro que teñía el piso.“Ahora mermó”Mientras coordinaba las tareas de limpieza en la Municipalidad, Miguel Ángel Da Silva, encargado de Obras Públicas del municipio, se mostró preocupado, porque el descenso del agua se estancó. “Ahora mermó, está bajando muy poco”, aseguró y agregó que “para colmo no sale el sol, y no sólo eso: están pronosticados diez días más de lluvia, realmente la situación es muy desesperante”. Detrás de la casa que funciona como Municipalidad, el agua no da tregua, sigue ahí, no se mueve. A la distancia se ven precarias viviendas de madera que, según aclara el funcionario comunal, llegaron ahí por obra y gracia del agua. “Estamos trabajando desde hace más de una semana sin parar. Ahora es donde comienza la parte más difícil, que es limpiar y empezar a fumigar. Entendemos la situación, pero la gente se tiene que quedar tranquila, porque van a poder volver a sus casas cuando las pongamos en condiciones”, remarcó.“No vamos a salir a robar”José Bordín (49) vivía con su familia en una precaria vivienda de madera, también arrasada por la furia del río. “Las camas y la cocina no sirven para nada. Pero qué vamos a hacer, no vamos a salir a robar, sólo nos queda hacer changas hasta que esto pase”, aseguró. “Ocupamos las canoas para rescatar a gente y hemos recibido las donaciones, pero la ropa nos queda grande. Lo que más necesitamos son colchones y frazadas”, finalizó el vecino.“Todavía no van a poder volver”Pese a que comenzaron las tareas de limpieza, fuentes policiales aseguraron que las familias afectadas no podrán regresar a sus casas por un buen tiempo. La razón es que el pronóstico no parece nada benévolo con los vecinos, ya que, según dicen, volverá a llover y lo hará por un período de diez días. Si se tienen en cuenta todos esos factores, la gente no podrá regresar a sus casas, ya que existen diferentes peligros: de derrumbe, porque las estructuras están afectadas, e incluso la situación sanitaria, que tampoco es buena. Para solucionar este problema urgente, personal del Ministerio de Salud de la provincia se encontraba vacunando contra Hepatitis A y gripe a todos los habitantes de la localidad, pero especialmente a los evacuados. Las aproximadamente 70 familias evacuadas, que suman alrededor de 300 personas, se encuentran en tres centros: el Salón de Usos Múltiples de Puerto Panambí, dentro del salón de la Iglesia del pueblo y en la Escuela 602.





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