OBERÁ. Pocos días después de nacer, Milagros fue abandonada por su madre en el hospital Samic de esta localidad. Había sido derivada junto a su mamá desde una salita de Campo Viera porque se le detectó insuficientes valores en frecuencia cardíaca, esfuerzo respiratorio, tono muscular, irritabilidad refleja y dolor en las evaluaciones (test de Apgar) realizadas tras su nacimiento, ocurrido el 29 de marzo. Los médicos del Samic no tardaron en dar con el diagnóstico preciso: hidranencefalia, es decir que no tiene hemisferios cerebrales y, en su lugar hay sacos con líquido cefalorraquídeo. La mamá de Milagros se fue del hospital de Oberá poco después de conocer el diagnóstico. Se cree que la mujer iba a dar a su hija en adopción y que la patología de la pequeña frustró esos planes. Fue así, sin familiares que la cuiden y amen, y asistida por los profesionales del nosocomio, que María Vannella Vignolles, una de las integrantes de la Pastoral de la Salud, encontró a Milagros. Si bien sabe que no existe un tratamiento para la hidranencefalia, junto a la Pastoral de la Salud encabezó una altiva gestión para que se le colocara a la pequeña una válvula que ayudará a descomprimir -drenar- la concentración de líquido en su cabeza y mejorará su calidad de vida, “creo que, mientras esté viva, debemos comprometernos en mejorar su calidad de vida. No podemos dejarla morir, será Dios quien decida cuánto tiempo va a vivir”, reflexionó María. En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, contó todos los caminos que debieron transitar y las puertas que golpearon hasta lograr -días atrás- que le coloquen la válvula a Milagros. La beba tiene en la actualidad dos meses y medio de vida. Tiempo límite La primera cuestión que debieron enfrentar fue la falta de acción del área de Acción Social del nosocomio, seguida de la no derivación de la beba al Hospital Materno Neonatal para que allí le colocaran la válvula o, si se requería mayor complejidad, su derivación al Garrahan. El mal pronóstico de Milagros, evidentemente, fue la razón por la que ambos nosocomios rechazaron el pedido realizado por la jefa de Neonatología del Samic de Oberá, Perla Guayaré; y la vicedirectora del hospital Miriam Ramonda, para su derivación y posterior colocación de la válvula. “Desde la Pastoral de la Salud tratamos de llevar a Jesús a los enfermos, acompañar a los familiares y hacer de puente entre las necesidades del enfermo y el hospital. Pero en esta ocasión hicimos de trabajadores sociales ante la ausencia de compromiso de los asistentes sociales que trabajan en el hospital de Oberá”, indicó María. Pero contaron con el apoyo de la jefa de Neonatología y de otros profesionales del hospital. “Después que en Posadas, el hospital rechazó operarla porque las posibilidades de sobrevida son pocas; la médica Guayaré hizo gestiones ante el Garrahan pero ellos no podían aceptar su derivación porque el hospital Materno Neonatal tiene la complejidad necesaria para resolver la aplicación de la válvula”, recordó. Ante estas negativas, la Pastoral de la Salud empezó a gestionar por su cuenta. “Nosotros trabajamos con el Hogar Santa Teresita, coordinados por el padre Guillermo, fundador del mismo. Y a través de los amigos del hogar nos contactamos con el jefe Neurocirugía del Hospital Pedro Elizalde (Buenos Aires), Alberto Yañez, que hace algunos años se ofreció a operar a Mario, otro bebé de Misiones con la misma problemática que Milagros y que vivió en el hogar donde fue amado y cuidado hasta que falleció. A Mario tampoco le querían poner la válvula en Misiones, pero como el tema llegó a los medios, finalmente lo operaron en Posadas. Esperó ocho meses para acceder a esta cirugía que mejoró muchísimo su calidad de vida”, recordó. Para poder operar a Milagros en el Hospital Pedro Elizalde, se requería la autorización de la Justicia. Pero finalmente no se requirió esperar esta autorización porque el padre Guillermo gestionó ante la Vicegobernación y, a partir de ahí, todo salió rápidamente pues intervinieron la Defensoría de Niños, Niñas y Adolescentes, a cargo de Miguel Molina; y el Ministerio de Salud Pública que coordinó el traslado de Milagros a Buenos Aires y se hizo cargo de la válvula. Exitosa cirugía Milagros viajó a Buenos Aires junto a una asistente del Hogar Santa Teresita. Fue operada a fines de mayo y la cirugía fue exitosa, “enseguida tomó una mamadera y durmió tranquila”, contó María. Fue dada de alta y regresó al hospital de Oberá: “suponemos que si no hay una familia que la quiera adoptar irá al hogar Santa Teresita donde la cuidaremos con mucho cariño, como a todos los niños que tenemos a nuestro cargo”, indicó. El padre Guillermo fundó hace algunos años la Fundación Santísima Trinidad que no sólo tiene a su cargo el Hogar de Niños Santa Teresita sino que además cuenta con el hogar Espíritu Santo y el hogar de Ancianos Virgen de Luján. En la actualidad, el hogar Santa Teresita tiene 38 niños. Sin dudas, la labor del padre Guillermo en Oberá es muy valorada y respetada. Tanto como en Posadas lo es el trabajo del padre Barros que, también a través de una fundación y un gran equipo solidario, tiene cinco hogares para niños, adultos y víctimas de violencia.





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