POSADAS. “Cena con las chicas” es el nombre del álbum en la cuenta de Facebook urgentemente creada por Lorena, a minutos de haberse encontrado con sus amigas a comer en su casa. Las fotos que integran el álbum son en su mayoría autofotos o “selfies”, como se las denomina desde hace algunos meses.Este autorretrato colectivo, “selfie”, “selfy” o simplemente “selfi” en “argentino”, no son una novedad: ya en la época en que los fotologs fueron furor, se podía ver a los “emos” posando con su atuendo y una mano bajo el mentón. “Significa melancolía, porque los emos son tristes”, explicaban los jóvenes que se identificaban con “Cumbio”, quien fue endiosada y tomada como referente por adolescentes de todo el país.Pasaron unos seis años y en ese transcurso aparecieron nuevas posibilidades técnicas: cámaras “pocket” más livianas y, por supuesto, celulares con conexión a Internet. Esto permitió que una persona o un grupo de personas se pudieran tomar fotografías en cualquier momento y lugar y de inmediato subirla a las redes sociales y “viralizarlas”, es decir, que se diseminen usuario por usuario por la gran red de redes que es Internet. Así lo hizo el actor Bradley Cooper en la entrega de los premios Oscar 2014. Fue con esta foto subida a la red social Twitter por la célebre Ellen De Generes que el término “selfie” -que data de 2002- fue adoptado y popularizado por usuarios de Internet y medios de comunicación de todo el mundo. En el siglo de la imagen“Con los nuevos equipos de celulares y tablets tenemos una cámara de fotos conectada a Internet las 24 horas del día”, indicó a PRIMERA EDICIÓN Patricia Bertolotti, periodista, docente e investigadora de Comunicación Social en la Universidad Nacional de Misiones (UNaM).La docente señala que la conectividad y la posibilidad de mostrar y construir la identidad digital se da sin intermediarios. “Antes el paradigma comunicacional era de uno a muchos, es decir que por ejemplo un medio de comunicación mostraba una foto o publicaba una noticia que era leída por muchos”. De esta manera, para que muchas personas pudieran ver una foto de una familia celebrando un cumpleaños -o de Lorena cenando con sus amigas- debía enviarla a una redacción de un diario, esperando que sea tenida en cuenta y seleccionada por los periodistas para ser publicada en la página de “fotos sociales”.Hoy el paradigma reinante es la comunicación “de muchos a muchos” y “en red”, explicó la docente. Es decir, que muchas personas pueden acceder a las tecnologías digitales y publicar sus fotos como deseen, sin tener que esperar a que un diario o revista las publique. Eso lógicamente hace que la composición y la calidad de las fotos no estén sujetas a reglas. “Verme y mostrarme como quiero que me vean”“Los chicos lo que buscan es mostrarse sin intermediarios, compartir con otros una imagen propia, que no necesariamente responda a las modas”, aportó Natalia Prokopchuk, licenciada en Educación por la Universidad Nacional de Quilmes, docente en el Cep 25 de Itaembé Miní y autora del libro “Netbooks al mango” (Editorial Dunken).“En las fotos no nos mostramos de cualquier manera, sino que hay un armado, una producción, nos lookeamos para salir en la foto. También tenemos la posibilidad de retocar la foto con programas como el Photoshop, para luego subir la imagen a la red”, señaló Bertolotti. Esta producción no sólo tiene que ver con el aspecto personal, sino “con quién” o “haciendo qué cosa” se toma la selfie. Hasta hace un tiempo, la forma más común de testimoniar que alguien conoció a un actor, cantante, bailarín, futbolista, al Papa o a cualquier celebridad de renombre internacional era pedir un autógrafo. Pero hoy, se puede hasta “robar” ese testimonio por medio de la foto. Para eso el interesado se acerca al escenario, a la cancha o al auto del cual está bajando esta “celebrity”, se coloca lo más cerca posible y mira a cámara, intentando que el personaje también lo haga. Inmediatamente lo publica en su cuenta de Twitter, buscando obtener los halagos de sus amigos, y mejor aún, viralizarlo, logrando incluso que los medios de comunicación audiovisuales y gráficos se hagan eco de su “hazaña”.Entonces la originalidad de la “selfie” es lo que más importa, más allá de su calidad técnica o de si salió movida o no.Selfies y selfies…Hay selfies más o menos afortunadas y/o ubicadas, hasta incluso desafiantes. Entre los menos afortunados se pueden incluir la selfie de Barack Obama, presidente de los Estados Unidos en los funerales de Nelson Mandela. Las risas que se muestran en la foto pueden entenderse como un tanto descolgadas del contexto fúnebre y el respeto que exige una personalidad tan destacada internacionalmente como Mandela.Otra, pero en video que se viralizó por las redes, es la de dos amigas que iban cantando una canción mirando a cámara. Lo absurdo es que la que estaba más concentrada en la canción es la que conducía el auto. El video culmina con un choque.Del retrato a pincel a la selfieEsta que muchos llaman “locura por la imagen” no es tal, ya que es producto de una construcción social, una forma de relacionarse que tiene una historia que se remonta varios siglos atrás.En el Renacimiento, hace más de 600 años, nobles, reyes y papas encargaban sus retratos a los pintores más destacados de la época. Lograrlos llevaba varios días porque eran de grandes dimensiones (más de un metro por un metro de lado). Una vez terminados, se colocaban en un lugar de la pared preparado especialmente, ya que la intención del retrato era marcar status social y poder.Con la aparición de las fotografías, a fines del siglo XIX, es decir hace unos 120 años, lograr un retrato fue un poco más sencillo. Pero aún se necesitaba otra persona que tomara la foto, en este caso un fotógrafo profesional que contaba con el equipo que era muy caro y el o los fotografiados debían permanecer varios minutos quietos para lograr la imagen deseada. Luego había que revelarla, lo cual tomaba días o largas horas. Una vez logrado este proceso, la foto se colocaba en un portarretrato en la casa o en un álbum. La polaroid acortó los tiempos de revelado, pero la foto no era fácilmente -ni económicamente- replicable, por lo que pocas personas podían acceder a ella.Todo cambió hace apenas un par de d&
;eacute;cadas, con el paso de las tecnologías analógicas a las digitales. Apareció la posibilidad de tomarse la foto y verla de inmediato, y luego, publicarla en las redes sociales, compartirla, “viralizarla” y replicarla todas las veces que se desee, para ser vista en Internet por quienes lo deseen.Algunas pistas en las huellas de las cavernas“Yo me saco fotos a cada rato, si me junto con amigas nos sacamos fotos y las subimos. En la escuela también”, explica una joven. Si bien el uso de las tecnologías de comunicación es tan diverso como las personas que las usan, muchos coinciden -y esto no es exclusivo de la franja juvenil- que “si no me saco la foto y la publico es como si no hubiera estado en ese lugar en que estuve o con esas personas con las que me reuní”. Esta “necesidad” también puede ser rastreada muchos siglos atrás: las pinturas prehistóricas de manos en las cavernas o dibujos de animales también pueden ser interpretados como un mensaje de “yo estuve aquí” o “yo cacé un mamut”, dando cuenta así de la experiencia realizada. De esta manera, comunican y dan testimonio de una experiencia vivida.Muchos fotógrafos plasmaron con sus cámaras los paisajes más bellos del mundo. Su firma escrita en la obra, una muestra o un libro, acreditaba que esa imagen le pertenecía. Con la diseminación de las tecnologías digitales y la posibilidad de que más personas accedan a cámaras y celulares con conectividad a Internet, muchas más personas que no son fotógrafos profesionales pueden dar cuenta de los lugares del mundo que visitaron. Y la forma más sencilla de acreditarlo es formando parte de la imagen pidiendo a otro que le saque la foto o bien autorretratándose.Por supuesto que la industria de las tecnologías buscó crear equipos livianos y fácilmente manipulables. Incluso con la posibilidad de ver lo que estamos enfocando en la misma pantalla del celular. No debe ser muy sencillo probar una autofoto con una cámara profesional que pesa cerca de un kilo. Selfies en el mundoLa moda selfie y sus usos a nivel internacional dieron pie incluso a un recuento de las ciudades con más autofotos de la actualidad, realizado por la revista Time (www.time.com). Allí se cuentan cuántas fotos por cada 100 mil habitantes se sacaron durante dos semanas de febrero y marzo de 2014. Makati (Filipinas) lidera el ranking con 258 selfies cada 100 mil personas. Manhattan (Nueva York) y Miami (Florida) la siguen en la lista. Autofoto más cómodaLas industrias tecnológicas, atentas a las necesidades de los usuarios, idearon un brazo extensible para que se puedan tomar las autofotos con mayor comodidad. Estos brazos se comercializan en Internet y permiten insertar una cámara de fotos, un celular e incluso una pequeña cámara filmadora.Hay personas que han registrado viajes enteros con esta estrategia, logrando fotos encuadradas pero sin la necesidad de pedir que alguien los fotografíe.





Discussion about this post