SAN VICENTE. Esta semana viajó rumbo a Polonia el padre Jorge Maniak para celebrar junto a sus hermanos de promoción los cincuenta años de sacerdocio. Quince de los dieciocho compañeros de estudio, que se consagraron el 19 de julio de 1964, se van a reunir en una pequeña ciudad al sur de ese país. Maniak, estuvo unos meses ejerciendo el sacerdocio en su país de origen y luego vino a la Argentina. Primero llegó a Chaco y después a Misiones, adonde llegó para quedarse a trabajar y evangelizar. A San Vicente llegó en el invierno de 1967.El padre Jorge es considerado una “institución” para la ciudad. Fue declarado Persona Ilustre y una calle lleva su nombre hace más de veinte años. Eso demuestra el gran respeto y amor que le tiene la gente de la Capital Nacional de la Madera a un hombre de fe que vio y ayudó a crecer a la comunidad. “Nos consagramos juntos dieciocho hermanos, ahora estamos quince. El padre Juancito, Juan Skowronski, también pertenecía a esa promoción, falleció el año pasado aquí en la ciudad. Nos vamos a juntar al sur de Polonia a celebrar los cincuenta años de sacerdocio. Estamos distribuidos por distintos países en cuatro continentes. Es la primera vez que nos vamos a ver todos juntos luego de aquel día donde nos recibimos”, contó el sacerdote.El martes a las cuatro de la tarde salió el colectivo que lo llevó a Buenos Aires, donde abordó un avión con destino a Chicago, en los Estados Unidos, donde, en dos semanas, visitará a su hermana y celebrará misas. Después, finalmente, emprenderá el viaje a Polonia, su tierra, para reencontrarse con sus compañeros de estudio. El padre Jorge le confió a sus más allegados que no tenía muchas ganas de viajar. Incluso pensó en desistir los días previos. Pero quienes lo quieren y esperan de regreso, lo convencieron en que el viaje era lo mejor para él y le prometieron que a su vuelta iban a celebrar una fiesta en su honor. Con la promesa hecha, se vio reconfortado e incluso, a la hora de partir, un nutrido grupo de sanvicentinos se acercó a la terminal para despedirlo y desearle buen viaje y pronto regreso.Su amor por la ciudadLas impuntualidad de las novias en los casamientos fue el caldo de cultivo para sus ideas de trasladarse a una ciudad del interior del país. Fue cuando se encontraba en Quilmes. “Pocas novias llegaban a horario, entonces me daban tiempo para pensar en la zona de San Pedro, en vez de desgastar energías en la espera de su llegada. El profético padre Wenceslao Pilarczyk, como superior de la Viceprovincia, me habló de un paraje: ‘el cruce del Km. 1260’”, según contó en un capítulo del libro que escribió para celebrar sus bodas de plata en el sacerdocio. Ese fue el primer contacto que tuvo con lo que hoy es San Vicente.Su amor por la ciudad es un tema recurrente en charlas con amigos y en las misas que celebra habitualmente: “Llegué una tardecita de invierno, apenas hablaba castellano y entré en un bar sobre la ruta 14. Don Justino Godoy, su dueño, me recibió y me dijo que debía ir a la casa de Ignacio Kleñuk. Me describió como un polaco que me iba recibir bien y que ese bar no era el lugar adecuado para un cura”. Durante las más de cuatro décadas como sacerdote en San Vicente, se dedicó a predicar el evangelio en cada rincón del municipio. Creó alrededor de ochenta capillas, construidas junto a la comunidad de cada una de ellas. Todas poseen una arquitectura diferente y particular que embellece a los barrios y colonias donde se encuentran ubicadas. En la misma edición de su conmemoración por las Bodas de Plata, el padre Piekarski desde Roma escribió: “Actualmente hay muchos hombres que saben hablar, que escriben muchos libros sobre qué y cómo hacer. Escriben tomos enteros, por supuesto, sin hacer nada más que escribir. Creo que entre nosotros los hay también, por eso critican al padre Jorge. Sin embargo, él realmente trabaja y muestra cómo hay que sacrificarse por Cristo y los pobres”. Una inmejorable descripción de lo que hizo el padre Jorge Maniak en San Vicente.





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