POSADAS. Antonio Bernal, durante su vida profesional, ocupó varios cargos públicos y fue docente de gran parte de los matriculados de Misiones, ya que dictó clases hasta los 72 años, tanto en la UNaM como en el Instituto Antonio Ruiz de Montoya. Nació en Corpus, vivió un tiempo de su niñez en Oberá y luego se asentó de manera permanente en Posadas junto a su familia. Por ser aplicado y comprometido con el estudio, durante la secundaria, fue becado (1953) para continuar preparándose en la Ciudad Estudiantil Presidente Perón, en Buenos Aires. Se recibió de Contador Público Nacional en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional del Nordeste, en Resistencia Chaco.“En la actualidad hay muchos contadores, en mis inicios éramos pocos. Mi principal desempeño en la profesión fue cuando era miembro del Consejo Directivo del CPCE, allí comencé a tener mayor relación con el ambiente profesional. Bajo la presidencia del contador Libutti, gané por concurso el ingreso al cargo de Secretario Técnico. Ese trabajo me permitió recorrer el país, participando en las distintas capacitaciones y encuentros de secretarios técnicos de Argentina”, recordó. Pensando en el reconocimiento por los 50 años, Bernal indicó: “Es un honor llegar a esta etapa de mi vida y recibir la placa recordatoria, porque ya recibí las medallas de plata y oro, a los 25 y 40 años de profesión”. “Salirse de los límites con fundamentos ”El contador público nacional Carlos Andrés Ortiz cumple 40 años de ejercicio profesional. Se recibió en 1974 en Resistencia. “El mundo cambió mucho en estos 40 años. Cuando estábamos en la facultad se conocía de la contabilidad mecanizada. Cuando estaba en uno de los últimos años de la carrera hubo un pequeño curso adicional de cómo manejar el lenguaje interno de las computadoras, el sistema binario. Estuve un tiempo y por suerte no me dediqué a eso, porque hubiese sido una pérdida de tiempo. Después vino otra tecnología y sólo los especialistas en informática se dedicaron a eso. Los que iniciamos la profesión en esos años, vimos lo que fue el gran salto tecnológico”, sostuvo.En un paseo por sus años de profesión, Ortiz recordó que en la primera mitad de los años 70 se había pasado de las máquinas de calcular electromecánicas, -para una división demoraban de 15 a 20 segundos, para suma, resta y multiplicación eran un poco más rápidas, pero hacían sólo eso- a las nuevas máquinas electrónicas que notablemente eran de industria argentina y estaban entre las más avanzadas del mundo, perdidas en el cuarto de siglo neoliberal. En 1974, cuando Ortiz era un recién recibido, “no era difícil insertarse en el ámbito laboral, los contadores éramos pocos y muy requeridos. En la época la competencia eran los prácticos -tenedores de libros-, personas sin título universitario que sabían cómo llevar la contabilidad básica, pero no tenían idea sobre temas que involucran a la profesión como auditorías, costos, impuestos, etc. Además esa gente cobraba muy poco y era difícil que se cobre un honorario razonable”. Un hecho positivo, desde su punto de vista, es que ya “no se compara al profesional en Ciencias Económicas con los tenedores de libros, porque era una lucha en su momento, había que generar un cambio de mentalidad en el cliente”, aseguró. A los nuevos profesionales, Ortiz les sugirió que “trabajen con dedicación, respeto a las personas, conscientes de las limitaciones que tenemos y definiendo en qué especialidad se irá incursionando. No pretender abarcar todo, sino hacerlo con conocimiento y fundamentación. En el buen sentido, salirse de los límites y no encasillarse, siempre con conocimiento y fundamentación de las ideas”, cerró.





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