BUENOS AIRES. A un año de la doble mastectomía de la actriz Angelina Jolie (que días atrás anunció que también se extirpará los ovarios) la Sociedad Argentina de Mastología, analizó el “efecto Angelina Jolie” en nuestro país. La actriz se sometió a la extirpación de sus glándulas mamarias como prevención, luego que sus médicos le anunciaron que lleva el gen BRCA1, que aumenta significativamente la probabilidad de desarrollar cáncer de mama y de ovarios.En Argentina, según admitieron desde la Sociedad de Mastología, esta circunstancia marcó un punto de inflexión y un interesante llamado de atención a la población, a los profesionales y a los sistemas de salud en relación al cáncer de mama, y la importancia de establecer verdaderos grupos de riesgo para personalizar estrategias de prevención.“Obviamente que cuando se presentan ejemplos de estas características, esto trae inevitablemente oscilaciones y cambios en la conducta y en los estados de ánimo de la sociedad. Y si estamos hablando de uno de los temas que posiblemente más sensibilizan a la población de mujeres del mundo como lo es el cáncer de mama, la lógica dice que probablemente nada va a ser igual que hasta ese momento. Y por supuesto, en este tema, nada fue igual desde entonces”, advirtió el jefe del Departamento de Mastología del Instituto de Oncología Ángel Roffo, Eduardo González. Miedo colectivo inicialSegún recordaron los especialistas, primero tomó protagonismo el pánico, se multiplicaron las consultas, la mayoría de las mamas de las mujeres pasaron a ser sospechosas, potencialmente peligrosas. Vale aclarar un dato no menor: sólo un 5 a 7% de las pacientes portadoras de un cáncer de mama tienen una base genética en su origen, por lo tanto, la mayoría de la población no es comparable al caso Angelina Jolie. Luego de esta primera reacción, comenzó lentamente el equilibrio y la responsabilidad de esto se basó en que las pacientes cambiaron sus hábitos y decidieron llevar sus dudas a profesionales más entrenados en el tema, modificando sus fuentes de consulta. De revistas amarillas o páginas web sin filtro científico viraron a sitios de instituciones académicas y asistenciales, de reconocida seriedad y prestigio. Y no sólo se informaron mejor y consultaron con más criterio, también sobre todo aquellas que podían pertenecer a grupos de alto riesgo, se asesoraron sobre las estrategias para disminuir ese riesgo de las posibilidades de la cirugía, de las técnicas de reconstrucción, de los resultados y complicaciones, entre otras. Médicos poco informados Pero la popularidad que pasaron a tener el gen BRCA1 y la mastectomía como método de prevención del cáncer también impactó sobre los médicos argentinos. La Sociedad Argentina de Mastología reveló que las encuestas realizadas entre médicos especialistas y no especialistas en cáncer de mama sobre la información que tenían acerca del riesgo genético mostraron una tendencia hacia la desinformación.Las entidades que se encargaban de difundir, prevenir y tratar el cáncer de mama tuvieron que trabajar en generar nuevos espacios de información y capacitación sobre el tema. Se creó en el Instituto Nacional del Cáncer (INC) un grupo multidisciplinario de especialistas (genetistas, mastólogos, oncólogos, anátomo-patólogos, bioquímicos, entre otros) para intervenir este nuevo escenario, interactuar en ateneos virtuales, sistematizar y validar los estudios genéticos para que sean cada día más accesibles a la población. Como resultado de este proceso de formación, se publicó a través de la misma institución un manual de Asesoramiento Genético Oncológico para poder entrenar a los profesionales en forma correcta y actualizada. En cuanto a los sistemas de salud, tuvieron que analizar profundamente la nueva situación y el desafío de plantear soluciones para la cobertura de los estudios genéticos y los tratamientos de reducción de riesgo que estos implicaban.





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