PANAMBÍ. Nadie puede siquiera imaginar lo que debe vivir Carlos Knack tras la masacre a su familia. Vio el horror y la locura en los cuerpos de sus padres y hermanos. No debe ser sencillo para él no pensar, no recordar; tan sólo dormir. “Cuando llegué estaban los cuatro en el pasto, quemados cien por cien”, contó ayer en una entrevista con FM Integración de Oberá.No debe ser fácil para él, más bien una pesadilla, el círculo obsesivo del recuerdo de su padre trepando las rejas en una carrera alocada por salir y buscar ayuda. Y en la misma secuencia, los dedos desprendiéndose de las manos por los huesos calcinados de odio y crueldad. Busca consuelo y seguramente no lo encontrará, al menos en el mediano plazo. El dolor en estos casos necesita tiempo, paciencia y sobre todo, apoyo. Carlos Knack, más conocido como “Nano”, lo busca por todos lados. Como él mismo lo dijo: “Es muy feo perder tres familiares en veinte minutos. Destruyeron mi familia, me están dejando solo. Por lo menos que Dios tenga misericordia y me deje a Cristian, como parte de mi familia, que le dé fuerzas y pueda salvarse”. “Nano” sabe que pudo ser una víctima más; que se salvó de milagro, tal vez sólo porque no era su momento. El día de la masacre festejaban su cumpleaños, el número 20. En realidad, había sido el día anterior, el 24, pero “como teníamos mucho laburo, decidimos hacer un asado el domingo, al que invitamos a unos parientes”.Después de que se retiraron los comensales, él decidió partir también en compañía de su novia, sin saber que esa acción le salvaría la vida.Treinta minutos pasaron, aproximadamente, desde el momento en que dejó su casa y cuando recibió el llamado desesperado de una vecina: “Nano vení urgente, que asaltaron a tu papá y le pusieron (sic) fuego”, escuchó del otro lado del celular. Era la voz de la mujer que, perturbada entre la desesperación y el horror, anticipaba lo peor. Cuando “Nano” llegó, vio a sus padres y hermanos, de 12 y 25 años, tendidos en el pasto mojado. “Fue un horror lo que vivieron. Mi papá no encontraba ni el portón para salir y, en la desesperación, subió las rejas. Se le desprendieron los dedos por lo quemado que estaba”, recordó con dolor indisimulable en su tono de voz. “Pido a Dios que tenga misericordia y me deje a Cristian como parte de mi familia”, insistió con un sentimiento capaz de sacudir los cimientos de una represa.“Los cuatro hablaban cuando llegué; estaban aterrorizados, decían ‘esa gente casi nos mató, nos metieron fuego’. No los reconocieron porque estaban encapuchados, no sabían quiénes eran. Gritaban de dolor, por las quemaduras. Entonces lo más importante era llevarlos al hospital para que pudieran curarles”, indicó.No se sabe a ciencia cierta cuántos asesinos participaron en el atroz asalto. Una versión indicó que cuatro; otra habló de seis.Knack confirmó dos cuestiones importantes, que hablan del ensañamiento con el que actuaron los homicidas. Una es que atacaron a fierrazos a su padre y la otra, que se ensañaron particularmente con su hermana Bianca.En este sentido, dejó una frase significativa para la investigación, que deja deslizar que los asesinos quizás conocían a su familia.“Fue algo terrible, no encuentro palabras para describir lo que le hicieron a mi familia. Le ‘pusieron’ fuego a mi hermanita; a todos ellos les tiraron nafta, les rociaron con alcohol y encerraron en una pieza… según lo que se está dando, mi papá luchó con los criminales, porque el arma de ellos no funcionaba. Entonces la dejaron. Mi papá no iba a ver a mi hermanita quemándose, ellos conocían que iba a dar la vida en ese asalto por su familia, pero no pudo porque eran muchos los asaltantes”, señaló.“Se llevaron la plata que estaban esperando, un arma de fuego que luego se encontró afuera de la casa. Se llevaron una suma grande, que mi hermano fue a buscar a Corrientes por la venta de una madera”, manifestó en el último tramo de la entrevista mantenida ayer en la Capital del Monte. Panambí, el pueblo que decidió movilizarse por Justicia“Panambí enlutado por la violencia y la vergüenza” es el lema que impulsaron los organizadores de la marcha que se llevará a cabo hoy, a partir de las 13, en reclamo de Justicia y pronto esclarecimiento de la masacre ocurrida en esa localidad el domingo pasado.La principal referente de la manifestación es la docente Lidia Lago, quien aclaró que la misma estaba prevista para ayer, “pero a pedido del intendente y las autoridades se postergó para hoy. La convocatoria es para las 13 en el último tramo del Kilómetro 8, viniendo de Oberá, y la intención es caminar, en forma pacífica, hasta la casa de la familia Knack”, indicó.Consultada sobre si conocía a la familia asesinada, Lago manifestó que “somos todos nacidos y criados acá. Era una familia que se levantó trabajando, que trabajaba duro, que tenía lo que tiene fruto de su trabajo y sacrificio, desde el más chico hasta el más grande. La gente de afuera, que está acostumbrada a otra forma de vida, cree que por ahí va a encontrar a un empresario en una oficina con saco y corbata y a la mujer, muy coqueta, sentada a su lado. Nunca pensaría en encontrar a una esposa remendada y al marido trabajando a full, entre los empleados, para salir adelante. Los Knack era gente sacrificada, que juntaba moneda a moneda”, describió. Con respecto al sentimiento que embarga hoy a los pobladores de Panambí, aseguró que “es la primera vez que el pueblo se levanta. Soy docente acá y uno a veces espera que otras personas organicen este tipo de acontecimientos, pero bueno…”.Con el tono macanudo que caracteriza a la gente de bien del interior, sugirió: “Aconsejo a los que vengan que se traigan un abrigo, porque la neblina comienza a levantarse casi al mediodía y está frío. Además, manejar con prudencia, porque, con la caída del puente Acaraguá, el tránsito vehicular se intensificó en la zona”.El intendente de Panambí pareció reaccionar y decretó dos días de duelo, según informaban distintos medios de comunicación de la zona centro. La investigación está a cargo del Juzgado de Instrucción 1 de Oberá. &
nbsp; VelatorioEn un clima de conmoción y profundo dolor, los cuerpos del empresario maderero Carlos Knack (43), su esposa Graciela Mojfiuk (42) y su hija Bianca (12) fueron trasladados ayer, en horas del mediodía, a la iglesia de Panambí, donde iban a ser velados hasta su sepultura.Ni bien se produjo el arribo de los tres integrantes de esta familia, víctimas del odio, la crueldad y la bestialidad de criminales que deben ser detenidos y castigados con el máximo rigor de la ley, vecinos y familiares se acercaron al templo a dar sus pésames y el último adiós.Según la docente Lidia Lago, organizadora y referente de la manifestación que se llevará a cabo hoy a las 13, es la primera vez en la historia que hay un común denominador de movilizarse en pedido de Justicia y pronto castigo a los responsables.En realidad, Panambí en particular y Misiones en general se vieron conmovidas por este espeluznante episodio, cuyas causas y circunstancias aún se desconocen.Por ejemplo, nadie duda de que hubo un entregador que sabía del dinero en casa de los Knack.





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