OBERÁ. La Escuela 237 hace tiempo sufre problemas edilicios y de falta de espacio que se fueron agravando con el correr de los años. Actualmente en el nivel primario, en los dos turnos hay una matrícula de alrededor de 400 alumnos. Esta institución tiene cuarenta años, fue fundada en 1975 y está ubicada en el barrio Norte, sobre la calle Picada Vieja de esta ciudad.La directora, María Antonia González, relató a PRIMERA EDICIÓN: “Se inició con una escuela de madera y con los años fue sufriendo transformaciones, se refaccionaron algunos sectores pero hoy por hoy a simple vista se pueden observar las necesidades que tenemos de refaccionar en la parte central y construir en la parte lateral en la que hay muchas dificultades. Trabajar con un número tan importante de alumnos se nos complica un poco, sobre todo los días de lluvia. Los espacios en la parte lateral no son los óptimos para desarrollar las clases ni con estos ni con ningún grupo de alumnos en realidad, ahí funcionan cuatro secciones de alumnos de primaria y en el turno noche funcionan allí algunos talleres”. “Un día de lluvia es preocupante, porque se forman charcos en el piso, debido a la filtración de las paredes y las goteras que tiene todo ese sector, también tenemos otras preocupaciones como la instalación eléctrica, ya que debemos velar por la integridad física de los alumnos y docentes”, aseguró. Las marcas que deja el agua son evidentes y el deterioro que genera también. “Lamentablemente tengo que admitir que los días de lluvia hay una muy baja asistencia de alumnos, teniendo en cuenta la preocupación de los padres y el peligro que esto acarrea decidieron no enviar a los chicos a la escuela. Lo que se hace cuando llueve es acordar con los colegas el reagrupamiento en los diferentes espacios donde relativamente se puede juntar a los alumnos para que puedan continuar con la enseñanza, si bien los espacios no son los adecuados ni los específicos, de esta manera venimos trabajando. Desde 1998 estoy trabajando en esta escuela y ya desde ese entonces se viene planteando esta cuestión de que hay que refaccionar el ala lateral, que es la más preocupante, sumado al cielorraso de la parte central, que tiene termitas y parches que se pusieron con la colaboración de la Municipalidad pero no es suficiente”, agregó la docente.El olor a humedad en los salones ubicados en los laterales es penetrante, los propios alumnos de primer grado cuentan e ilustran cómo chorrea el agua por las paredes cuando llueve, muchas veces esto genera en los chicos y sus maestras estados grupales o reacciones alérgicas. Las gestiones realizadas en estos años fueron muchas, se levaron notas, vinieron a corroborar la situación pero docentes, padres y alumnos siguen esperando respuestas concretas. Hace dos años, el ministerio prometió hacer refacciones, “pero ya estamos a mediados de 2014”, finalizó.





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