OBERÁ. La Capital del Monte llora la partida de Enrique Gualdoni Vigo, profesor, periodista, escritor, abogado e inquieto dirigente, sólo algunas de las múltiples facetas de este hombre reconocido por su memoria prodigiosa y el cigarrillo eterno en la boca. Autor de obras como “Reseña histórica de Oberá” (1987), “El señor Oberá, historia de don Basilio Lutz” (Ed. El Escriba 2007), entre otras, llegó a la Zona Centro de la provincia en 1956, cuando tenía 22 años, para ejercer como abogado y profesor, tarea que desarrolló en los colegios Normal, Nacional y Comercio.Además, ocupó distintos cargos públicos a nivel provincial y durante más de veinte años fue el titular de la Liga Regional Obereña de Fútbol, otra pasión de toda la vida.“Vine a Oberá por dos años. Pero la segunda noche, en una reunión, pensé: yo quiero ser un símbolo de esta ciudad”, explicó alguna vez a los medios locales, como pidiendo permiso y como si no le sobraran méritos para serlo.Y así como fue reconocido por su trabajo profesional y su activa participación en ámbitos de la vida social, cultural y deportiva, todos saben que don Enrique Gualdoni Vigo fue un fumador empedernido. “Fumo desde los veinte años, cinco paquetes por día. Pero no trago el humo”, era su escueto comentario sobre el tema, que lo llevó a, incluso, iniciar focos de incendio a su alrededor, pues el cigarrillo nunca se apartaba de su boca, ni siquiera para hablar, y el que estaba llegando a su fin servía para encender el siguiente.





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