BERNARDO DE IRIGOYEN. “Parece que la muerte se olvidó de mí”, señala Juanita con picardía. Es que pasaron 116 años del día en que nació, allá por 1898, y, por su fortaleza, se podría esperar que viva varios más. Su cuerpo aún resiste, tanto que se da el gusto de comer lechón con mandioca, torta, helado, chocolate y otras delicias con las que el jueves festejó su cumpleaños.María Juana Martínez, nacida en Brasil, desde hace varias décadas vive junto a su hija Cecilia, de 89 años, en el barrio Vista Alegre de Irigoyen, a unas seis cuadras del Automóvil Club Argentino. Ambas son prácticamente inseparables, al punto que el año pasado, cuando Cecilia se descompensó y debieron internarla, Juanita fue con ella y se quedó también internada hasta que su hija recibió el alta y volvieron a su casa. A ella no debieron hacerle ningún estudio, ya que sus valores de sangre están en los niveles adecuados.La más longeva del paísSi bien en el barrio todos la conocen, muchos vecinos de Irigoyen supieron de Juanita por medio del Censo 2010. En ese momento, con 112 años, los censistas la señalaban como la mujer más longeva del país. Durante varios días, toda la comunidad comentó sobre ella. Su historia llegó a oídos de Gaspar von Zeschau, posadeño que por motivos laborales llegó a esa localidad en 2010. “Conocí su historia y me acerqué en un primer momento por curiosidad, para conocer a esta mujer y, sabiendo que el barrio donde viven es bastante modesto, pensé en ofrecer mi ayuda, colaborar en lo que necesitaran”, dijo Gaspar en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. “Pero al final, Juanita y su familia me ayudaron más a mí que yo a ellos, porque me abrieron las puertas de su casa, compartieron su mesa y me hicieron sentir en familia, cosa que, estando lejos de la mía, fue muy importante”, destacó el hombre, que ya es considerado un nieto para estas abuelas.La fiesta de los 116Los festejos por el 116 cumpleaños de Juanita se extendieron durante todo el jueves. Ella comenzó el día desayunando su leche con galleta, más tarde comió una masa de miel y luego, mamón en almíbar. A la hora del almuerzo, junto a vecinos y familiares, degustó el lechón y más tarde la torta. Parecerá increíble, pero aún puede consumir estos alimentos sin que signifiquen un riesgo para su organismo. Las visitaron vecinos, hijos, nietos, bisnietos y tataranietos, y durante toda la jornada la casa se llenó de aquellos más allegados. Una casitaEn 2010, Gaspar von Zeschau y un grupo de amigos ofrecieron ayudar a Juanita y Cecilia a conseguir algunos elementos para mejorar su calidad de vida. Así, lograron que le construyeran una casita de madera prefabricada con un bañito, para que puedan estar más preservadas del frío irigoyense, que en su casa anterior entraba por las rendijas. También consiguieron una heladera y una licuadora.“Ellas trabajaron en la chacra toda su vida y de ahí obtienen su alimento, principalmente. Su hijo es el que más se encarga de la chacra ahora y se puede decir que se arreglan bien con lo que tienen”, destacó Gaspar.





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