POSADAS. Un nuevo accidente con la oruga taturana deja al descubierto, una vez más, la falta de un protocolo para gestionar este antídoto que no se produce en Argentina. Mientras un joven eldoradense, de 22 años, espera en terapia que le suministren el antídoto, el jefe del Programa Animales Venenosos de Salud Pública, Roberto Stetson, admitió ayer a PRIMERA EDICIÓN que, al menos de su parte, había fracasado la gestión ante Brasil. “Las autoridades sanitarias de la provincia están al tanto por lo que espero que sean ellas quienes inicien las gestiones ante sus pares brasileñas. Hasta ahora, cada vez que tuvimos accidentes con taturanas y arañas del bananero, los médicos y funcionarios de tercera línea, como yo, salimos a pedir favores a nuestros pares de Brasil. Para ellos es muy complicado darnos el antídoto porque deben dibujar los datos, como si el paciente se atendiera en ese país, porque no existe un convenio marco entre ambos países sobre esta cuestión”, transparentó Stetson, licenciado en Genética, docente universitario, magíster en Educación Psico-informática y doctorando en Ciencias. Internado en terapia El joven afectado tiene 22 años y está internado en terapia intensiva del hospital Samic de Puerto Iguazú porque tomó contacto con el gusano venenoso conocido como taturana (su nombre científico es Lonomia obliqua). El paciente -cuyo estado sería estable- estaba tomando mate en su vivienda con un amigo cuando, el lunes a la noche, la oruga cayó sobre su pierna desde una planta. Los síntomas del envenamiento comenzaron minutos después, por lo que el joven fue llevado al hospital Samic de Eldorado, donde se dispuso su traslado al de Iguazú. Allí, el paciente espera recibir el antídoto contra el veneno de la taturana, proveniente del Instituto Butantan (Brasil). Pero puede que el antídoto no llegue y, también, según la amplitud del contacto con la oruga, cabe la posibilidad de que el organismo del paciente supere el cuadro de envenenamiento sin auxilio. “Esto sucedió en diciembre pasado con una nena de Santa Ana que sufrió trastornos hemorrágicos y, pese a no recibir el antídoto, logró recuperarse sólo con suero”, aseguró Stetson. Tres propuestas sobre la mesaHace ya algunos meses, Stetson presentó ante el Ministerio de Salud Pública tres propuestas para subsanar la falta de antídotos para animales venenosos que cada año provocan numerosos accidentes en Misiones. “La propuesta más sencilla, la de mínima, es que las autoridades correspondientes firmen un convenio de reciprocidad. Como jefe del Programa de Animales Venenosos hice todo lo que estuvo a mi alcance y no obtuve respuestas. Necesitamos que los funcionarios de arriba, bien de arriba, el subsecretario o el ministro de Salud Pública, viajen a Brasil y traten de firmar un convenio de colaboración mutua que nos garantice la provisión de los antídotos necesarios”, aseguró. La otra propuesta es que se produzca el antídoto en el Instituto Malbrán, en la provincia de Buenos Aires. “Este instituto nacional cuenta con la infraestructura necesaria para producir el antídoto contra la taturana y la araña del bananero. Hablé con las autoridades de Zoonosis y con el director del Malbrán sobre esta cuestión, les envié varios proyectos, pero es evidente que no tengo la suficiente jerarquía para que me presten atención”, advirtió. La tercera opción, la más ambiciosa, es crear en Misiones un instituto paralelo al Malbrán. “La provincia de Buenos Aires tiene un instituto provincial que produce antiofídicos, nosotros podríamos hacer algo similar y producir además antídotos contra la taturana y la araña del bananero. Por supuesto que este centro sería muy costoso para la Provincia, porque se necesitaría una fortuna para crear, poner en funcionamiento y mantener un instituto de microbiología de esta naturaleza. Necesitaríamos no sólo recurso humano super especializado, también se debería contar con víboras, ratas y caballos, pues a estos últimos se les inocula”. Avance que preocupa Además, según advirtió Stetson, no sólo debería preocuparnos la falta de gestión de antídotos, sino también la presencia cada vez mayor de estos animales venenosos. “El caso de la nena de Santa Ana nos alertó sobre la presencia de la taturana, que antes estaba reducida en las zonas norte y centro, especialmente hacia el río Uruguay, en el límite con Brasil. Ahora ya tenemos este gusano en una chacra en Santa Ana. Por eso, es muy probable que se registre un aumento de casos de accidentes con esta oruga venenosa”, admitió y señaló que en el sector privado de la salud “no nos enteramos cuando alguien muere por esta causa, a veces apenas nos llegan los comentarios, pero no tenemos los documentos”.





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