POSADAS (Por Silvina Lorena Azcurrain). La Compañía de Arte que dirige Luis Marinoni, sumando el aporte de varios artistas más fue un éxito de convocatoria, pero sobre todo una demostración de talento inigualable. Ya el año pasado la misma presentación había dejado miles de buenos comentarios, pero esta selló ese compromiso real tanto del artista como del público, que pese a las condiciones climáticas que hicieron dudar el desarrollo del espectáculo, la gente abrazó la plaza 9 de Julio de la ciudad con una verdadera vocación de fe.“Arcano de Viernes Santo” supo combinar arte con pasión, fe con emoción, la palabra sagrada con la historia del universo guaraní. El resultado fue un cerrado aplauso, la ovación de pie de miles de personas que volvieron a consagrar al espectáculo que con mucha dedicación trae al tapete cuestiones mitológicas, sagradas, reales, “es un poco de mi, un poco de cada uno de nosotros esta obra”, supo manifestar el director Luis Marinoni.Con la participación de Karoso Zuetta, Nerina Bader y Matías Ortíz en la parte de composición musical; sumando al grupo vocal “La Confusa” con dirección de Nicolás Albornoz, el ballet folklórico y comisión de folklore del Barrio Alegre de la ciudad de Trenque Lauquen, los bailarines de la Compañía de Arte, la maestra María Elena Markendorf, y artistas posadeños que hicieron posible una puesta realmente mágica y llena de mensajes para reflexionar. La lluvia de la mañana, los chaparrones de la siesta y el cielo plomizo tentaron a los organizadores en un primer momento montar toda la estructura en el Club Tokio para luego culminando la tarde volver al espacio de la plaza 9 de Julio, ya que el tiempo parecía dar tregua. Realmente así fue. Con media hora de retraso, más un público ansioso se dio inicio a esa mágica demostración de fe. Esa primera parte con escenas intinerantes en distintos sectores de la plaza, tomaron de sorpresa al público y entre penumbras e iluminaciones adecuadas, comenzaron a aparecer esos personajes que entrelazados con el gente dejaron ver virtuosismo y trabajo comprometido. Celulares en mano captaron a Jesús caminar entre el público, algunos ensimismados otros con rostros de sorpresa y un notable momento de emoción cuando entre las aguas de la fuente acompañado de María Magdalena dieron esa impresionante demostración de adoración, gestos que acompañaban el dolor con una apertura notable que dejó entrever la pluma del autor donde los miedos estaban notablemente marcados por los personajes de Las Dolorosas, los demonios, espíritus malos.Todo ese movimiento externo al escenario fueron remarcando las Estaciones del Vía Crucis, la Oración en el Monte de los Olivos, la instigación y los pecadores desterrados, Jesús camina en las aguas, el mito de María Magdalena, la madre y el hijo yacente.Mezcla de sensaciones, comentarios por lo bajo y mucha admiración hicieron de un público inquieto por momento y por otros, de mucho respeto: como formando parte de escena, como volviendo el tiempo a esa milenaria esencia religiosa, como sintiendo lo mismo que prolijamente detalla la palabra de Cristo en La Biblia.El cortejo fúnebre, otro de los momentos más notables, donde también a modo de precesión el público se volvió a mostrar partícipe, auténtico, presente y comprometido con la obra.Con un escenario en desniveles, la puesta de una grada se le dio un movimiento aún mayor a esa propuesta que ya el año pasado conmovió. El guaraní libre “Ka’ aguy Kumbijare”, los murmullos de los rituales de Karoso Zuetta y Nerina Bader, fueron parte de esa segunda parte donde se pudo vislumbrar la oración de los espíritus del lugar, dejando a todos en un silencio profundo, por momentos la piel comenzaba a estremecer y solo los grandes artistas captan esas máximas sensaciones en la gente. Personas que por momentos tomaban partida en la puesta y significativamente emocionados hasta las lágrimas se manifestaban en aplausos. Así se llega al guaraní reducido con los Padres Jesuitas, la danza de los niños Bautizados, la elegida, danza del joven servidor enamorado de la Virgen Niña, la gran fiesta de Nuestra Señora y un despliegue maravilloso de colores que simbolizaron la alegría compartida. Los estigmas de María y los diez mandamientos volvieron a poner el escenario en situación de reflexión, la gente observaba, mucha presencia de religiosas y ese notable despliegue de niños en la danza de los Ángeles de la Guarda, seguido de los abuelos de José de Chiquitos con un auténtico toque de Bolivia y el oboe de Gabriel junto al grupo vocal dejando entrever al guaraní hoy, ese mismo que dijo Marinoni al explicar “todos formamos parte de ese guaraní”. Luego las siete iglesias y los símbolos religiosos en una puesta de Tupasy ñuati, el encuentro de la Virgen con su hijo en la agonia dando un cuadro de extremo dolor, compromiso y amor incondicional. Ya llegando a un tramo de la obra donde las emociones eran aún más fuertes en esa puesta del Descendimiento de la cruz, los rezos a San Ignacio, San Agustín y San Miguel. La puesta magistral de la Última Cena, esa oración universal que nos enseñó el Señor: El Padre Nuestro, con el ascenso a los cielos, un Aleluya profundo y el Credo Final. Sellada la velada con un público de pie, los artistas que no podían salir de la emoción, el agradecimiento profundo del padre Marcos, la Iglesia Catedral, una escena de magistral devoción y ese impecable “Arcano de Viernes Santo” para volverlo a ver.





Discussion about this post