POSADAS. Los vecinos del barrio Los Oleros, ubicado en San Isidro, volvieron a movilizarse para insistir con el reclamo para que las autoridades pertinentes exijan a las líneas 15 y 21 del servicio del transporte urbano de pasajeros cumpla con las frecuencias diarias preestablecidas, porque de lo contrario deben caminar noventa cuadras (nueve kilómetros) para tomar otro colectivo que les permita llegar hasta sus lugares de trabajo, estudio u hospital.Con un escrito que lleva la firma de numerosos vecinos de Los Oleros, Carolina Leguizamón explicó en detalle el padecimiento diario de las más de 200 familias que viven allí. “Los colectivos deben salir desde allá a las 6, 7.30 y 10 de la mañana, después recién a las 13.30 sale otra unidad. Por la tarde directamente no existe el horario, pasan cuando ellos quieren. Los choferes incluso nos dicen que ni ellos saben el horario de cabecera porque a veces durante el transcurso del día les van cambiando los horarios. Hay solamente dos unidades destinadas a nuestro barrio. Pero sucede que si necesitan hacer un refuerzo desde la empresa, que es Tipoka, toman alguna de estas dos unidades y nos dejan a nosotros sin nada. Encima esas dos unidades están en pésimo estado”, señaló Leguizamón.La organización internacional Techo, a través de su directora en Misiones, Soledad Balán, ya había manifestado a través de una nota que los voluntarios de esa entidad, que trabajan realizando distintos trabajos de relevamiento in situ, también sufrían los mismos problemas con el pésimo servicio de colectivos. “Somos un barrio humilde pero de mucha gente que sale a trabajar y ¿quién puede cumplir con los horarios de esta manera? Los días feriados se agudiza el problema, pasan cuando a ellos se les antoja, pueden transcurrir tres o cuatro horas sin que aparezcan. La semana pasada en particular me pasó que para volver a mi casa a la noche fui a esperar frente a la Terminal, donde están los planilleros de la empresa, como para asegurarme que iba a pasar, pero ni así lo conseguí, incluso me dijo (el planillero) que la unidad vendría a las 20.50, pero como seguía sin aparecer me dijo que recién sería a las 22.30. Tuve que tomar otro colectivo, porque tengo hijos que quedan al cuidado de una señora, ya que tengo que trabajar para vivir, bajarme y caminar los nueve kilómetros en plena oscuridad porque en toda esa zona no hay alumbrado público. Todo esto ya le planteamos a Almirón (Hermes) de Transporte de la Provincia”, apuntó Leguizamón. Más adelante recalcó que “una persona que está en relación de dependencia perdería su trabajo si dependiera exclusivamente del colectivo para cumplir con su horario de ingreso, porque el colectivo nunca pasa en horario o directamente no pasa. Hay quienes pierden su turno en el hospital que sacaron hace más de un mes. Eso es real y nadie ve esas cosas. Un remís nos sale casi 300 pesos hasta el hospital y nadie puede pagar eso”. Si algo faltaba, no hay luzA la difícil situación que viven por la falta de colectivos, los vecinos de Los Oleros vivieron un episodio policial que los dejó a oscuras desde el miércoles por la tarde. “Desde hacía varios días que se habían intensificado los controles en la rotonda de empalme con el acceso Arco-Garita, a cargo de la Gendarmería y de la Policía. El último miércoles había varios camiones con rollos de pino que andaban por la zona, no sabemos si se estaban escondiendo o qué pasaba, pero lo cierto es que se llevaron por delante todo el tendido eléctrico y quedamos sin luz unas 200 casas. Llamamos a Emsa y no nos dan ningún artículo”, manifestó Carolina Leguizamón. Las bombas de agua,esperanPor otro lado, en Los Oleros también padecen el grave problema de la falta de agua. “Esto parece el monumento a la inacción de quienes deben resolver este tipo de situaciones. Hace cuatro años que se hicieron las diferentes obras, perforaciones, tanque, bombas, pero sigue faltando el tendido eléctrico para que las bombas tengan luz y nosotros agua. Pasa que tenemos tendido de electrificación rural y se necesita trifásica porque de lo contrario se quemará todo el equipo”, señaló la vecina Carolina Leguizamón. Siguió relatando que “tenemos que esperar a que llueva para tener agua, pero a la vez si llueve es otro motivo más para que no entre el colectivo. Dos veces por semana el camión cisterna municipal debe proveernos de agua, pero cuando entran empiezan el recorrido por la parte de la escuela y cuando llegan al otro extremo ya no tienen casi más nada y nos cargan la mitad del tanque”. Luego agregó que “la semana pasada no vinieron y el chofer, cuando le reclamamos nos dijo: ‘Ustedes tienen que cuidar el agua y no derrochar’ y es un irrespetuoso porque no tiene ni idea de lo que es vivir con un tanquecito de agua que tenga que durar cuatro o cinco días, que uno vaya al baño y tenga que hacerle hacer pis a los chicos en un balde y no en el inodoro. Además el camión viene perdiendo agua porque las mangueras están rotas y ya le dijimos que pare un día y arregle que nos beneficiaríamos todos. Como no les falta el agua no dimensionan nuestra carencia. Somos ciudadanos de cuarta”.





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