OBERÁ. El hombre habría seguido a la víctima desde que salió del bar “Hijitus”, en San Vicente. Adentro lo había visto beber copiosamente, mientras hacía ostentación del dinero que había cobrado en su trabajo.En esos minutos planificó todo. Salió antes y lo siguió de lejos, buscando el momento propicio para asestar el golpe.Decidió hacerlo en la esquina de la avenida Tejeda y ruta nacional 14. No le fue difícil tumbar a la víctima en el piso y robarle dinero y el celular.Eliseo Manuel Rodríguez ya se iba cuando escuchó que Nicanor César Ferreyra comenzó a insultarlo. “Te voy a denunciar a la Policía y vas a terminar preso”, quizás le dijo. Rodríguez regresó, tomó una roca y atacó con furia al hombre que aún yacía en el suelo.La autopsia estableció con claridad meridiana la ferocidad de la agresión. Estableció que el deceso se produjo por fractura y aplastamiento de cráneo.El crimen se produjo el 21 de abril de 2012. La causa iba a ser ventilada en audiencia de debate oral y público la semana entrante, pero el imputado acordó un juicio abreviado: catorce años de prisión a cambio de la confesión del hecho.Tras el homicidio, el responsable se dio a la fuga. Pero la vida en la clandestinidad le duró poco. Cometió un grave error. Habló de más, se jactó de haber matado a un hombre, que para colmo estaba alcoholizado, frente a gente desconocida y esa acción le costó la libertad.Con el testimonio de un testigo de identidad reservada, los investigadores fueron en busca del sospechoso.Lo localizaron al día siguiente en pleno centro de la localidad de San Vicente.No tuvo alternativa. Cuando se percató que estaba rodeado, se entregó sin resistencia.Entre sus pertenencias se encontró el teléfono celular de la víctima, elemento que terminó de confirmar su vinculación con el episodio de sangre.Rodríguez acordó catorce años de prisión con la fiscalía y ese acuerdo fue homologado ayer por el Tribunal Penal 1 de Oberá, presidido por la jueza Lilia Avendaño, secundada por sus pares José Pablo Rivero y Francisco Clavelino Aguirre, concluyó el portavoz consultado por este Diario. Habló de másEliseo Manuel Rodríguez se fue de boca, como reza el dicho popular. La noche en que mató al tarefero Nicanor César Ferreyra se ufanó de ello y sin saberlo, selló su destino en prisión.Una de las personas que lo escuchó, con un tono de voz elevado, quizás por acción del alcohol, acercó el dato a los investigadores.Esa acción permitió la detención del sospechoso.El andamiaje probatorio en su contra era de tal contundencia que Rodríguez optó por una reducción de la pena en un juicio abreviado, para lo que se declaró culpable. Ayer fue notificado de la sentencia y reconducido a la cárcel de Oberá, donde pasará un buen tiempo a la sombra.





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