POSADAS. Muchos jóvenes deciden incorporarse a las filas de la Policía de Misiones, por distintos motivos. Algunos lo hacen por vocación, porque provienen de una familia de policías; otros porque consideran que es una rápida salida laboral. Y no faltan quienes llegan con una recomendación de peso o apadrinados por funcionarios de las más altas esferas del Gobierno provincial.En el 80% de los casos, sobre todo de aquellos que desean ser policías o necesitan un trabajo, los padres realizan un importante esfuerzo económico para que sus hijos encuentren la senda de la independencia y puedan proyectar un futuro digno.Según un relevamiento efectuado por PRIMERA EDICIÓN, hubo padres que invirtieron hasta 12 mil pesos en la compra de las indumentarias que la Escuela de Oficiales exigía para que pudieran primero rendir los exámenes teórico-prácticos y luego, superar el cursillo de adaptación.Pero esa ilusión se hizo añicos cuando muchos de los aspirantes que ya habían superado todas las etapas de evaluaciones (psico-físico y teórico -exámenes de Estudio de las Ciencias Jurídicas; Historia Constitucional Argentina y Procesos discursivos) fueron literalmente quebrados -según sus familiares- durante el cursillo de adaptación.Uno de ellos incluso debió ser atendido en una clínica de Jardín América debido a las secuelas de semejante exigencia física, tendiente a demostrar no se sabe qué.Sólo en la jornada del miércoles alrededor de 27 aspirantes quedaron fuera de carrera y en los días siguientes se sumaron otros más.La mayoría terminó doblegada, lo que es peor espiritualmente.Y uno se pregunta: ¿para qué semejante prueba de resistencia humana? Algunos terminaron en estado de shock; otros bajaron hasta dos kilos en un día. Y la pregunta persiste. ¿Para qué? “Oficialitos” devenidos en instructores despechadosSegún las fuentes consultadas, al menos una parte de los instructores pertenece a la camada de oficiales (oficialitos, fue el término despectivo) que el año pasado egresaron del Instituto de formación de la Policía de Misiones.Al parecer, deseosos de tomar revancha de lo que ellos mismos sufrieron en su etapa de instrucción, decidieron sobreexigir a los aspirantes.Aparentemente se les fue la mano. Extraña la actitud de las autoridades, de no supervisar este tipo de conductas, cuando los padres dejan en sus manos la propia vida de sus hijos.La historia argentina sabe de este tipo de excesos, como el caso Carrasco, por ejemplo, que desembocó en la mismísima derogación del Servicio Militar Obligatorio.Ergo, no es un tema menor ni debe tomarse a la ligera.Sin dejar de mencionar el esfuerzo económico de los padres. Entre los elementos exigidos a los aspirantes figura borceguíes (2); zapato estilo inglés (1); camisas de distintos colores (17); pantalón de vestir azul (2); pantalones de fajina, tipo bombacha (4); toallas azules (2 grandes y 2 chicas); zapatillas blancas marca Topper (2); ropa interior y todo el equipo deportivo.





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