POSADAS. En el marco de un acto que ya es tradicional en esta ciudad, la Escuela de Música de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores – Sadaic -, llevó a cabo el cierre de su año lectivo. El acto – no podía ser otra manera-, resultó una fiesta para los oídos que escucharon tanto talento genuinamente misionero entre tantos jóvenes alumnos del maestro y director de la escuela (además de maestro de ceremonias de gran parte del acto), Ricardo Plácido Ojeda quien, finalmente, resultó la figura principal de un verdadero concierto. Los primeros en subir al escenario fueron los solistas encabezados por los hermanos Esteban y Fernando Paredes (acordeón y guitarra, solistas, pero en dúo. El programa prosiguió con Melina Sánchez en piano; Gabriel Blaich (acordeón a piano); luego el pianistas Alejandro Moro (ver comentario más adelante), el bandoneonista Fernando Viera y uno de los ya consagrados Lautaro Cristaldfo de Dos de Mayo, quien luciendo un corte de pelo, hizo vibrar su acordeón de dos hileras con un vanerao de su autoría y luego con una buena versión de Kilómetro.Siguió Nazareno Brítez (hermano de Alan en el dúo ya famoso). quien con su guitarra entregó un tema de Horacio Castillo: Chamarra de los Chivatos.Siempre hubo aplausos para todos los nombrados así que también hubo uno para Gustavo Perret con su bandoneón , para el pianista Nicolás Tau (muy aplaudido), con Color de rosas , tango) y a pedido la Marcha turca de Mozart. Tania Kottwitz siguió la onda clásica interpretando “Para Elisa de Beethoven y cerrando la serie de solista el obereño Joaquín Benítez (“este que viene ahora ya es una artista internacional” dijo Ojeda al anunciarlo y “merece un gran aplauso por que debemos estar felices de tener artistas como este en nuestra tierra”) y el integrante del grupo familiar Benítez y Benítez inició su actuación con Tren expreso (polka) y Adiós Nonio, tango de Astor Piazzolla y se escucharon al finalizar los primeros “otra , otra”, entre el público. Ojeda entonces habló de su escuela , de la importancia de que haya una relación continua entre alumnos, padres y la escuela y los llamó a formarse para entregar los certificados. “En SADAIC, dijo Ojeda han declarado a nuestra escuela de Posadas como escuela modelo (aplausos del público, que como supondrá el lector estaba integrado en un alto porcentaje de padres)” y luego comenzó la entrega. Lo interesante es que como en las grandes universidades del mundo cada alumnos recibió el diploma de manos del padre o la madre.Algunas de esas entregas resultaron verdaderamente emotivas, con sinceridad y lágrimas, entre abrazos maternos o paternos, los futuros grandes músicos misioneros iban recibiendo el testimonio de su aplicación en el aprendizaje del instrumento. El Chopin misioneroEl maestro Ojeda bautizó como “el Chopin misionero” al pequeño – el más chico del grupo de alumnos-, Juan Carlos Moro, quien desde su piano interpretó Caminito de Juan de Dios Filiberto (la foto al lado).La velada tuvo dos cierres, el primero con la orquesta típica formada por el maestro Ojeda como director y primer bandoneón y Benítez, Perret y Viera completando la fila, violines, piano y bajo. En las páginas cantadas, el inefable dúo Loreley y Lissandro Benítez quienes cantaron Zapatitos de Raso, milonga de Caprio y Dragone y el vals “Señora Princesa” de Cadícamo y Blasco.Instrumentalmente entregaron El monito (lo reiteraron al final cuando el público pedía “bis”), tango de Saborido, Desde el alma , vals de Rosita Melo y Re Fa Sí tango de Enrique Delfino. La despedida estu a cargo de la orquesta juvenil con siete teclados , acordeones, bandoneones, guitarras y bajo.





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