BUENOS AIRES (NA). Para evitar las distorsiones por la multiplicidad de cotizaciones del dólar y acortar el atraso cambiario, el Gobierno decidió acelerar el proceso devaluatorio del peso, que acumula en el año una caída del 30%, pero como contrapartida, este plan podría poner en riesgo el reciente acuerdo de precios anunciado oficialmente.El aumento del tipo de cambio, históricamente, termina impactando en los precios y deriva en una desigual competencia entre dólar, inflación y salarios. A principios de 2013, la mayoría de los gremios lograron mejoras salariales en torno al 25%, y la inflación del año medida por los consultores privados se acercó más al 30%, diluyendo aquel ajuste en los sueldos. Sin lugar a dudas y más allá de los planteos cambiarios, el primer desafío para este convenio está directamente vinculado con la discusión salarial que empezará apenas termine este año. El ministro Axel Kicillof anunció un acuerdo con empresarios para mantener a estables los precios de unos 200 productos para todo el 2014, una idea que suena a muy ambiciosa si se tiene en cuenta en diciembre el aumento del costo de vida podría ser el más alto del año. El inusual e injustificado levantamiento policial que afectó a gran parte del país terminó condicionando toda la discusión y ningún gremio estará dispuesto a aceptar una mejora inferior al 30%.Sólo como un ejemplo, cabe señalar que el gremio de los camioneros consiguió el pago de un bono de entre 2.500 y 6.000 pesos, que si bien empezarán a cobrar en febrero, también serán factor de presión sobre los precios, más allá del aumento que pueden conseguir. En Buenos Aires, los gremios de empleados públicos ya decidieron empezar a negociar salarios apenas empiece el 2014 y evitar las consecuencias de una falta de acuerdo.Terminaron el año exigiendo el pago de un plus que nunca llegó y que seguramente aumentará la presión de los sindicatos para obtener subas que permitan recuperar el poder adquisitivo perdido en 2013 ya que según consultoras privadas la inflación trepó al 26%, por más que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) diga que fue del 10% La intención oficial de achicar la brecha entre el dólar oficial y el “blue”, que aún sigue en torno al 50%, podría terminar impactando en los precios, como históricamente ocurre en la Argentina.Desde la llegada al Banco Central de Juan Carlos Fábrega, el peso se devaluó 37 centavos y la moneda nortemericana trepó a 6,43 pesos, una depreciación anual del 30% y aceleró el proceso en cuatro veces ese ritmo. Aún así, la brecha con el dólar paralelo, que cotiza a 9,65 pesos, se mantiene en un 50%, una cifra que distorsiona la realidad, pero que está alejada del 100% que se llegó a tocar a principios de mayo.Sólo en diciembre, el dólar ya se apreció 4,25%, equivalente a 25 centavos, uno de los más altos registrados a lo largo de todo 2013. Más allá del impacto que podría tener en los precios este proceso, Fábrega puede mostrar un resultado positivo: las reservas del Central se empezaron a recuperar en forma lenta y se mantiene por encima de los 36.500 millones de dólares. Es cierto, sin los ingresos del acuerdo entre Chevron e YPF no hubiera sido posible esta reacción, que logró interrumpir una espiral descendente que en el corto plazo hubiera sido un gran dolor de cabeza. Cuando el dólar oficial llegó a 6,40 pesos, los exportadores salieron a vender y provocó una inmediata caída en el valor del billete en el circuito paralelo. Según estimaciones privadas, los ruralistas tienen sin vender unas 12,5 millones de toneladas de soja, un 25% del total, cuando lo habitual para esta época del año es menos del 15%. La expectativa de una devaluación mayor en el corto plazo es uno de los principales factores distorsivos del mercado: los sojeros no venden porque esperan un precio más elevado, y las divisas no ingresan afectando las cuentas públicas y presionando todavía más sobre el tipo de cambio.En todo este contexto, el Gobierno esperar calmar los precios a partir de un convenio con supermercadistas y con exhaustivos controles que serán realizados por militantes y funcionarios. Los planes similares llevados a cabo durante este año, no tuvieron el efecto deseado y terminaron con la salida del Gobierno de Guillermo Moreno, uno de los hombres de mayor confianza de la presidenta Cristina Kirchner.





Discussion about this post