BUENOS AIRES (Medios digitales). Concepción Lavore tenía 73 años el día que fue estrangulada. Le decían “Porota”. Era una mujer retraída, algo tímida, según sus vecinos. Susana García de Giménez (75) era vecina de la misma zona, en barrio Parque, cerca del macrocentro de Rosario. Era una docente jubilada con una vida social muy activa. Practicaba gimnasia y le gustaba mucho bailar. Y también fue ahorcada. José Ramón Savini, de 74 años, era admirado por su espíritu aventurero. Conducía un programa de radio y cantaba como hobby. Vivía solo en la localidad de Zavalla, donde lo apuñalaron.Los tres fueron asesinados por Martín Santoro, un verdulero de 37 años que el último jueves fue condenado a prisión perpetua, según informó el diario Clarín. Se probó que los mató para robarles distintos bienes. A las dos mujeres las conocía de chico: les llevaba el cajón de la verdura una vez por semana.Los crímenes de estos tres jubilados conmocionaron a Rosario en 2010. La investigación policial dio en aquel momento con los sospechosos menos pensados: Martín, Federico y Cristian Santoro, los hijos de Roberto, un verdulero con más de 30 años en barrio Parque.Los tres fueron detenidos en junio de ese año, un mes después del hallazgo del cuerpo de José Savini, la última víctima. El perfil de los jóvenes no encajaba con la actividad criminal: eran comerciantes (los tres trabajaban en la verdulería), de buen pasar económico y de trato cordial con los clientes. Su padre había sido uno de los promotores de la marcha que meses atrás se había realizado para repudiar los asesinatos.Martín, el hermano mayor, fue el único que no fue liberado durante la investigación. Todas las pruebas lo señalaban como el autor de los tres asesinatos. La Policía encontró en su camioneta y en su casa muchas de las pertenencias de las víctimas.Además de los Santoro, la causa tuvo otros siete imputados ligados al comercio de objetos robados, que quedaron desvinculados por falta de pruebas. Por eso, sólo Martín se sentó este 3 de diciembre en el banquillo de los acusados al empezar el juicio oral. Finalmente, el jueves los jueces María Isabel Mas Varela, Roxana Bernardelli y Juan José Tutau lo condenaron a perpetua.En el proceso judicial quedó comprobado que Martín Santoro se aprovechó de la confianza de dos de sus víctimas para ingresar a sus casas. Cuando la Policía encontró a Concepción, su cuerpo llevaba dos días descompuesto en el baño con una bolsa que cubría su cabeza. No había ninguna puerta forzada. En la cocina, la heladera estaba abierta. En el piso había varios paquetes de verduras.Susana fue hallada muerta tres meses después. Su casa estaba ubicada a dos cuadras del domicilio de la primera víctima. La encontraron atada a la puerta de la cocina. Su cabeza estaba tapada con una bolsa similar a la usada en el asesinato de Concepción. El nudo con el que la estrangularon también era idéntico. En la mesada y en la pileta había verduras que la mujer nunca llegó a meter en la heladera.A José Savini, en cambio, lo apuñalaron. En su cocina los peritos encontraron una huella idéntica a la de una zapatilla de Santoro. Y los vecinos de la víctima aseguraron haber visto ese día la camioneta del verdulero frente a la casa. Muchos creen que no actuó solo, aunque para la Justicia eso ya es anecdótico: los jueces no dudaron en condenar a Santoro como el autor de los tres hechos.





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