OBERÁ. Victorio Leiva despertó en la madrugada del 3 de noviembre de 2012. Tenía problemas auditivos y por eso no se sabe si, a pesar de esa discapacidad, escuchó un ruido extraño o si se levantó por casualidad. Lo cierto es que esa acción le costó la vida, al igual que a su amigo Mario Suárez.Leiva, propietario de la casa ubicada en el kilómetro Cero de Oberá, al menos alcanzó a levantarse, aunque sufrió innecesariamente la furia de su verdugo: 25 puñaladas atravesaron su piel en forma frenética e incesante. “Una, quizás, hubiera resultado suficiente para acabar con su existencia”, consignó en aquel entonces uno de los investigadores.Suárez, en tanto, partió a mejor vida sin sufrir. No tuvo chance a reaccionar ni ensayar una defensa. Dormía profundamente en uno de los dormitorios y en ese estado fue blanco de 17 puntazos. Jamás despertó.Una fuente consultada por PRIMERA EDICIÓN consignó que el ensañamiento de los atacantes llegó al extremo de que, en plena masacre, a uno de ellos se le rompió la hoja del arma blanca. Entonces fue por otro cuchillo y siguió con la carnicería. Ahora, a poco más de un año de aquella masacre, que trascendió los límites de la frontera de Misiones y se proyectó a medios nacionales, se supo que uno de los responsables, identificado como Tomás Andrés Acevedo, confesó su participación en el hecho y aceptó una condena a prisión perpetua.Fue por los cargos de “doble homicidio agravado y acumulado con otro expediente por estafa y defraudación”, consignaron fuentes del acuerdo que, en las próximas horas, será homologado por el Tribunal Penal 1 de Oberá.Resta determinar el castigo que vaya a corresponderle al otro imputado en la causa, Paulo Miguel Muchevicz, que al momento del doble crimen tenía 16 años.Este joven habría intentado comercializar el televisor y la garrafa que se llevaron del domicilio de Leiva, poco después de ambos asesinatos.El sangriento episodio criminal ocurrió el 3 de noviembre de 2012 en una vivienda, humilde y de madera, ubicada sobre la calle Garabí, en la zona Oeste de Oberá, pero se descubrió al otro día, a eso de las 19.30, cuando un familiar pasó de visita por el lugar y se encontró con un verdadero espanto.Dos circunstancias inclinaron la investigación hacia la identidad de Acevedo y Muchevicz como presuntos autores del doble asesinato. Vecinos de la zona identificaron al primero como el hombre que, aquella fatídica noche, molestaba a los vecinos y amenazaba con agredirlos. En el otro caso, fue visto en el preciso momento que ofrecía un televisor y una garrafa a los pobladores del paraje conocido como Kilómetro Cero, de Oberá. Se trataba de los objetos que se habían llevado del domicilio de Leiva. Acevedo reconoció su responsabilidad y aceptó la sentencia a perpetuidad. Al parecer, poco lo importaba una reducción de la pena.





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