PRETORIA, Sudáfrica (Agencias y diarios digitales). La escalinata que desciende del palacio gubernamental de Pretoria, donde está instalada la capilla ardiente de Nelson Mandela, se convirtió ayer en un reguero de lágrimas que diluye la alegría de los días precedentes, en los que primó el festejo por el legado del ex presidente.La visión de su cuerpo embalsamado deshace el encanto y ayuda a comprender la realidad de lo sucedido: que el “Tata (Padre)” de su libertad ha muerto.“Estos días he estado alegre, he salido a la calle a celebrar todo lo que hizo por nosotros y el orgullo que sentimos por él. Pero hoy estoy muy triste, acabo de verlo en su ataúd”, contó a Efe “Poppy”, una mujer de 70 años entre sollozos.Las escenas de dolor se suceden en el patio del Union Buildings, donde el cuerpo de Mandela yace bajo un enorme arco blanco custodiado por la guardia de honor.La espera media para llegar a ese punto es de cinco horas, la mayoría de ellas bajo el asfixiante sol del verano austral, “pero merece la pena; esperaríamos el doble si hiciera falta”, asegura una joven con dos banderas de Sudáfrica prendidas del pelo. Al aproximarse a la última puerta que da acceso a la capilla ardiente tuvo que quitárselas, al igual que los que portaban sombrero, por orden de los agentes de seguridad, que también obligan a cubrirse los hombros, a cerrar los paraguas que protegen del sol y a apagar los teléfonos móviles.Cruzado el arco que permite contemplar fugazmente el rostro inerte de Madiba, los llantos afloran y las piernas flaquean.En el segundo día de velatorio, por el que al final del día pasaron más 40.000 personas, más de un centenar debieron ser asistidas por las crisis nerviosas y el desconsuelo que les provocó la visión del cuerpo de Mandela.“Me siento realmente mal, ha sido muy desconsolador”, admitió Johanna, una mujer que vestía una camiseta de conmemoración del 90 cumpleaños de Mandela, celebración popular en la que tuvo la oportunidad de ver al héroe.Las colas para despedirse de Mandela alcanzaron ayer distancias de más de un kilómetro.Según el responsable del dispositivo de transporte organizado por la capilla ardiente, Selby Bocaba, entre los visitantes hay gente de todos los rincones de Sudáfrica, “pero también del resto de África y del resto del mundo”.“La gente debe ser paciente. Si hoy no pueden verlo todavía tendrán un día más”, recordó Bocaba. Hoy será el último día en el que se podrá despedir al ícono mundial de los derechos humanos en la capilla ardiente.El cuerpo de Mandela, que falleció hace una semana a los 95 años, recibirá sepultura el próximo domingo en la aldea de Qunu (este de Sudáfrica), donde pasó su infancia y donde pidió descansar para siempre.





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