MONTEVIDEO, Uruguay (AFP-NA). Uruguay pasará a la historia como el primer país en permitir el cultivo y la distribución de marihuana. El Senado debatía anoche una polémica ley impulsada por el Gobierno con la que busca combatir el narcotráfico en la pequeña nación sudamericana.La propuesta del presidente José Mujica, un ex guerrillero izquierdista de 78 años, va de camino a ser aprobada pese a la resistencia de la oposición, que teme que la ley dispare el consumo de drogas más duras.La norma permitirá al Estado regular la importación, producción, distribución y venta de cannabis en el país de 3,4 millones de habitantes. De esa forma, el Gobierno uruguayo espera desincentivar el narcotráfico y administrar el consumo.“Es pertinente para el caso de Uruguay dejar establecido desde ya que, tratándose de un país de tránsito (de drogas) que ha ido incorporando consumo, recibe plenamente el impacto del crimen organizado”, dijo el senador oficialista Roberto Conde en el debate en el Senado. “Tiene por tanto el deber de aplicar una respuesta de Estado específica para un territorio abierto, pequeño y no productor”, agregó al justificar la norma.Uruguay se pone así a la vanguardia del debate sobre la legalización de las drogas blandas, apoyado por ex presidentes latinoamericanos como el mexicano Vicente Fox y el brasileño Fernando Henrique Cardoso.La decisión será seguida de cerca en distintas partes del mundo. En Estados Unidos los estados de Washington y Colorado legalizaron en el 2012 el consumo de marihuana con fines recreativos, una idea que según una reciente encuesta de Gallup es aprobada por un 58% de los estadounidenses.La regulación de la producción de marihuana refuerza la agenda progresista de Uruguay, que recientemente legalizó el aborto y también los matrimonios de personas del mismo sexo.Los uruguayos mayores de edad que se registren ante las autoridades podrán cultivar hasta seis plantas de cannabis o a comprar en farmacias hasta 40 gramos de marihuana por mes para uso recreativo.La Junta Nacional de Drogas prevé la comercialización en Uruguay de cuatro o cinco variedades de cannabis a un precio de 1 dólar por gramo, similar a su costo en el mercado negro. La venta no se permitirá a extranjeros.En Uruguay, el consumo de marihuana es legal. Unos 18.700 uruguayos la consumen diariamente y 184.000 dicen haberlo hecho alguna vez en el último año, según las últimas cifras oficiales.Otras naciones también aceptan la posesión de marihuana para uso recreacional o medicinal, y Holanda permite su venta en tiendas, pero Uruguay será el primero en legalizar la cadena completa desde la producción a la venta.A favor y en contraUn 27% de los uruguayos apoya la regulación de la marihuana, comparado con un 21% en junio, según una encuesta reciente de la firma Equipos Consultores. Y aunque el rechazo ha cedido desde que el asunto comenzó a ser discutido en el Congreso, sigue siendo altísimo: un 58% frente a un 68% en junio.La oposición teme que la idea de Mujica, que fue aprobada en julio por la Cámara de Diputados, abra la puerta al consumo de drogas mucho más duras como la cocaína y el crack. Asociaciones de farmacéuticos y técnicos de la enseñanza pública también están en contra.Alfredo Solari, un senador del conservador Partido Colorado, dijo que poner al Estado a competir con el narcotráfico aumentará el tamaño del mercado. La idea, dijo, es “desastrosa”. Una tercera parte de la población carcelaria de Uruguay está tras las rejas por delitos vinculados al narcotráfico. El Gobierno de Mujica, que debe promulgar la ley una vez aprobada, dispondrá de un plazo de 120 días para publicar la reglamentación con detalles sobre la concesión de licencias de cultivo, precios de referencia, variedades de cannabis permitidas y mecanismos de inspección.No todos quieren registrarse¿Un proyecto que rompe tabúes o que estigmatiza a los consumidores? Los fumadores de cannabis de Uruguay están divididos ante la regulación del mercado de la marihuana entre quienes celebran la norma y quienes rechazan registrarse en un banco de datos estatal.Matías Piedra Cueva tiene 25 años. Es músico y productor audiovisual y consume marihuana regularmente, en general los fines de semana. “La marihuana es de uso habitual en Uruguay”, sostiene, asegurando que no tiene problemas en registrarse para a partir de ahora poder comprarla en farmacias.“Dicen que tienen un sistema de protección de datos”, indicó confiado. “Y además va a ser más barato que lo que sale en el mercado negro”.La Junta Nacional de Drogas estima que en Uruguay, un país de 3,3 millones de habitantes, hay unos 120.000 consumidores de marihuana, aunque las asociaciones de consumidores sostienen que la cifra ronda los 200.000.La Asociación de Estudios del Cannabis calcula además que hay unos 10.000 autocultivadores, cifra que crece en forma exponencial cada año.En un barrio de Ciudad de la Costa, vecina a Montevideo, Sebastián Romero, de 24 años, es vegetariano y en la huerta de su casa las plantas de cannabis conviven con otras de tomate o ajíes.Autodidacta durante años, la pasión por sus plantas hizo que el joven cambiara sus estudios de Comunicación Social por los de agronomía.Empezó a fumar marihuana a los catorce y rápidamente le interesó plantar. Pero pensaba que era una planta tropical que no crecería en Uruguay. En eso incidió el hecho de que las primeras semillas que plantó en el jardín de su casa fueron “boicoteadas” por sus padres, contrarios al consumo de marihuana. Pero tras varios intentos logró hacer crecer su primera planta en una zona boscosa cercana a la playa.Para el joven, la norma uruguaya es un “gran paso adelante”.Hasta ahora el consumo no estaba penado pero quedaba en manos de cada juez la decisión de si la sustancia o las plantas decomisadas eran para consumo propio.“Es una locura que vaya presa gente por plantar marihuana”, sostiene. “Con la ley me quedo tranquilo de que estoy bajo las normas”.Sebastián asegura que no tiene problema en registrarse, pero se pregunta qué pasará si no lo hace. No le convence además el límite de seis plantas por cada autocultivador y duda sobre cómo controlará el Estado el límite de 480 gramos anuales. “Si hago un buen trabajo puedo sacar medio kilo (de cannabis) por planta. Pero puedo tener seis plantas enanas que no te dan nada”, observó.De todas formas, cree que lo más importante es que de a poco se ha ido perdiendo el tabú sobre el consumo de drogas. “Ahora en mi familia, en el trabajo, en todos los ámbitos se puede hablar”, indica
.“Para mí más difícil que convencer a todos los uruguayos de que es lógico regular el cannabis fue convencer a mis viejos (padres) de que no era algo tan malo”, asegura. “Mis padres pensaban que fumando marihuana yo iba a terminar en una clínica de rehabilitación, siendo un drogadicto perdido y que iba a tener mi juventud perdida. Cuando se dieron cuenta que seguía siendo el mismo, se les fue un poco el susto. Nunca compartieron del todo pero hoy en día no me dicen nada”.En la vereda de enfrente está Alicia Castilla, argentina autora de “Cultura Cannabis”, publicado en 1997 y que ha vendido decenas de miles de ejemplares. Instalada en los últimos años en Uruguay, Castilla estuvo en 2011 tres meses presa tras ser denunciada por tener 29 plantines y 24 gramos de marihuana.Para Castilla, el proyecto uruguayo es “algo improvisado y lleno de falencias”.La ley es “falaz, ya que promete acabar con el narcotráfico, y estigmatizante, por el registro de usuarios y cultivadores”, dijo a la AFP.Para la militante, se trata de “un paso atrás en el camino de los derechos civiles y el derecho a la privacidad. Es invasivo ya que no corresponde al Estado determinar cuanta marihuana se puede consumir y de qué calidad”, añadió.Además, Castilla duda que el Estado pueda cumplir con la ambiciosa tarea de controlar un mercado tan vasto como el de la marihuana, con decenas de miles de autocultivadores.“¡El Estado no consigue controlar la reventa de ingresos para los partidos de fútbol!”, ironizó. Con esta ley “creo que el Uruguay tendrá el mayor mercado negro del mundo”.Según Castilla, “la sociedad uruguaya estaría preparada para un proyecto más sensato”. Pero este representa “un paso atrás”. Y “con el riesgo de que fracase por las propias fallas de la ley y después se diga: Uruguay lo intentó y fracasó”.





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