POSADAS. Hace apenas unas semanas, Ignacio “Nacho” Ast cumplió diez años. El domingo participó de la peregrinación a Itatí (Corrientes) pedaleando desde el acceso de esa localidad hasta la Basílica. Como cualquier otro niño. Sin embargo diez años atrás, mientras sus padres Gerardo y Gabriela lo veían en la incubadora con asistencia respiratoria, no habrían podido imaginar que el pequeño sería capaz de andar en bici, jugar al tenis y al fútbol y tocar la batería. Es que Nacho había nacido con solo 22 semanas de gestación, pesando 750 gramos -peso que en los primeros días bajó a 500 gramos- y debió permanecer seis meses en Neonatología. Hoy, esta familia acompaña a otras que atraviesan situaciones similares, conversan con ellas y les brindan un mensaje de esperanza de que, si bien el camino por andar no es sencillo, no deben bajar los brazos. En cierta manera, Nacho es el vivo testimonio de que los milagros existen. Este año, Unicef tomó esa historia de vida para la campaña sobre prematurez y realizó un audiovisual que se difunde en todo el país. A través de ella buscan concientizar sobre la importancia de conocer e informarse sobre los cuidados que requiere un niño prematuro, ya que la prematurez es la primer causa de mortalidad y discapacidad en niños menores de un año y requiere atención de complejidad que no todos los centros de salud pueden brindar.“Para nosotros es muy importante que él y su familia vengan a visitar a los otros bebés que están en Neo, y a hablar con las familias, porque lo que ocurre la mayoría de las veces es que cuando nace un bebé prematuro, lo primero que piensan es que no podrá sobrevivir. Y ver un chico que ya pasó por eso, que lo superó y hoy tiene diez años, es muy esperanzador”, señala en el audiovisual de Unicef, Adriana Di Tullio, jefa del Servicio de Neonatología del Sanatorio Boratti.Historia de un niño valienteGerardo y Gabriela “se recibieron” de padres el 7 de noviembre de 2003. Como para todos, la llegada de la paternidad es un aprendizaje complejo. En este caso, lo fue muchísimo más. “Era un embarazo gemelar, que ya nos habían dicho que tenía ciertos riesgos. Nacieron Nacho y su hermanito, que vivió sólo cuatro días”, señaló Gerardo a PRIMERA EDICIÓN, recordando que en la historia clínica del Garrahan -hospital al que comenzó a ir Nacho cuando cumplió un año y continúa yendo dos veces al año para controles- figuraba como “inmaduro” porque “sus huesos no estaban desarrollados, eran solo cartílagos”. Nacho estuvo seis meses en terapia intensiva y otros tres en la sala “de engorde”, siempre con asistencia respiratoria. Recién a los seis meses de vida pudo llegar a su casa. “Teníamos tres enfermeras en tres turnos, para cuidarlo las 24 horas”, señaló su padre. Cuando Nacho cumplió el año y medio fueron al Hospital Garrahan, donde lo atiende la doctora Gabriela Bahuer, “al número uno en displasia pulmonar”, agregó Ast, señalando que “gracias a Dios esta es la única secuela que tuvo Nacho, a causa del respirador”. Un año después, la doctora recomendó que podían dejar el respirador, pero volvió a usarlo a los cuatro años, tras contraer una neumonía. “Nacho iba a la salita de 4 y de 5 y a primer grado con su mochila de oxígeno. Lo usó hasta los siete años”, indicó Ast. Hoy Nacho comparte juegos con sus hermanos Francisco (8) y Emiliano (5). Practica tenis y fútbol y también toca la batería, cajón peruano y percusión, instrumentos en que incursiona desde los dos años. “El batero que más me gusta es el de Maná”, dijo a este diario. “Hoy hay más información”“Hoy Unicef está trabajando mucho sobre la prematurez, haciendo campañas informativas, la Semana del Prematuro, para que todos los futuros padres conozcan qué requerimientos tiene un niño que nace antes de tiempo, porque siempre está esa posibilidad”, señaló Gerardo, recordando que hace diez años “en ningún momento durante el embarazo nos habían hablado de esa posibilidad, y de qué iba a necesitar el bebé”. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), si bien en Argentina proliferan las clínicas y hospitales -públicos o privados- con maternidades, no todas cuentan con las condiciones esenciales para atender a niños prematuros de menos de 1.500 gramos. “Los médicos son nuestra familia”Una de las reflexiones que Ast compartió respecto al dificultoso proceso que vivió junto a su esposa es que “ver al hijo en esas condiciones y no saber qué va a pasar es muy estresante y genera muchas tensiones, pero no hay que enojarse con los médicos. Hay que formar una familia con los médicos y enfermeros, porque, de hecho, ellos son la primer familia del bebé, que pasa meses internado”. “Todo el tiempo hay que intentar tener la mejor energía, no pelearse, sino estar unidos para poder avanzar juntos, porque a pesar de que los bebés son muy chiquitos, ellos perciben todo lo que pasa a su alrededor y se dan cuenta si hay malas ondas”, dijo Ast. Asimismo indicó que “hoy Nacho tiene un montón de tías que son las enfermeras del sanatorio, y vamos a los cumpleaños, ellas vienen a los de Nacho, tenemos un vínculo muy fuerte”, señaló Gerardo, que destacó su eterno agradecimiento a la doctora Adriana Di Tullio y las enfermeras de Neonatología que atendieron a su hijo.





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